Opinión

Mi versión del Holocausto: Testimonio

Cuarenta años después de la toma del Palacio de Justicia, el M-19 reconoce que aquel acto marcó un punto de quiebre en su historia.

GoogleSiga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

En de El País recogió el testimonio de los familiares de víctimas y sobrevivientes del ataque.
Páginas interiores de El País con los titulares que narraron la tragedia del Palacio de Justicia. | Foto: El País

6 de nov de 2025, 10:31 a. m.

Actualizado el 6 de nov de 2025, 05:22 p. m.

Por: Diego Arias / especial para El País

No es fácil traer al tiempo presente un episodio de una guerra ya concluida, pero que aún habita con enorme dolor en lo más profundo del alma de la nación. Salvar esta enorme dificultad solo es posible dando cuenta con honestidad, humildad y espíritu crítico sobre lo que se hizo y lo que no es bueno que sea olvidado (menos aun imitado), enalteciendo siempre el repudio por la violencia y la desmesura que la guerra (toda guerra) conlleva. Este relato es un tributo a la Verdad que merecen y necesitan las víctimas y toda la nación.

Cuando ya la tragedia era inevitable, luego del ingreso de los tanques al Palacio de Justicia, y se presentó el incendio que consumía buena parte de la edificación, el desconcierto y una insondable tristeza ocuparon el ambiente del pequeño cuarto de una derruida casa campesina en el que un grupo de miembros de la Dirección Nacional del M19 y algunos combatientes seguíamos el curso de los acontecimientos desde lo alto de una montaña de Toribio, en el norte del Cauca.

En medio de un frio extremo y una espesa niebla, alrededor de una precaria fogata y apurando sorbos de café, Alvaro Fayad, por entonces máximo comandante del M19, rompió el silencio de aquella noche del 7 de noviembre de 1985 para sentenciar con voz quebrada: “Esto salió muy mal…!”.

Y dolorosamente ya nada volvió a ser igual, ni para el país, ni para esta guerrilla…

Diego Arias, columnista
Diego Arias, columnista | Foto: El País

Hasta pocos minutos antes, el M19 esperaba aun que se diera un cese al fuego y el desenlace de una crisis institucional que diera paso a una nueva coyuntura política en la que se configurara una especie de gobierno de “reconciliación y paz”, que era finalmente el objetivo de la operación de la toma del Palacio de Justicia, no el de quemar expedientes del narcotráfico.

La sentida y contundente expresión de Alvaro Fayad, compartida sin reparos por los allí presentes, incluido Carlos Pizarro, podía decir tal vez muy poco o quedarse corta de cara a la tragedia ocurrida, pero si mucho de un punto de no retorno desde el cual esa guerrilla inició un complejo proceso de reflexión autocrítica, del que transitó posterior y valientemente hacia un proceso de paz.

Palacio de Justicia: 40 años después, las heridas que el país no ha cerrado| El País Cali

Cuando se decidió la toma del Palacio de Justicia (“Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre”), el M19 se propuso en su delirio hacer un juicio al Presidente Belisario Betancur, acusándole de incumplir el acuerdo de “Tregua y Diálogo Nacional” que había sido pactado pocos meses antes en Corinto (Cauca) y terminó en la llamada “Batalla de Yarumales”, con el intento de asalto del ejército nacional al campamento central de la guerrilla.

De ser capaces de rechazar la retoma por las fuerzas del Estado, dependía enteramente el curso político de la operación y de la coyuntura que le seguiría. Pero los hechos tuvieron un fatal e inesperado desenlace, al que se sumó el desastre, no menos trágico, de la erupción del volcán Nevado del Ruiz y la consecuente avalancha sobre la población de Armero, que fue lo que posiblemente evitó la caída del gobierno de Belisario Betancur y el desarrollo de una crisis institucional de imprevisibles consecuencias.

En la sala de redacción de El País, periodistas siguieron minuto a minuto los reportes desde Bogotá.
Páginas interiores de El País con los titulares que narraron la tragedia del Palacio de Justicia. | Foto: El País

El M19 calculó mal su capacidad militar de poder enfrentar la retoma del palacio a partir del ingreso de equipos de guerra blindados y no previó los efectos políticos de su “audacia” en sectores poco propensos a negociaciones, y tratándose de una acción que no pretendía ser suicida, tampoco logró anticipar un desenlace con tan alto costo humano: el de la vida de magistrados, particulares, miembros de la fuerza pública y sus propios hombres y mujeres combatientes.

omo guerrilla, este acontecimiento fue crucial por dos razones: marca un punto de quiebre en la reflexión que ya se venía haciendo en el M19 sobre la toma del poder por las armas y en relación con los temas de la construcción de la democracia y la paz. La otra razón tiene que ver con el perdón y la reconciliación. Lo primero puso al M19 a cuestionarse el uso de las armas, lo cual, a pesar de la guerra cruenta que siguió, le llevó finalmente a firmar el acuerdo de paz en marzo de 1990.

Lo segundo hace posible sugerir que el holocausto del palacio es el hito trágico y doloroso desde el cual los excombatientes del M19 podemos reivindicar el valor de la vida, aceptar con grandeza nuestro error y pedir perdón con humildad.

De entre los escombros y las cenizas de esa devastación y desastre que fue la toma del Palacio de Justicia, la dirigencia del M-19, dos días después de los acontecimientos, dio la cara públicamente para asumir su responsabilidad. En el documento “El M-19 sí responde” se lee: “Asumimos claramente nuestra responsabilidad por esta acción, y lo hacemos con una mirada limpia, con dignidad y, sobre todo, con un dolor profundo por las vidas de todos los hombres y mujeres sacrificados...”.

Y pactar la paz fue parte entonces de una decisión valiente de rectificación en relación con la opción de la guerra para tomar el poder o lograr transformaciones y a lo largo de todos estos años, en distintos momentos y de diferentes maneras, sobre estos acontecimientos del 6 y 7 de noviembre de 2025, se han aceptado las responsabilidades y se ha pedido perdón.

Por supuesto, reclamar como algo heroico lo sucedido resulta inadmisible, bien sea para justificar tanto la toma del Palacio de Justicia por parte del M19 como la retoma por parte de las Fuerzas Militares. Porque aun en las peores guerras o conflictos existen hechos que serán siempre inadmisibles.

Hay que ganar en un esfuerzo honesto que convoque a todos los actores directamente involucrados, pero también al conjunto de la nación, como un aporte decisivo, honesto y necesario para sanar la herida.

*Autor del Libro Memorias de Abril (Editorial Planeta 2010)

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Colombia