Editorial

La paz no puede con todo

... Una revictimización y un agravio al pueblo antioqueño.

El presidente colombiano, Gustavo Petro, saluda a José Leonardo Muñoz, alias Douglas, portavoz del proceso de paz urbana, durante la manifestación "Pacto por la Paz Urbana" en el centro administrativo de La Alpujarra en Medellín, Colombia, el 21 de junio de 2025. José Leonardo Muñoz, presunto líder de la Oficina de Envigado, fue reconocido como el principal portavoz de las estructuras de crimen organizado armado de alto impacto de Medellín y el Valle de Aburrá (Antioquia) por el Gobierno colombiano.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, saluda a José Leonardo Muñoz, alias Douglas, portavoz del proceso de paz urbana, durante la manifestación "Pacto por la Paz Urbana" en el centro administrativo de La Alpujarra en Medellín, Colombia, el 21 de junio de 2025. José Leonardo Muñoz, presunto líder de la Oficina de Envigado, fue reconocido como el principal portavoz de las estructuras de crimen organizado armado de alto impacto de Medellín y el Valle de Aburrá (Antioquia) por el Gobierno colombiano. | Foto: Foto de JAIME SALDARRIAGA / AFP

25 de jun de 2025, 03:32 a. m.

Actualizado el 25 de jun de 2025, 03:33 a. m.

Más que una afrenta contra el Alcalde de Medellín, la presencia del presidente Gustavo Petro el pasado fin de semana en una tarima con los más peligrosos jefes criminales, y quienes han sembrado el terror durante años el Valle de Aburrá, es ante todo una revictimización y un agravio al pueblo antioqueño.

Una demostración innecesaria de autoridad en la que delincuentes condenados por delitos como narcotráfico, homicidio, extorsión y desaparición forzada fueron sacados por orden del Gobierno de la cárcel de máxima seguridad de La Paz, en el municipio de Itagüí para presentarlos en un evento público junto a varios ministros en la plaza La Alpujarra.

Uniformados, con gorras, camisetas blancas y en buses del Inpec fueron trasladados nueve jefes de bandas criminales, entre los que se encontraban José Leonardo Muñoz, alias Douglas; Freyner Alfonso Ramírez, alias Carlos Pesebre; Juan Carlos Meza, alias Tom, Juan Camilo Rendón, alias Saya; Albert Henao, alias Albert, y Jorge de Jesús Vallejo, alias Vallejo.

 Un acto que diversos sectores han calificado como una exaltación a la criminalidad y una humillación a las víctimas de los llamados combos delincuenciales en la capital antioqueña porque encuentran a un Presidente de la República más cercano a los victimarios que a las mismas víctimas.

Entre ellos el alcalde de Medellín, Federico ‘Fico’ Gutiérrez, y el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, quienes elevaron su voz de rechazo ante la escena del Mandatario de los colombianos rodeado, en medio de los aplausos de los asistentes, de los criminales que han teñido de temor y muerte la región.

El propio alcalde ‘Fico’ Gutiérrez había denunciado en su momento a José Leonardo Muñoz, alias Douglas, quien en tarima tomó el micrófono para lanzar improperios contra él, como la persona que lo amenazó de muerte tras la captura durante su primer mandato; amenazas de las que también han sido víctimas otros funcionarios de la ciudad.

Independientemente de lo que haya querido significar el presidente Gustavo Petro teniendo junto a él en una tarima a los peligrosos criminales y jefes de los combos en el Valle de Aburrá, el mensaje que envió al país es tan equivocado como temible.

Es un mal mensaje a la ciudadanía en el comienzo de un proceso electoral -que deja ya al precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay debatiéndose entre la vida y la muerte-, una acción inexplicable e innecesaria de sacar de la cárcel a criminales que no forman parte de una negociación para asistir a un acto político en la ciudad de sus principales detractores.

Lo ocurrido en Medellín resulta reprochable desde todo punto de vista. Que oculto bajo el discurso de la búsqueda de la paz, se utilice a jefes de bandas criminales para desplegar una provocación con evidentes tintes políticos, exhibiéndolos en una plaza entre aplausos.

Grupos que han sabido leer el momento y están sacando provecho del desespero del gobierno de Gustavo Petro por demostrar que la paz total, su gran promesa de campaña y de Gobierno, no es hasta hoy su mayor fracaso.

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