Política
“La paz todavía no es un proyecto de Nación”: encargada de la Reincorporación habla de los nueve años del Acuerdo de Paz
Alejandra Miller, directora de la ARN, asegura que cerca del 90 % de quienes firmaron lo acordado en La Habana siguen comprometidos con la Paz. La estigmatización hacia los excombatientes, un punto a trabajar. Entrevista.
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24 de nov de 2025, 09:10 p. m.
Actualizado el 24 de nov de 2025, 09:10 p. m.
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“No hay manera de avanzar en la transformación territorial si no paramos la guerra. Y no hay manera de avanzar en la implementación si no paramos la guerra”, asegura Alejandra Miller, directora de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, ARN, a propósito de los nueve años de la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y la entonces guerrilla de las Farc, llevada a cabo el 24 de noviembre de 2016.
En entrevista con El País, durante la realización del evento ‘12 mil razones para continuar’, la funcionaria agrega que en su opinión “la Paz Total y la implementación del Acuerdo de Paz se complementan, no son contradictorias, como han querido decir en algunos sectores: ‘es que el Gobierno se dedicó solamente a la Paz Total y abandonó la implementación’. Eso no es verdad, necesitamos avanzar en la implementación, pero si no avanzamos en la Paz Total, la implementación se dificulta en los territorios en donde está hoy de nuevo el conflicto”.
A nivel de la reincorporación, ¿qué dificultades han identificado en estos nueve años de implementación del Acuerdo?
Cuando llegamos a la Agencia para la Reincorporación, hace ya casi tres años, encontramos, primero, un enfoque minimalista, y rezagos en términos de acceso a la tierra: se habían entregado apenas 800 hectáreas de tierra a firmantes del Acuerdo de Paz. Con la Agencia Nacional de Tierras, en este Gobierno hemos avanzado a 18.000 hectáreas entregadas a firmantes. No se les había entregado una sola vivienda: en este Gobierno hay 1500 viviendas entregadas, finalizadas y otras en proceso, en los ETCR.
Todavía sigue habiendo retos enormes: estamos hablando de 18.000 hectáreas de tierra y de 12.000 firmantes, pero vamos avanzando de manera importante. Sobre todo, hemos dejado una senda jurídica e institucional que permita que este camino avanzado en estos tres años no se regrese.

Usted ha dicho que el punto 3 del Acuerdo de Paz no es solo para quienes decidieron dejar las armas y firmaron la paz. ¿A qué se refiere?
Sí, el punto 3 aborda el tránsito de quienes dejaron las armas a la vida civil. Pero también es muy importante tener en cuenta que la reincorporación no es un tema solo de beneficios económicos o de la renta básica o el proyecto productivo. La reincorporación, en toda su integralidad, es una apuesta por la no repetición, y por eso es una apuesta por la paz. Lo que necesitamos es garantizar que estas personas que vienen de la guerra nunca más retornen a ella.
En un país en donde hay grupos armados que están en tantos lugares, a los primeros que buscan para ofrecerles que regresen a la guerra son a los firmantes y ellos, a pesar de todo, se han mantenido en la democracia y en la paz. Algunos se han ido, pero ha sido muy marginal el número de firmantes que han regresado a las armas. La gran mayoría siguen comprometidos y por eso es una apuesta por la paz, por la no repetición de la guerra, no un tema de beneficios individuales a personas, sino que es algo que beneficia al país entero.
Los reincorporados sostienen que todavía hay mucha estigmatización hacia ellos. ¿Qué se va a hacer desde la Agencia para mejorar esa situación que no permite la reconciliación del país?
Yo creo que el problema más grave que tenemos en este país es que la paz todavía no es un proyecto de Nación. Hemos visto cómo tenemos un presidente que fue guerrillero en algún momento y 35 años después de haber firmado la paz y haber hecho política todavía lo señalan de guerrillero. O sea, tenemos una cultura política que nos pone muy en el lugar del señalamiento y la estigmatización y creo que obedece justamente a que la paz no es un proyecto de nación, porque sigue habiendo muchos intereses económicos y políticos en que la paz no sea una realidad, porque hay intereses para que no se redistribuya la tierra, no se den más reformas sociales y políticas y entonces tenemos una cultura en la sociedad general que señala y estigmatiza.
Estos firmantes, casi 12.000, que aún siguen comprometidos con la paz, están trabajando en sus proyectos productivos para sostener a sus familias, están estudiando y haciendo muchas cosas en términos de la construcción de paz y democracia, pero aún se les señala como guerrilleros, como matones, secuestradores. Por eso, a veces es más difícil que consigan empleo, pero también, en los casos más graves, matan justamente por eso.

¿Una muestra de esa estigmatización es que hay muy pocos excombatientes trabajando en empresas privadas?
Tenemos aproximadamente tres mil firmantes que están empleados, la gran mayoría en el Estado, en la Unidad Nacional de Protección, en el servicio de escoltas de sus propios compañeros, eso es parte del Acuerdo de Paz. Y sí hay un reto enorme, ya tenemos en este momento, con el Pnud, en funcionamiento una estrategia de empleabilidad que contribuya a generar empleos dignos para los firmantes. Ya ellos y ellas estudiaron, hoy podemos decir que seis mil firmantes se graduaron del bachillerato y tenemos 300 que están en educación superior y son personas que podrían emplearse. Pero todavía tenemos que erradicar esas barreras de acceso al empleo y estamos trabajando en esa estrategia contra la estigmatización y en la estrategia de empleabilidad, para ver si el próximo semestre logramos enganchar 300 firmantes más en la empresa privada.
A propósito, ¿hasta cuándo los reincorporados van a seguir recibiendo la renta básica planteada en los Acuerdos de La Habana?
Esa es una pregunta muy interesante, porque cuando llegamos a la Agencia todo el mundo sabía en qué momento entraba la gente a los procesos de reincorporación, pero no cuándo salían. Ya construimos, a través del programa de reincorporación integral, unos indicadores que nos permiten saber el nivel de avance de los y las firmantes en su proceso de reincorporación.
La primera medición del indicador compuesto de reincorporación va a ser en febrero, y ahí ya vamos a ver cuáles ya están preparados para asumir su ciudadanía como personas que ya pueden hacer su vida por fuera del programa de reincorporación. Y seguramente vamos a tener otros firmantes que no han cumplido con esos indicadores, porque tienen distintas condiciones. Por ejemplo, tenemos más de dos mil firmantes con condiciones de discapacidad, entonces seguramente van a ir a un ritmo más lento.
El tema de la participación política fue fundamental para la firma de la Paz. En julio se terminan las curules en el Congreso para los excombatientes. ¿Qué tan fuerte ve al Partido Común para la próxima contienda electoral?
Es muy difícil saberlo, pero lo que sí estamos haciendo desde la ARN es fortalecer el proceso de participación política, porque creemos que ese es un factor de arraigo a la vida civil, como la vivienda, la familia, la tierra. Es decir, creemos que el firmante o la firmante que esté pensando en participar en la Junta Comunal o en ser candidato al concejo, la alcaldía o a la Gobernación está pensando en hacer transformaciones en democracia, no en regresarse a la guerra.
Entonces, lo que estamos haciendo es fortalecer las habilidades y capacidades de los firmantes para su participación y su liderazgo social y político. Ya hemos hecho convenios con la Universidad de Antioquia y la Nacional, diplomados para que ellos y ellas conozcan cuáles son las herramientas, pero también como se hace una campaña política, cuáles son los mensajes, cómo funciona el Estado, cosas que les sirvan justamente para ese camino.
Ya veremos qué pasa en el proceso mismo electoral, es muy difícil anticiparse, pero creemos que fortalecer, no solamente en términos de las curules en el Congreso, sino de otros escenarios de participación política local, es muy importante también para el arraigo.

Debe ser muy difícil tratar de implementar la Paz en los territorios cuando hay tantos grupos violentos acechando esas regiones…
Por eso decía yo que no hay manera de avanzar en la transformación territorial si no paramos la guerra. Y no hay manera de avanzar en la implementación si no paramos la guerra. O sea que la Paz Total y la implementación del Acuerdo de Paz se complementan, no son contradictorias, como han querido decir en algunos sectores: ‘es que el Gobierno se dedicó solamente a la Paz Total y abandonó la implementación’. Eso no es verdad, necesitamos avanzar en la implementación, pero si no avanzamos en la Paz Total, la implementación se dificulta en los territorios en donde está hoy de nuevo el conflicto.
Creo que tenemos que seguir trabajando en los dos sentidos: implementar en donde podamos hacerlo, hasta dónde logremos hacerlo, hasta donde la violencia nos lo permita, pero seguir avanzando en la Paz Total, porque, en la medida en que se avanza en ella, la implementación se profundiza mucho más.
Pero muchos sectores aseguran que la Paz Total no ha funcionado, que ha sido un error…
Yo fui Secretaria de Gobierno del Cauca, del 2016 al 2018, y pudimos ver el oasis impresionante de paz que hubo después de la firma del Acuerdo de Paz. Es muy lamentable que justamente después haya llegado un gobierno que no implementó el Acuerdo, porque es cierto, no lo implementó. Y yo creo que esa falta de implementación y de presencia del Estado en esos territorios de donde las Farc habían salido generó que estos grupos volvieran a aparecer, y es lo que estamos viviendo hoy. No fue este Gobierno el que fortaleció esos grupos. Cuando este Gobierno llegó, ya estaban. Yo lo sé porque vengo de ese territorio, pero sí creo que avanzar en las conversaciones, en las negociaciones, es necesario, porque es el camino.
Quienes venimos de esas regiones también sabemos que, rota una mesa de negociación, la única alternativa que nos queda es crear otra mesa de negociación, o la guerra. Pero quienes viven en Bogotá o en Cali levantan la mano de los bombardeos, de más guerra, de la militarización, pero quienes vivimos en los territorios, donde nos zumban las balas todo el día, sabemos lo que significa más guerra.
Yo no creo que sea un error, yo creo que es más difícil trabajar sobre la paz negociada, porque además son muchos actores y muy distintos a los que teníamos, son muy híbridos, también tienen intereses rentísticos, pero creo que no es equivocado que se persista en la negociación.
Olga Lucía Criollo es comunicadora social y magister en sociología de la Universidad del Valle, con más de 30 años de experiencia en el periodismo y 10 en docencia.
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