Editorial
Lo que falta del Plan Jarillón
Las familias que aún faltan por reubicar representan entre 10.000 y 12.000 personas, según las cifras de la Administración local.

11 de jul de 2025, 12:04 p. m.
Actualizado el 11 de jul de 2025, 12:04 p. m.
Tras más de una década de haberse iniciado, el Plan Jarillón del Río Cauca sigue inconcluso y no pareciera que se estén dando las acciones para que se finalice en un futuro cercano. Aunque hay que reconocer que se han logrado avances significativos, quedan cerca de 3400 familias por reubicar y un tramo crucial del jarillón sigue sin reforzarse.
En un informe revelado por El País, la dirección del Plan Jarillón informó que hasta la fecha se ha cumplido con el 72 % del compromiso de reubicación de las familias asentadas en el lugar. El problema está en ese 28 % restante que falta, porque son vidas que están en riesgo, además de que impiden avanzar en los trabajos que aún se deben hacer sobre el dique para blindar al resto de la ciudad.
El jarillón del río Cauca es una infraestructura vital que protege a más de un millón de de caleños ante una eventual creciente del río. Este dique, que es un muro de contención de las aguas del segundo río más importante del país a su paso por la ciudad, se encuentra debilitado por la ocupación de viviendas informales en cercanías a su estructura.
Las familias que aún faltan por reubicar representan entre 10.000 y 12.000 personas, según las cifras de la Administración local. Los sectores que siguen sin desalojarse son Brisas del Cauca, Puerto Nuevo, Samanes y Palmas, además de Navarro, Floralia, Comfenalco Río Cali, el Belisario, las Lagunas del Pondaje y Charco Azul.
El alcalde Alejandro Eder ha asumido, desde el inicio de su mandato, el compromiso de completar esta tarea antes de finalizar su gobierno. Es una meta ambiciosa y, no hay que negarlo, difícil de realizar, pero bastante necesaria y urgente.
Para lograrlo se requiere una coordinación efectiva entre entidades locales que trabajen articuladamente, que visiten el territorio y trabajen con las comunidades que aún quedan para que se cree conciencia sobre la importancia de salir de ese lugar. Su vida vale más que todo.
También será clave garantizar que los procesos de reasentamiento se hagan con respeto por los derechos humanos, dialogando y ofreciendo soluciones dignas a las familias.
Reubicar no es solo trasladar. Implica reconstruir proyectos de vida, ofrecer alternativas económicas, educativas y sociales que permitan una verdadera integración de estas familias a la ciudad formal. Es clave que las nuevas casas cuenten con servicios públicos, transporte, acceso a salud, educación y oportunidades de empleo.
Lo que no se puede es seguir dilatando el traslado, por el riesgo que representa para las familias que permanecen en el dique, y además por el peligro para el resto de la ciudad.
El Plan Jarillón ha tenido avances importantísimos hasta ahora y hay que terminar lo que falta, lo que incluye avanzar en el parque lineal que permitirá convertir al dique en un corredor ambiental y para el disfrute de los caleños.
Los avances son pocos en lo que va de la actual Administración. Ya es tiempo de actuar con decisión: la reubicación pendiente debe dejar de ser una promesa y convertirse en una realidad.