Editorial

Un llamado por la Amazonía

El Gobierno debería convocar a la comunidad internacional para que unir esfuerzos para rescatar este pulmón del mundo de las manos de los deforestadores.

El fracaso de las negociaciones de paz entre el Gobierno de Colombia y disidentes de  las Farc ha “disparado  las tasas de deforestación” en la Amazonía, asegura  la oenegé International Crisis Group.
El fracaso de las negociaciones de paz entre el Gobierno de Colombia y disidentes de las Farc ha “disparado las tasas de deforestación” en la Amazonía, asegura la oenegé International Crisis Group. | Foto: AFP

28 de jun de 2025, 02:14 a. m.

Actualizado el 28 de jun de 2025, 02:14 a. m.

La extensión de la minería ilegal en los ríos de la Amazonía es una muestra palpable de hasta dónde puede llegar la actividad criminal de los grupos armados que operan en el territorio nacional, pero también de la falta de gestión de las autoridades ambientales del país.

Un avance de esa tragedia ecológica fue posible conocerlo gracias a un reporte del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina que, mediante imágenes satelitales, muestra cómo ha avanzado la deforestación en los alrededores de los ríos de la región, especialmente el Puré.

Dicho informe reveló la existencia de decenas de dragas en diferentes puntos de los afluentes que bañan la zona limítrofe con Brasil y Perú, lo que también genera altos niveles de contaminación de esos cuerpos de agua.

Pero además afecta la salud de las comunidades que habitan en los territorios cercanos, cuya supervivencia depende de ese recurso hídrico, así como de la pesca que extraen de él, porque las prácticas ilícitas que se están registrando en la Amazonía pasan por el uso de mercurio para la extracción de oro.

Todo ello evidencia hasta dónde pueden llegar las consecuencias de la minería ilegal en un área que se supone protegida por ser parte de parques nacionales naturales de Colombia, por cuenta de personas inescrupulosas que, además, terminan operando como un imán que, a la voz de generación de importantes recursos, atrae a otras organizaciones delictivas al sector.

Pero es claro que no se trata de un fenómeno nuevo, ya que, por ejemplo, solo en noviembre del año pasado se detectaron 29 puntos de extracción en el norte de esa región, lo que lleva a preguntar por las acciones que están adelantando tanto la Fuerza Pública como las autoridades ambientales para preservar toda la riqueza natural que allí se alberga.

Incluso, por tratarse de un patrimonio no únicamente de los colombianos o de los países vecinos, sino de la humanidad entera, y de los alcances criminales de quienes están acabando con la Amazonía, el Gobierno debería convocar a la comunidad internacional para que una esfuerzos para rescatar este pulmón del mundo de las manos de los deforestadores.

Lo que está en juego no es solo la vida de los habitantes de esa región, bien porque deben someterse a las ‘leyes’ que imponen los bandidos o porque les contaminan las aguas que consumen, sino porque la cuenca amazónica, que cubre 5,5 millones de kilómetros, genera el 20 % del oxígeno con el que cuenta la atmósfera de la Tierra y alberga el 25 % de la biodiversidad terrestre.

Así las cosas, el mundo no puede seguir indiferente a datos como que únicamente entre los pasados meses de marzo y abril los investigadores detectaron 27 dragas en distintos puntos del río Puré, con todas las consecuencias que ya se han enumerado.

Tras informes como el del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina, alguna autoridad regional puede hacer presencia en inmediaciones de la cuenca y sus bosques, pero sus esfuerzos resultan pequeños y cortos frente a las dimensiones que tiene el daño que la minería ilegal le está causando a esta hermosa pero necesitada zona del país.

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