Editorial

Y ahora, una constituyente

El riesgo en el que se encuentra la democracia colombiana es real, si el presidente Gustavo Petro insiste en saltarse el orden constitucional.

El Congreso de la República conciliación
El Congreso de la República. IMAGEN DE REFERENCIA. | Foto: GUILLERMO TORRES REINA / SEMANA

22 de jun de 2025, 02:56 a. m.

Actualizado el 22 de jun de 2025, 02:57 a. m.

Ahora es una asamblea nacional constituyente la que pretende adelantar el presidente Gustavo Petro. Preocupa su incapacidad, o las malas asesorías del círculo legal que lo rodea, para entender que su poder tiene unos límites establecidos, no porque lo dice la oposición sino porque es lo que dicta la Constitucional Nacional, precisamente la salvaguarda del Estado Social de Derecho que rige a una Democracia como la colombiana.

Apenas conciliada la reforma laborar en el Legislativo y derogado desde Casa de Nariño el decreto en el que se llamaba a una consulta popular para el 7 de agosto, mecanismo de participación ciudadana negado dos veces en el Congreso de la República, que días antes había sido suspendido por el Registrador Nacional y posteriormente por el Consejo de Estado, el Primer Mandatario habló de convocar en las próximas elecciones a una constituyente.

Si bien es otra idea lanzada al aire, sin los fundamentos jurídicos requeridos como lo explican los especialistas, su intención de generar ruido, encender a sus bodegas en las redes sociales y tratar de desestabilizar a la Nación, queda cumplida. Parecieran ser acciones desesperadas, a poco más de un año de terminar su gobierno, cuando su imagen desfavorable sigue en bajada y ronda ya el 62%, mientras aumenta la incertidumbre sobre el futuro del país debido a sus decisiones políticas y económicas, como la suspensión de la regla fiscal o las medidas tributarias adoptadas recientemente.

Por esa misma desesperación es que podrían entenderse los nombramientos en su gabinete durante los últimos meses, sin duda el más polémico el del cuestionado e investigado Armando Benedetti, ahora ministro del Interior, así como el del exfiscal Eduardo Montealegre como ministro de Justicia, quien pareciera estar interpretando la Carta Magna y las leyes según las pretensiones del Jefe de Estado.

De Alfredo Saade, nuevo jefe de gabinete presidencial, poco más se puede cuestionar. Petrista consumado, el falso pastor evangélico –ninguna asociación de iglesias cristianas lo reconoce como tal-, ha sido controvertido, entre otros asuntos, por pedir el cierre del Congreso y que se convoque a una constituyente, por estar a favor de la reelección de su jefe político o por insistir en que se censure a medios de comunicación.

Él será el encargado de coordinar y alinear a los ministros, del relacionamiento con los demás entes del Estado y organismos internacionales, así como de determinar la agenda del Primer Mandatario, entre otros asuntos importantes. De tal tamaño es el poder que se le confiere a Saade en el Gobierno durante la actual coyuntura.

El riesgo en el que se encuentra la democracia colombiana es real si el presidente Gustavo Petro, insiste en saltarse el orden constitucional.

Es el momento de exigir nuevamente que desde el Gobierno Nacional se apliquen las leyes de la Nación con todo el rigor con el que están establecidas. Así mismo, que se respete el Estado Social de Derecho que rige en el país, lo que incluye acatar la separación e independencia de los poderes públicos tal como lo ordena la Carta Política de Colombia.

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Editorial