Colombia
Crisis en el Pacto Histórico por consulta presidencial: divisiones internas ponen a prueba la unidad del petrismo
Entre acusaciones por supuesta falta de garantías, choques internos y llamados a la unidad, el partido se enfrenta a un dilema que pone a prueba su cohesión y su futuro electoral en el 2026.
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19 de oct de 2025, 08:23 p. m.
Actualizado el 19 de oct de 2025, 08:23 p. m.
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A pocos días de la consulta interna del Pacto Histórico, programada para el 26 de octubre, la coalición que llevó a Gustavo Petro al poder atraviesa uno de sus momentos más tensos, ya que la decisión de Daniel Quintero de retirarse del proceso podría poner en riesgo su participación de cara a las elecciones del 2026, y se mantiene la incertidumbre por el futuro de la colectividad frente a las decisiones que aún debe tomar el Consejo Nacional Electoral (CNE).
De esta forma, el movimiento oficialista se debate entre su voluntad de mantener el proceso y las fracturas que evidencian un problema de cohesión.
Expertos consultados por El País coinciden en que el retiro del exalcalde de Medellín fue la chispa que encendió una crisis que ya venía gestándose.
“Estos retiros reflejan la profunda ruptura en la que se encuentra el Pacto Histórico. No han interpretado de manera uniforme el legado de Petro y hoy los estilos discordantes fracturan al electorado”, explica el analista político Enrique Serrano, quien considera que ese movimiento político “se mueve entre posiciones muy extremas” y enfrenta una transformación similar a la que viven las izquierdas latinoamericanas.

Para Yann Basset, politólogo de la Universidad del Rosario, el problema no es solo político sino también institucional: “Las decisiones del Consejo Nacional Electoral han sido confusas. Hay un vacío normativo sobre la fusión de partidos y sobre cómo deben realizarse estas consultas. En ausencia de reglas claras, el Consejo debería promover la participación democrática y la racionalización del sistema de partidos, pero está haciendo lo contrario”.
El analista recuerda que la consulta podía hacerse bajo el paraguas del Polo Democrático, partido con personería jurídica, sin afectar a los demás precandidatos. Sin embargo, el CNE determinó que, al involucrar a tres partidos: el Polo, la UP y el Comunista, debía considerarse interpartidista.
El analista político Eduardo Llano interpreta la jugada de Quintero como una estrategia calculada: “Al salirse, revienta la consulta por dentro. Deja sin sentido político el proceso y refleja cómo la ley y las instituciones colombianas bloquean la participación. Es una salida que puede parecer en falso, pero le permite reposicionarse de cara a la campaña”.
Pero en medio de la confusión por las consecuencias de su retiro de la consulta, Quintero explicó los motivos que lo llevaron a dar un paso al costado: sostuvo que participar en la consulta del 26 de octubre lo habría inhabilitado para presentarse en la elección de marzo.
A su juicio, este mecanismo dejó de ser interpartidista, lo que, según la ley, impediría que el ganador vuelva a participar en otro proceso similar.
También señaló errores en la redacción del tarjetón que, en su interpretación, lo obligarían a ir a la primera vuelta y “cumplir lo estipulado en el tarjetón como si fuera un contrato. Es decir, que tenía que ir directamente a mayo o pagar los más de $ 200.000 millones que vale la consulta”, afirmó.
Además, aseguró que “hay una estrategia de la derecha para sabotear el Frente Amplio. No vamos a caer en la trampa. Dado que nunca autoricé mi inscripción a una consulta interpartidista del Polo, la UP y el Partido Comunista”.
Sin embargo, esta decisión podría sacarlo de la contienda electoral. Frey Alejandro Muñoz, subdirector de MOE, argumenta que el exalcalde de Medellín “no podría participar en la consulta del Frente Amplio ni en las presidenciales de 2026. La ley 1475 de 2011 establece que, aun si renuncia, quien se inscribe en una consulta se entiende como participante formal y debe acatar sus resultados”.
Muñoz agregó que, según el calendario electoral, el edicto de inscripción cerró el 26 de septiembre, por lo que “ya no hay margen legal para retirarse sin consecuencias”.

De acuerdo con la norma, el precandidato debe apoyar al ganador del proceso en el que se inscribió y no puede presentarse por otro partido o coalición en el mismo ciclo electoral.
Este riesgo puso en aprietos a Quintero, que ahora le pidió al Polo Democrático y a los otros partidos que aclaren su inscripción “no autorizada”.
Mientras tanto, el Comité Político del Pacto reafirmó que la consulta se mantiene en pie y que la renuncia de Quintero no altera su determinación. El movimiento insistió en que el proceso conserva su carácter partidista y convocó a la ciudadanía a votar el 26 de octubre.
El pronunciamiento también advirtió que se solicitará a la Procuraduría la instalación de una mesa de garantías electorales y la certificación formal del carácter partidista del proceso.
Y efectivamente, los dos precandidatos, Carolina Corcho e Iván Cepeda, confirmaron su participación. “Seguimos firmes en nuestra participación. Ni un paso atrás”, dijo ella y Cepeda pidió al CNE certificar por escrito que la consulta es partidista: “Lo que necesitamos es que se haga con todas las garantías”.
En medio del revuelo, el presidente Gustavo Petro defendió el derecho de su movimiento a participar. “Yo soy de Colombia Humana, partido que fundé y que fue la segunda fuerza electoral en 2018. Ahora toda Colombia Humana, al decidir entrar al Pacto Histórico por mi solicitud, me hago militante del Pacto”, escribió.
Para Sergio Guzmán, analista político, lo ocurrido es un reflejo de la pérdida de control dentro del bloque oficialista: “El petrismo está intentando desvirtuar la integridad de las elecciones sabiendo perfectamente las reglas, están allanando el camino para no aceptar la derrota”.
También destaca casos similares al de Daniel Quintero: “Hay precedentes claros, como el caso de Humberto de la Calle en 2018, cuando la ley determinó que quien participe en una consulta no puede volver a hacerlo en otra dentro del mismo proceso electoral. Lo de Quintero es fácil de explicar: el oficialismo sabe que va a perder y está sembrando dudas sobre la legitimidad del proceso”.

Guzmán agrega que la renuncia del exalcalde de Medellín beneficia indirectamente a otros liderazgos políticos: “Roy Barreras está viendo cómo, sin hacer nada, la consulta del Pacto se desmorona, abriéndole el camino a su aspiración por el Frente Amplio. Es un show político para mantener viva la narrativa de persecución y justificar anticipadamente una derrota para no reconocer el resultado”.
Por su parte, el analista Álvaro Benedetti opina que la crisis no es solo coyuntural sino estructural: “El Pacto no ha logrado consolidar un sistema interno de decisiones. Los intereses individuales pesan más que los colectivos y eso erosiona la autoridad moral del proyecto que llevó a Petro al poder”.
En la misma línea, el analista John Mario González advierte que la falta de claridad institucional agrava la desconfianza. “Estamos recorriendo un camino peligroso de desinstitucionalización electoral. Hay improvisación monumental y eso pavimenta la narrativa de persecución política que el Pacto ha utilizado con éxito en el pasado”, afirma.
Con el reloj corriendo hacia el 26 de octubre, la consulta del Pacto Histórico se mantiene como una cita decisiva, pero también incierta. Aun cuando el movimiento insiste en seguir adelante, las dudas jurídicas, los desacuerdos internos y las tensiones entre sus liderazgos dejan en evidencia que el reto no será solo elegir un candidato, sino recuperar la confianza en su propio proceso.
Para Enrique Serrano, “lo que ocurra en esta consulta será apenas un capítulo de una transformación más profunda que vivirán las izquierdas en Colombia y América Latina en los próximos meses”.
En los próximos días se sabrá si la coalición logra sortear esta tormenta sin fracturarse o si los cuestionamientos alrededor de la consulta marcarán un punto de inflexión. Por ahora, el panorama deja abiertas varias incógnitas: el papel que jugará Daniel Quintero con una posible inhabilidad, el rumbo que tomará el Frente Amplio y, sobre todo, la capacidad del petrismo para mantenerse unido.