Editorial
Balance de confrontaciones
El inicio de la campaña para elegir Congreso y Presidente de la República permiten prever que las tensiones estarán todavía más marcadas durante el último tramo del período constitucional del actual Legislativo.
24 de jun de 2025, 01:45 a. m.
Actualizado el 24 de jun de 2025, 01:45 a. m.
Como ya había sucedido en la segunda legislatura, la confrontación fue la principal característica durante el tercer año de sesiones ordinarias del Congreso de la República, que concluyó el pasado viernes.
No porque el contrapunteo entre los integrantes del Senado y la Cámara de Representantes haya estado especialmente álgido, si no porque el presidente Gustavo Petro ha terminado por convertirse en actor principal del actual periodo en el Capitolio, sobre todo por cuenta de las disputas entre él y los jefes del Senado, donde el primero no tiene mayorías.
Sucedió antes con el hoy detenido Iván Name y ocurrió en esta tercera con el saliente presidente Efraín Cepeda, quien en no pocas ocasiones tuvo que recordarle al Jefe de Estado que la Constitución colombiana consagra la separación de los poderes públicos y que, por lo tanto, el Congreso no tenía que votar todo tal como él lo deseara, así él insistiera en amenazar con llamar a las calles al “constituyente primario”, como no ha dejado de hacerlo.
Aun así, en el segundo semestre del año pasado la Cámara alta le hundió al Ejecutivo el Presupuesto General de la Nación para este 2025, así como la reforma tributaria con la que pretendía tapar el hueco fiscal de doce billones de pesos, votaciones que, sin duda, inclinaron la balanza en favor de la oposición.
Sin embargo, por cuenta de una ligereza de los integrantes de la Comisión Séptima del Senado, que en abril pasado decidieron archivar la reforma laboral sin someterla a la discusión de la plenaria, el nivel de confrontación entre la Casa de Nariño y esa corporación tomó forma de consulta popular, sobre todo porque el presidente Petro aseguró estar dispuesto a convocarla, incluso después de que el Congreso la rechazara, si no se aprobaba dicha iniciativa.
Hoy, al término de la legislatura, el Gobierno Nacional celebra que la mayoría de sus postulados en materia laboral se convertirán en ley, pero queda el sinsabor de que, si bien es evidente que el país estaba en deuda con los trabajadores, las intimidaciones de los defensores del proyecto impidieron que se hubiera conseguido una normativa más equilibrada.
Dicho antecedente, ahora complementado por una confusa propuesta de asamblea constituyente, y el inicio de la campaña para elegir Congreso y Presidente de la República permiten prever que las tensiones estarán todavía más marcadas durante el último tramo del período constitucional del actual Legislativo.
Un panorama que resulta preocupante, dado que el Senado deberá volver a discutir la reforma a la salud, considerada ‘la joya de la corona’ del Gobierno Petro, que seguramente, luego de sacar adelante la laboral y, al parecer, la pensional, recurrirá a todo tipo de estrategias para quitarse la espina con la Comisión Séptima de esa corporación, que en abril de 2024, contra todo pronóstico, la hundió.
Así las cosas, es claro que los congresistas, entendiendo sus aspiraciones políticas, no podrán ser inferiores al mandato que los ciudadanos les dieron en las urnas, mientras que el resto de la institucionalidad deberá estar atenta a seguir conteniendo los excesos de un Ejecutivo que quiere que se legisle a su amaño.