Editorial
No más casetas de adorno
Ni la Personería ni la Contraloría distritales investigaron a tiempo el tema, lo dejaron pasar, lo que llevó a que nunca se establecieran responsables disciplinarios ni fiscales por el desfalco...

21 de jun de 2025, 01:21 a. m.
Actualizado el 21 de jun de 2025, 01:21 a. m.
No es posible que a estas alturas, más de dos décadas después de su construcción, las casetas o ‘Bibliotecas de la Calle’ ubicadas en los andenes de Cali se encuentren sin utilizar, siendo un monumento al desperdicio de los dineros públicos.
Se trata de los pequeños módulos verticales que están instalados usualmente cerca de los paraderos del MÍO, como ‘cajas metálicas’ a lo alto que parecieran cumplir con una función, pero que realmente solo ocupan un espacio.
Hay 160 de estos elementos en la ciudad y fueron instalados durante la alcaldía de Ricardo Cobo, al inicio de este siglo, con la intención de ser entregados a los vendedores informales para su organización en la ciudad, pero la planeación y ejecución fue tan deficiente que nunca hubo acuerdo para ponerlos a operar, debido a que el tamaño fue considerablemente menor al que esperaban los comerciantes.
Estos elementos hacen parte de un contrato en el que Cali le pagó $29.200 millones a la empresa Eucol y hoy en día no hay rastro de ese recurso ni el beneficio que dejó para los caleños, lo cual también da mucho de qué hablar sobre los entes de control. Ni la Personería ni la Contraloría distritales investigaron a tiempo el tema, lo dejaron pasar, lo que llevó a que nunca se establecieran responsables disciplinarios ni fiscales por el desfalco, y Cali tampoco vio que se regresara el recurso invertido.
Se convirtió en un proyecto más en la lista de irregularidades en el que los entes han brillado por su ausencia. Recién en 2020 la Contraloría de Cali se interesó en el tema, cuando ya se había consumado el plazo de responsabilidad fiscal, y el resultado fue el mismo: nadie respondió por lo ocurrido.
Poco y nada se puede hacer sobre lo pasado. El contrato con Eucol terminó en 2021 y es responsabilidad de la actual Administración encontrarles una utilidad a estas casetas, que siguen acumulando polvo y siendo un lienzo ideal para otro mal crónico de Cali, como lo es la publicidad exterior.
Lo primero debería ser continuar el proceso e intentar entregar estos espacios finalmente a los vendedores informales, algo que, al parecer, estaría avanzando a paso bastante lento. Según conoció este diario, entre la Alcaldía y la agremiación de los comerciantes se han venido pasando la pelota en las mesas de trabajo, por lo que aún no hay luces sobre lo que se hará.
Si en definitiva no se logra hallarles un uso, sería pertinente considerar su desmonte y la utilización de sus materiales en otros procesos beneficiosos para los caleños, pero las casetas no pueden seguir siendo un mal recuerdo de un proyecto de ciudad que fracasó.
Valga además la oportunidad para recordar todo el mobiliario urbano que enfrenta una situación similar, con averías, sin uso, falta de mejoramiento y con el deterioro que supone el tiempo, el sol y la lluvia.
Algunos ejemplos son: paraderos del MÍO dañados, mobiliario de publicidad sin pauta, parques sin mantenimiento y en desuso, bebederos fuera de operación en plazas y bulevares, bancas que no ven limpieza hace un tiempo, entre otros. Alcalde, a estos también hay que echarles un ojo, por favor.