Editorial
El reclamo de Jamundí
La situación de violencia en la ciudad vallecaucana es compleja y demanda la atención inmediata y decidida del Gobierno Nacional.
Al Alcalde de Jamundí le asiste la razón cuando le reclama al Gobierno Nacional que más que “paños de agua tibia o más consejos de seguridad”, su municipio necesita “acciones contundentes para frenar la ola de violencia”.
El atentado terrorista cometido el miércoles en la noche es la razón del nuevo y desesperado llamado del Mandatario. Los hechos se presentaron en el barrio El Jordán, cuando dos hombres que se movilizaban en moto arrojaron un artefacto explosivo provocando heridas a dos uniformados de la Policía y a ocho personas más.
No es un caso aislado. Desde hace meses Jamundí es blanco de ataques de organizaciones criminales, grupos delincuenciales, mafias del narcotráfico y disidencias guerrilleras. Los cultivos ilícitos se multiplican, se perpetran masacres, hay secuestros, se extorsiona a la población mientras hay zonas vedadas para las autoridades, incluidas las tropas, y se manipula a las comunidades a las que se somete bajo la presión del miedo.
Son delitos que desbordan la capacidad de reacción del municipio e incluso del departamento del Valle, que están inermes para hacerle frente de forma efectiva a esa violencia desatada por múltiples actores, entre los que estarían integrantes del crimen transnacional. Por ello la intervención de la Nación es urgente y debe ser “contundente”, como claman el alcalde y los ciudadanos.
Los hechos más recientes así lo demandan. Pocas horas después de haber explotado el primer artefacto, otro más fue lanzado, por fortuna sin éxito, contra una patrulla de la Policía. Hace algunas semanas tres jóvenes de la región fueron secuestrados y aparecieron asesinados días después; hay homicidios a diario, como el que le costó la vida al comandante de los Bomberos del corregimiento de San Antonio o los que ocurren con frecuencia en la vía que conduce de Cali a Jamundí, mientras son varias las asonadas que han impedido el accionar de las Fuerzas Militares.
En esa ciudad, ubicada a solo 15 minutos de la capital del Valle, opera el frente Jaime Martínez de las disidencias de las Farc y se habla de la presencia de carteles mexicanos. En sus montañas se calcula que hay cuatro mil hectáreas sembradas de coca que, de acuerdo con la oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, producen unas cinco mil quinientas toneladas de cocaína. La zona es, así mismo, estratégica al hacer parte del corredor del narcotráfico hacia el Pacífico colombiano.
La situación es compleja y demanda la atención del Gobierno Nacional. Sin desconocer el compromiso de la Fuerza Pública, hay que exigir un plan de seguridad efectivo, que se complemente con programas sociales que brinden oportunidades y permitan arrebatar de las garras de la criminalidad a las comunidades campesinas, a los jóvenes, a los niños.
Jamundí también se merece la Paz Total de la que habla el presidente Gustavo Petro y que se le devuelva la tranquilidad, a la vez que se le garantiza la seguridad. Su población no aguanta más violencia ni puede seguir sometida por el terror.