Editorial

Apuestas por el empleo en Cali

La formalización del empleo es una de las principales tareas pendientes en muchas ciudades colombianas, y que Cali logre aumentar en 27.000, en solo un trimestre, es señal de una articulación exitosa entre sector público y privado.

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Uno de los puntos débiles de Cali, en materia de competitividad, tiene que ver precisamente con la educación media, y es ahí donde la ciudad debe centrar esfuerzos. | Foto: Getty Images

3 de jul de 2025, 03:04 a. m.

Actualizado el 3 de jul de 2025, 03:04 a. m.

Por primera vez en casi dos décadas, Cali celebró una noticia que marca un hito en su economía local: la tasa de desempleo cayó al 9,1 % en el trimestre marzo-mayo de 2025, según los datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).

Alcanzar una cifra de un solo dígito no es menor en una ciudad que ha lidiado históricamente con altos niveles de desocupación, informalidad y brechas de empleabilidad. Es, sin duda, un avance que merece ser reconocido, pero que también obliga a una reflexión seria sobre los desafíos que aún persisten y sobre el tipo de empleo que se está creando.

Estas buenas noticias son producto en gran parte de la resiliencia del sector empresarial vallecaucano, del comercio que empieza a recuperarse, de la administración pública y del mejoramiento del consumo de los hogares.

La economía caleña creció 2,9 %, en el primer trimestre, encadenando cuatro trimestres consecutivos, con variaciones cercanas al 3 % y superando nuevamente el promedio nacional, que se ubicó en 2,7 %.

A esto se une que la recuperación del tejido productivo más pequeño: la creación de nuevas microempresas creció 3,1 %, rompiendo una racha de 22 meses de caídas.

Es muy alentador, por ejemplo, el dato que entregó la Cámara de Comercio de Cali, de que el 65 % de los nuevos puestos corresponde a trabajos formales. La formalización del empleo es una de las principales tareas pendientes en muchas ciudades colombianas, y que Cali logre aumentar en 27.000, en solo un trimestre, es señal de una articulación exitosa entre sector público y privado.

Sin embargo, hay que ser claros: la mejora en las cifras no implica que el problema del desempleo esté resuelto. Aunque la tasa de desocupación juvenil bajó a 16,9 %, sigue siendo casi el doble de la tasa general.

Esto refleja un obstáculo estructural que impide que los jóvenes accedan con facilidad al mercado laboral, ya sea por falta de experiencia, educación pertinente o por la débil conexión entre la formación académica y las necesidades reales de las empresas.

Además, la informalidad laboral sigue siendo preocupante. El 47,7 % de los ocupados en Cali aún trabaja en condiciones precarias, sin acceso a seguridad social ni estabilidad.

Aunque muchas decisiones de política tienen que ser del orden nacional. A la ciudad también le cabe responsabilidad en el propósito de apostar por políticas públicas que estimulen la generación de empleo de calidad.

Uno de los puntos débiles de Cali, en materia de competitividad, tiene que ver precisamente con la educación media, y es ahí donde la ciudad debe centrar esfuerzos.

Bajar el desempleo no debe ser solo una meta estadística, sino parte de un proyecto de ciudad que permita a sus habitantes construir una vida digna y estable. La Alcaldía de Cali tiene posibilidades, por ejemplo, garantizar una buena ejecución del empréstito de $3,5 billones, recursos que bien irrigados garantizarían que muchos caleños conserven sus empleos y que puedan cumplir con esa meta de crear en su gobierno 100.000 empleos nuevos.

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