Los males de Buenaventura

La realización de un consejo de seguridad en Buenaventura, con la presencia del presidente Gustavo Petro y del ministro de Defensa Iván Velázquez fue oportuna. Lo que esperan los bonaverenses es que esa visita, más que un hecho simbólico, sirva para acometer las acciones que se necesitan con urgencia.

Durante su estancia en la ciudad, el Mandatario hizo importantes aseveraciones: “A los jóvenes que pertenecen a Los Shottas, a los Espartanos y otras bandas de Buenaventura los invitamos a que vengan a estudiar. Es mejor cargar un libro que un fusil. Les puedo asegurar que en el libro encontrarán más riqueza que en el fusil”.

El Gobernante también anunció que “serán miles de jóvenes a los que les vamos a pagar por no matar”, y sostuvo que se ampliará, con 1000 cupos, el programa Jóvenes en Paz en Buenaventura, con el fin de frenar el reclutamiento de las bandas ilegales.

Es muy importante que el gobierno nacional y, en general, el Estado, volteen sus ojos hacia Buenaventura, uno de los principales puertos colombianos y en la práctica, la capital del Pacífico colombiano.

Precisamente, todos los problemas que vive esta zona del país, tan estratégica como abandonada, se reflejan en la ciudad puerto: violencia, narcotráfico, desempleo, falta de oportunidades, miseria. Este es un problema de vieja data. que la pasividad del Estado ha permitido crecer y del que solo se acuerda el país cuando la violencia se desborda.

Este es el momento de atacar las raíces de esta situación tan conflictiva y para ello se requiere un plan de choque y una estrategia de largo aliento que combata sus causas objetivas. El plan de choque debe estar dirigido a recuperar la seguridad en Buenaventura. Hay que adelantar una acción decidida por parte de las Fuerzas Armadas, que se encamine a desmantelar las bandas criminales que desangran la ciudad e instrumentalizan a los jóvenes para acometer sus delitos.

Estas bandas se nutren del narcotráfico pues, para nadie es un secreto, por la zona de bajamar de Buenaventura sale buena parte de la cocaína que ‘exporta’ el país. Es decir, a la par de la acción militar hay que combatir el negocio que alimenta las bandas criminales. En ambos frentes, por desgracia, este gobierno parece haber bajado la guardia.

Y en el frente social hay que acometer una estrategia a largo plazo. Urge mejorar la calidad y la cobertura educativa y fomentar el establecimiento de empresas en la ciudad que les ofrezcan posibilidades laborales a los jóvenes bonaverenses. También hay que asegurar la prestación adecuada del servicio de salud y garantizar que Buenaventura tenga un hospital, al menos, de nivel III. Y, por supuesto, solucionar de una vez por todas, el viejo problema del abastecimiento de agua.

En fin, es necesario que el Valle del Cauca y la Nación entera, más que atacar los síntomas de la gran enfermedad que padece Buenaventura, se comprometan a erradicar el mal de fondo que origina esos síntomas.

Y entre más se aplace ese compromiso, más complicado será lograr que la tranquilidad regrese a esta ciudad.