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Editorial

Los ‘peros’ del transfuguismo

Es cierto que en Colombia algunos partidos se han visto afectados por personas que han acumulado mucho poder y que en ocasiones eso ha redundado en profundas divisiones internas...

ChatGPT predijo algunos de los hechos más importantes que le esperan a Colombia.
Los ‘peros’ del transfuguismo | Foto: Getty Images

Editorial

13 de abr de 2025, 01:43 a. m.

Actualizado el 13 de abr de 2025, 01:43 a. m.

“Con 31 organizaciones políticas, y esta posibilidad de cambiarse de un partido a otro, estamos privatizando las curules. Es decir, la curul no pertenecería a una postura ideológica sino al que quedó electo”.

Así de contundente fue la directora de la Misión de Observación Electoral, MOE, luego de que esta semana la Comisión Primera del Senado aprobara, en el quinto de ocho debates, el proyecto de acto legislativo que busca permitir el transfuguismo. Esto es, que un congresista, un diputado o un concejal pueda pasarse a una colectividad distinta a aquella por la que fue elegido, sin incurrir en las sanciones por doble militancia que contemplan las normas electorales vigentes.

Pero, ¿por qué esto atentaría contra la democracia colombiana, como lo aseguran la MOE, unos pocos legisladores y varios académicos?

Primero hay que decir que, para que esta “silenciosa” iniciativa de transfuguismo se convierta en ley, deberá ser aprobada antes del próximo 20 de junio, lo cual no parece difícil, ya que en la Comisión Primera, 14 de 16 senadores le dieron el sí, incluyendo integrantes del Pacto Histórico y la Alianza Verde, pero también de los partidos Centro Democrático, Liberal, Conservador y Cambio Radical.

Así las cosas, se estaría hablando de que los actuales congresistas, diputados y concejales podrían presentarse por otra fuerza política para los comicios del año entrante, lo cual hoy está prohibido, pues años atrás se llegó al consenso de que una democracia sólida necesita contar no con muchos partidos, sino con colectividades robustas y de principios firmes, sobre todo a la hora de entregarles el aval a sus candidatos.

Sin embargo, en muchas de las 31 organizaciones políticas registradas actualmente ante el Consejo Nacional Electoral, no se advierten procesos democráticos internos para la escogencia de candidaturas o la toma de decisiones frente a los temas de interés del país, sino que lo que parece primar en la mayoría son los personalismos. Lo paradójico es que algunos de quienes defienden esta reforma argumentan que hoy por hoy se está coartando la libertad de los miembros de las colectividades.

Es cierto que en Colombia algunos partidos se han visto afectados por personas que han acumulado mucho poder y que en ocasiones eso ha redundado en profundas divisiones internas, como ha sucedido en el liberalismo, y recientemente en la Alianza Verde. Pero es claro que el transfuguismo no es la solución a esas diferencias, que más bien surgen cuando los intereses particulares priman sobre los de una colectividad.

Acá el problema es que se va a generar mucha confusión porque, si un senador, diputado o concejal cambia de partido, los ciudadanos ya no sabrán con exactitud cuáles son las ideas que sus elegidos defenderán en esas corporaciones, y si aún se sienten representados por quienes votaron, ya que daría la sensación de que las curules serían sus objetos personales y no un espacio que encarna los intereses de un grupo social.

Pero, además, de modificarse los dos artículos de la Constitución implicados en este proyecto, se favorecería el clientelismo, pues siempre será más fácil ‘negociar’ con una persona que con muchas.

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