Colombia
Monseñor Héctor Fabio Henao habla de la Paz Total de Petro: “No se puede decir que hay un fracaso”
El representante de la Iglesia Católica dice que el Catatumbo muestra lo urgente la presencia del Estado en las transformaciones territoriales.
Comprometido desde hace más de 30 años con el trabajo social y la resolución de conflictos en el territorio, monseñor Héctor Fabio Henao, se ha caracterizado por su cercanía con la comunidad, lo que le ha permitido conocer de primera mano la situación a la que se enfrentan las comunidades a causa del conflicto armado que lleva más de 50 años azotando las regiones.
Actualmente es el líder de la delegación para las Relaciones Iglesia-Estado por la Conferencia Episcopal de Colombia, razón por la cual conoce como pocos la situación del país y los procesos de paz que se llevan a cabo como parte de la Política de Paz Total de Gustavo Petro.
En entrevista con El País, contó cómo ve el futuro de esa apuesta por parte del Ejecutivo en las regiones, que se ha visto entorpecida por atentados y paros armados por parte de grupos armados como el ELN y disidencias de las exFarc en distintas zonas del país, como en Cauca y Chocó, en el Pacífico colombiano, y Arauca y el Catatumbo, en la frontera con Venezuela.

Recientemente usted recibió un honoris causa en Humanidades. ¿Qué lo motivó a tener esa afinidad con la comunidad y trabajar con ella?
Yo trabajé inicialmente en los años 80 en Medellín con distintas comunas populares y desde allá hice todo un trabajo de acercamiento a distintas problemáticas, y poco a poco fui interviniendo en algunos procesos concretos, sobre todo con la problemática muy fuerte del involucramiento de los jóvenes en las bandas. De hecho, en ese tiempo acompañé la primera negociación que ha habido en Colombia sobre paz urbana, que fue la que se hizo con las milicias populares. Fue una negociación que abrió la perspectiva de que es posible negociar la paz, no solo en sectores rurales, sino también en lo urbano.
¿Qué piensa que ha cambiado desde ese primer proceso y lo que está ocurriendo ahora con el Gobierno Petro y las distintas mesas de diálogo que se han abierto en el país?
Me parece que ha habido muchísimos cambios. En primer lugar, hemos avanzado en el país, han llegado a acuerdos muy importantes. El país ha podido explorar la posibilidad de unos acuerdos con mucha más extensión para transformar las causas de las conflictividades.
Por otra parte, pienso que el conflicto ha ido mutando cada vez más hacia el dominio territorial, la vinculación con el control de ciertas economías y el posicionamiento frente a lugares estratégicos del país.
Cuando este Gobierno hizo público su interés por comenzar diálogos de paz, especialmente con el ELN, hubo optimismo, pero esas negociaciones se detuvieron. ¿Qué posibilidad ve de que el proceso con esa guerrilla tenga futuro?
Las negociaciones con el ELN se habían congelado desde agosto del año pasado. Pero hay que tener en cuenta que ya el proceso había alcanzado los niveles más altos, históricamente hablando, de resultados en lo que ha sido la negociación con este grupo. Se ha tenido un cese al fuego de un año. Se firmó el Punto 1 de la agenda y se creó un mecanismo de participación social, que fue el Comité Nacional de Participación. Es decir, el proceso avanzó, tuvo logros muy importantes y después, por distintas circunstancias, llegó a una crisis, y finalmente se presentó la situación reciente del Catatumbo.
Creo que el proceso no ha terminado. Cada una de las partes ha dicho que está congelado o que está suspendido, pero ninguna ha asegurado que se haya terminado la opción de seguir buscando una salida negociada.
Monseñor, una de esas dificultades para el avance de ese proceso es que el ELN se dividió. ¿Cómo ha visto el acercamiento del disidente Frente Comuneros del Sur con el Gobierno?
Esa es una realidad muy compleja, bajo la perspectiva de las interpretaciones que existen, tanto del Frente como del Comando Central. Yo creo que aquí lo que se impone en este momento es seguir buscando alternativas para que el conjunto del ELN, que está bajo el Comando Central, siga encontrando espacios y avanzando en la búsqueda de soluciones para la problemática compleja del conflicto armado.
¿Considera que a esta altura del Gobierno, tras la apuesta que hizo al abrir diferentes negociaciones en simultánea, puede asumirse como un fracaso de la Paz Total?
Hoy, en el momento en que estamos en el país, no se puede decir que hay un fracaso de esa iniciativa. Todavía hay un trecho por recorrer por parte de este Gobierno y seguramente está avanzando en algunos sectores concretos. Lo que sí hay que asumir es que eso también deja lecciones y aprendizajes sobre cómo podemos seguir en esta transición larga hacia la paz. Porque esta es una transición, no hay que independizar esto de los Acuerdos que se hicieron en 2016, e incluso antes.
Debemos hacer esfuerzos por responder a comunidades que, en cierto momento, fueron consultadas, y que pusieron todas sus aspiraciones en la implementación de esos Acuerdos.

¿Cuál cree usted que es la mesa de diálogos que tiene más probabilidades de concretarse?
Todas estas mesas que hay en marcha todavía tienen una perspectiva de avance hacia la paz. En medio de las dificultades, las contingencias y las crisis normales que todos los procesos de paz suelen tener, los procesos no se han cerrado. A lo que aspiramos es a que se mantenga la apuesta efectiva, con una voluntad real, y se llegue a soluciones y acuerdos que permitan superar este capítulo tan doloroso del conflicto armado que ha vivido Colombia.
Hablemos de lo que está ocurriendo en el Catatumbo. Después de las ayudas que se movilizaron hacia esa zona del país y de decretarse la conmoción interior, ¿cuál es la situación que se está viviendo actualmente en esa región?
Yo tuve la oportunidad de estar en el Tarra. Pienso que la situación que yo viví allá, en ese escenario donde estuvieron las grandes organizaciones sociales, los grandes movimientos sociales del territorio, me mostró que la gente tiene muchas expectativas de que realmente el Estado ponga en marcha una serie de acciones con las cuales se comprometió desde hace mucho tiempo, una serie de compromisos relacionados con el Catatumbo, que significan que la presencia social y la presencia del Estado en las transformaciones territoriales es muy urgente.
¿Cuál cree que puede ser el papel de las comunidades del Catatumbo en la construcción de paz en ese territorio del país?
Pienso que existe una voluntad, dicha allí en la reunión que estuvimos en El Tarra, de muchos sectores de querer apostar y de querer aportar y participar en todo lo que es la transformación territorial. Me parece que, cuando tenemos escenarios humanitarios tan profundos como este, hay un tercero distinto de los que se han confrontado que tiene que jugar un rol muy importante, y es la comunidad.
Aquí, lo más importante, en nuestro criterio, es que realmente la gente del Catatumbo, y la comunidad en general, pueda sentir que hay una presencia que cobija y rodea el territorio de manera social, con respuestas efectivas y que le garantiza un estilo de vida digno.
Porque, cuando hablamos de enormes extensiones de producto de cultivo de coca, por ejemplo, la gran pregunta es de qué manera se garantiza otro estilo, otra forma de habitar el territorio.
Usted ha expresado que la solución a los conflictos existentes en el país pasa por atender necesidades estructurales de algunas regiones. Desde esa perspectiva, ¿sí le ve futuro a las negociaciones que se están adelantando con varios grupos armados en Colombia?
Creo que estas negociaciones irán madurando. Mi aspiración es que sigan madurando y se siga fortaleciendo un clima de confianza en las mesas. De qué manera, cómo, cuáles son los mecanismos que lo facilitan, eso hay que consensuarlo, pero yo espero que esta transición avance. Como dije, esta es una transición larga, compleja. A veces, ha resultado más difícil de lo que se pensaba, pero esta fórmula de un país en transición hacia un estilo de vida en paz es posible lograrlo, manteniendo la perspectiva de que debe ser un compromiso de toda la sociedad colombiana en su diversidad, pluralidad y en sus distintas expresiones.
El país necesita también avanzar sobre la base de la cohesión social hacia encontrar un proyecto de país compartido, donde podamos buscar alternativas frente a situaciones tan complejas como las múltiples violencias que tenemos.
Monseñor, ¿a lo largo de estos años en los que usted ha hecho parte de diferentes intentos por lograr acuerdos de paz en el país, ha sido amenazado?
No. Pienso que estas situaciones muchas veces implican complejidades, pero soy un hombre que mantiene una actitud de fe, y eso me ha ayudado muchísimo. Y pienso que el trabajo por la paz es un trabajo de colaboración con el plan que Dios tiene sobre la sociedad y sobre el ser humano. Eso me ha marcado mucho y me ha animado a mantener el deseo de colaborar en estas tareas.
Regístrate gratis al boletín de noticias El País
Te puede gustar