Editorial
Segundo tiempo
Si bien no genera las expectativas que en su momento han tenido otras negociaciones, la Nación deberá estar atenta a lo que suceda en este inicio de los diálogos con los reincidentes de las Farc que integran la Segunda Marquetalia.
Prevención y escepticismo es lo mínimo que generan los diálogos entre el Gobierno Nacional y la Segunda Marquetalia que hoy comienzan en Caracas. Siguen sin entenderse las razones para sentarse a negociar con quienes ya tuvieron la oportunidad de hacerlo, firmaron un acuerdo de paz y en lugar de reinsertarse decidieron incumplir lo pactado y reincidir en la guerra contra Colombia.
El origen de esa disidencia de las Farc se remonta al 2019, cuando ‘Iván Márquez’, quien había fungido como jefe negociador de la entonces organización guerrillera en las conversaciones con el Gobierno Nacional, anunciara que junto con otros excomandates se apartaban del Acuerdo firmado en 2016 y retomaban las armas.
Su refugio fue Venezuela, con la anuencia del régimen de Nicolás Maduro, desde donde la Nueva Marquetalia comenzó a reclutar nuevos integrantes hasta completar los 1600 que se calcula hoy están en sus filas. Su radio de acción ha sido limitado, se sabe de pequeñas facciones que operan en la zona de frontera, en algunos municipios del Cauca y Nariño y en Antioquia, sin que su alcance llegue a compararse con las disidencias de ‘Iván Mordisco’.
Es, sin duda, una guerrilla disminuida, que no logró su propósito de convertirse en actor importante del actual conflicto colombiano y que en estos cinco años ha visto cómo sus principales cabecillas, entre ellos ‘Jesús Santrich’, ‘Romaña’ y alias El Paisa -autor del secuestro de los 12 diputados del Valle- han muerto en ataques. La relevancia se la ha dado sobre todo el gobierno de Gustavo Petro, empeñado dentro de su política de paz total en entablar diálogos con cualquier organización criminal.
Por ello el inicio de las conversaciones hoy en Caracas generan pocas expectativas. En primer lugar porque no es aceptable, a la luz de lo determinado por la JEP, la Jurisdicción Especial para la Paz, que se entable un nuevo proceso de negociaciones con quienes desertaron del Acuerdo de Paz de La Habana. ‘Iván Márquez’, al incumplir lo pactado, tendría que someterse a la justicia ordinaria, tal cual se negoció.
Además, es claro que la Segunda Marquetalia está lejos de merecer el tratamiento político que en su momento se le dio a las Farc o el que ahora se les brinda al Eln, el Ejército de Liberación Nacional, o al llamado Estado Mayor Central, procesos que el Mandatario de los colombianos se empeña en mantener pese a los constantes incumplimientos de esas organizaciones alzadas en armas.
Si bien no genera las expectativas que en su momento han tenido otras negociaciones, la Nación deberá estar atenta a lo que suceda en este inicio de los diálogos con los reincidentes de las Farc, en particular con lo que pueda ocurrir con ‘Iván Márquez’ y la deuda que tiene con el aparato de Justicia.
Hay que repetir que el anhelo de tener una patria en paz, donde el Estado llegue a todos los rincones del territorio nacional y los colombianos vivan tranquilos, no puede llevar a que se negocie a cualquier precio con quienes solo han dejado durante décadas una estela de violencia y muerte.