Política
¿Fue el último discurso de Gustavo Petro en la ONU un acto de convicción política o una jugada electoral?
Ante la Asamblea General de Naciones Unidas, el presidente Petro acusó abiertamente a su homólogo Donald Trump, dejando interrogantes sobre el futuro de los lazos con Washington.

28 de sept de 2025, 12:04 p. m.
Actualizado el 28 de sept de 2025, 12:05 p. m.
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La última intervención de Gustavo Petro como presidente de Colombia ante la Asamblea General de las Naciones Unidas no pasó desapercibida.
Frente a líderes del mundo, denunció al mandatario de EE. UU., Donald Trump, de ser cómplice de genocidios, de lanzar misiles contra jóvenes migrantes en el Caribe y de sostener una política antidrogas diseñada para “dominar a los pueblos del sur”.
La fuerza de los señalamientos de Petro marcó un punto de quiebre en el foro multilateral y abrió interrogantes sobre el futuro de los lazos bilaterales con Washington, un aliado histórico de Colombia.
Sacudió la diplomacia
Desde la primera frase, el Jefe de Estado dejó claro que su intervención no sería una más en la larga lista de discursos presidenciales que se escuchan en ese escenario. Recordó que en su debut, tres años atrás, había advertido sobre el riesgo de un conflicto en Palestina.
Hoy, con Gaza devastada, conectó esa tragedia con lo ocurrido en aguas del Caribe colombiano, denunciando el ataque con misiles contra 17 jóvenes “desarmados”, “quizás algunos colombianos”.

Así, Petro acusó a Trump de ordenar acciones militares contra migrantes latinoamericanos y de permitir bombardeos en Gaza, llegando a calificarlo de “cómplice de genocidio” y de actuar con la misma lógica de Adolfo Hitler, el dictador nazi.
La retórica del colombiano fue más allá, al pedir abrir un proceso penal contra funcionarios estadounidenses, incluido el jefe de la Casa Blanca.
Petro defendió su política de sustitución voluntaria de cultivos ilícitos, asegurando que durante su gobierno se ha logrado un récord de incautaciones de cocaína y de extradiciones de capos del narcotráfico y señaló que la descertificación de Colombia en la lucha antidrogas es un castigo político.
La reacción estadounidense fue casi instantánea: la delegación abandonó el recinto mientras él continuaba con su discurso y, al día siguiente, el Departamento de Estado de EE. UU. emitió una breve declaración: “Las acciones de nuestra delegación este martes hablan por sí mismas”.
Con esa frase, aseguran varios analistas, la Casa Blanca buscó restar importancia a las palabras del Mandatario colombiano, sin entrar en una confrontación directa, pero sí evidenciando su malestar.
Sin embargo, el gesto tuvo un alto contenido simbólico, porque durante décadas Colombia ha sido considerado el socio más estable de Washington en la región, tanto en seguridad como en cooperación antinarcóticos, así que el hecho de que esa delegación abandonara la sala frente a Petro no solo marcó un quiebre en el protocolo diplomático, sino que evidenció el deterioro de la relación.
Pedro Pablo Aguilera, docente de la Universidad Santiago de Cali, considera que la Asamblea General de las Naciones Unidas se transformó en un “ring de boxeo”, donde el Jefe de Estado colombiano buscó denunciar injusticias globales, aunque a costa de tensar la diplomacia.“Provocación calculada o arrebato genuino, el efecto es el mismo: ruido en titulares y fractura diplomática”, precisa el académico.

Pero desde la oposición política nacional, las críticas han sido más duras. El concejal de Bogotá por el Centro Democrático, Óscar Ramírez Vahos, afirmó que “Petro, no contento con incendiar a Colombia, ahora pretende incendiar toda la región, con declaraciones belicosas”.
En la misma línea, su copartidario Christian Garcés, representante a la Cámara por el Valle del Cauca, calificó el discurso del Presidente como “un desastre que aísla a Colombia del mundo” y advirtió que el Mandatario desperdició la oportunidad de buscar cooperación internacional en temas clave como la sustitución de cultivos ilícitos o la protección de la Amazonía. “Prefirió priorizar un enfrentamiento ideológico con Washington”, sentenció.
El analista político Sergio Guzmán, por su parte, plantea que “Petro no se conforma con ser un actor regional. Quiere ser un protagonista internacional y el enfrentamiento directo con Estados Unidos le da esa vitrina”.
Según él, el Jefe de Estado apostó a que su despedida en Naciones Unidas quedara en la memoria colectiva, aunque eso significara un costo en las relaciones bilaterales.
Y el profesor Aguilera complementa: “Trump se pinta como un salvador solitario que desafía instituciones inútiles; Petro, como la voz del Sur que interpela a las potencias. El primero busca proyectar invulnerabilidad; el segundo, vulnerabilidad colectiva. Ambos exageran para existir”.
De hecho, Donald Trump también generó polémica en el seno de la Asamblea General de la ONU con un discurso en el que advirtió a los países europeos que se están yendo al infierno a causa de la inmigración ilegal, y calificó el cambio climático como una “estafa”.
En fin: criticó a aliados, señaló a enemigos y cuestionó hasta al organismo multilateral.
El futuro de la relación
El choque entre Petro y Trump en Nueva York deja a Colombia en una posición delicada frente a su principal socio comercial.
La cooperación antidrogas, el financiamiento de programas sociales y ambientales e incluso las relaciones de negocios podrían verse afectadas si el tono confrontacional se mantiene.
La gran pregunta es si este episodio quedará en la anécdota de un discurso polémico del Mandatario colombiano o si marcará un deterioro duradero en el relacionamiento con Washington.
Para el concejal caleño Edison Giraldo, la reciente descertificación, sumada al discurso en la ONU, dibuja un panorama de incertidumbre que amenaza con reducir apoyos financieros. “Estas posturas debilitan la confianza de la comunidad internacional”, indica.

Recuerda, además, que en 2024 la inversión extranjera directa representó el 3,4 % del PIB, un aporte vital para sostener programas sociales y de desarrollo en el país.
“Estas acciones del Presidente solo ponen en riesgo el desarrollo económico y social, que depende de la cooperación y la inversión externa para enfrentar la desigualdad y fortalecer la economía y el desarrollo de todo el país”, añade.
Entre tanto, el concejal Ramírez Vahos advierte que esta narrativa puede desembocar en sanciones directas para Colombia, porque aunque hasta ahora la descertificación no ha implicado un recorte de ayuda, la tensión política podría traducirse en trabas a la cooperación futura.
El analista Sergio Guzmán, sin embargo, plantea un escenario alternativo: “Si Trump es inteligente, va a ignorar completamente al presidente Petro. Y esa indiferencia puede ser aun más dura para él, porque muestra su irrelevancia”.
A esa lectura se suma el análisis de Juan Pablo Milanese, profesor de Ciencia Política de la Universidad Icesi, quien ve detrás de la confrontación un cálculo político.
Explica que, si bien el ‘waiver’ (exención) que condiciona recursos de cooperación sigue vigente y siempre existirá la amenaza de nuevos aranceles, el Gobierno colombiano percibe que tiene menos que perder: la ayuda de Usaid ya fue reducida y las tensiones comerciales vienen en aumento.
Por ello, Milanese agrega que, al estar en su último año de mandato, Petro encuentra en la confrontación con EE. UU. una oportunidad para obtener réditos electorales, aun cuando los costos para el país puedan ser significativos a mediano plazo.
Así, el último discurso de Petro en la ONU puede interpretarse como un acto de convicción política o como una estrategia electoral. Lo que aún está por verse es si quedará como una anécdota de confrontación retórica o si marcará un punto de quiebre en una relación bilateral que por décadas ha definido buena parte de la política.