Editorial

Prudencia y cordura

Poco bien le hace a la estabilidad de la Nación la incertidumbre que generan los hechos de esta semana.

Esto fue lo que dijo la canciller saliente.
El presidente Gustavo Petro, la ahora excanciller Laura Sarabia y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. | Foto: Semana

6 de jul de 2025, 02:41 a. m.

Actualizado el 6 de jul de 2025, 02:42 a. m.

Entre la renuncia de la canciller Laura Sarabia, las tensas relaciones con el gobierno de los Estados Unidos y los cuestionamientos al presidente Gustavo Petro por su visita secreta a la ciudad ecuatoriana de Manta, concluye esta semana. Poco bien le hace a la estabilidad de la Nación la incertidumbre que generan estos hechos, por lo que de nuevo hay que llamar a la prudencia y a la cordura.

Coincidiendo con la salida de Sarabia del Ministerio de Relaciones Exteriores, luego del desencuentro con el Primer Mandatario por el contrato de los pasaportes, se produjo el llamado a consultas del Gobierno de los Estados Unidos a su embajador en Colombia, acción respondida con reciprocidad desde la Casa de Nariño.

El escándalo por un supuesto complot orquestado por el excanciller Álvaro Leyva con el fin de derrocar a Petro salpicó las relaciones y produjo la crisis diplomática que hoy afrontan ambas naciones, que por el bien de dos aliados históricos tiene que ser resuelta de la mejor manera.

Lo del viaje secreto del Mandatario colombiano a Manta, en Ecuador, luego de la posesión del presidente del vecino país, es el otro caso que amerita ser aclarado. El manto de misterio que se cierne sobre el desplazamiento durante dos días del presidente Petro a esa ciudad, conocida porque está cooptada por el crimen organizado, no puede quedarse en respuestas evasivas.

Dónde estuvo, qué hizo, si se reunió con alguien en ese lugar, es lo que los colombianos necesitan saber. Mucho más cuando se están tejiendo versiones sobre encuentros con uno de los supuestos criminales más peligrosos del Ecuador, relacionado ahora con el ataque contra el senador y precandidato Miguel Uribe Turbay. El silencio de la Casa de Nariño es inaceptable.

Colombia pasa por momentos críticos. El caso de los pasaportes y el empecinamiento visceral del Primer Mandatario en ponerle fin al contrato con la firma Thomas Greg & Sons, aún por encima de las recomendaciones de la Cancillería, no solo llevó a que perdiera a uno de sus alfiles incondicionales, Laura Sarabia, sino que pone en riesgo la entrega en el futuro próximo de un documento de identificación al que tienen derecho los ciudadanos colombianos sin ninguna restricción.

Conjurar la crisis diplomática con los Estados Unidos y recomponer las relaciones bilaterales es también imperativo. Si bien hay que pedir respeto para el Presidente de la República por la investidura que ostenta, desde el Gobierno en Bogotá se deben anteponer los principios de la diplomacia con quien es su aliado más importante en tantos asuntos como la cooperación en la lucha contra las drogas, la seguridad regional, el comercio internacional y la estabilidad nacional.

En la entrada a un año electoral que se prevé complejo entre otras razones por los discursos de confrontación y odio que han hecho carrera desde el Ejecutivo y desde algunos sectores de la oposición; cuando el orden público en el territorio nacional está tan alterado y la política de paz total ha demostrado ser un fracaso; en momentos en que la economía hace malabares en una cuerda floja, principalmente por las decisiones erradas del actual Gobierno central, lo que se espera es sensatez, sabiduría y madurez, para evitar una desestabilización mayor de la Patria.

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