Opinión
La mala hora de las FF.AA.
Según datos del Ministerio de Defensa, entre enero y marzo de este año fueron asesinados 41 militares y policías, la cifra más alta desde 2021...

11 de may de 2025, 01:05 a. m.
Actualizado el 11 de may de 2025, 01:05 a. m.
El 2025 está siendo aciago para las Fuerzas Armadas de Colombia. A los asesinatos de uniformados, la reducción del presupuesto, la obsolescencia de sus equipos y serias dudas sobre la eficacia de la inteligencia militar, se suman los rumores sobre nuevas infiltraciones del crimen en sus filas, mientras continúa el desmantelamiento de la cúpula militar con la salida de oficiales de mayor rango, experiencia y conocimiento tanto estratégico como táctico.
Es la crisis más grave en años recientes, que tiene origen en el fracaso de la llamada paz total, pero también en la que pareciera ser la intención del gobierno de izquierda de Gustavo Petro de reducir el poder de la Fuerza Pública -indispensable para combatir el crimen-, sin importar que con ello se afecten el bienestar, la moral y el honor de las tropas.
Según datos del Ministerio de Defensa, entre enero y marzo de este año fueron asesinados 41 militares y policías, la cifra más alta desde 2021, que además muestra un incremento del 127 % si se compara con los casos ocurridos en el mismo periodo de 2024. A ello se suman los 23 uniformados ultimados en abril por el llamado ‘plan pistola’ ordenado por el Clan del Golfo, la organización criminal que se expande por el territorio nacional y multiplica sus negocios ilícitos y los ataques violentos, pese a lo cual el Gobierno Nacional mantiene vigentes los diálogos con ese grupo.
Imposible negar el deterioro del orden público en el país desde que Gustavo Petro asumió el poder en agosto de 2022. La laxitud que ha tenido con los más disímiles grupos alzados en armas o con la delincuencia organizada, con quienes el Ejecutivo se ha sentado a la mesa de negociación sin imponer condiciones, ha llevado a que estos se reorganicen, crezcan, se expandan y le ganen en muchos casos el pulso a las fuerzas del orden.
El recorte por cerca de $ 700 mil millones en los presupuestos de 2025 para el Ejército, la Fuerza Aeroespacial, la Armada y la Policía Nacional, ha significado tener que reducir recursos destinados a equipos de combate, estrategias de inteligencia y seguridad y recurso humano. Es de conocimiento público el alto número de helicópteros en tierra por falta de mantenimiento, o la cantidad de vehículos de la Fuerza Pública dados de baja por obsolescencia que no han podido reemplazarse.
Los llamados de auxilio de soldados y policías en medio de ataques contrastan con la lentitud de la respuesta militar en el envío de apoyo, a veces por las dificultades del terreno, pero en su mayoría porque no hay posibilidad de reacción inmediata. Expertos aseguran que la inteligencia militar está reducida a su mínima expresión, que las estrategias fallan y que el desconsuelo de las tropas crece a la par de las afectaciones a su moral.
Mientras tanto se denuncian desde el alto nivel del Gobierno infiltraciones de grupos ilegales en las filas oficiales así como hechos de corrupción dentro de la Fuerza Pública, sin que se especifique si las actuaciones de la Justicia castrense o la civil están dando resultados.
Mantener la integridad, y el honor de las Fuerzas Armadas es imperativo, como lo es salir en defensa de la institucionalidad. Hay que salvaguardar a los miles de hombres y mujeres que cada día exponen su vida para proteger a los colombianos y devolverles su tranquilidad.