Editorial
Guerra arancelaria
China considera que la de Trump es una medida chantajista, que no cederá a sus presiones y que va a “combatir los aranceles hasta el final”...

El comercio mundial vivió ayer, literalmente, un ‘9 de abril’ con la entrada en vigencia de las tarifas arancelarias impuestas por el gobierno del presidente Donald Trump a los productos que ingresan al mercado estadounidense desde distintos lugares del mundo.
Una guerra arancelaria y comercial colmada de incertidumbre y enfilada especialmente hacia China, país al que Washington le elevó los aranceles, en principio, en un 54 % y al que el gigante asiático respondió con un gravamen del 28 % a los artículos importados desde esa nación norteamericana.
Convertido ahora en un pulso que amenaza con arrastrar el mundo entero hacia una recesión económica, Trump contratacó a Pekín como represalia por ser el único Gobierno que desafió sus decisiones, y elevó al 125 % el gravamen a los artículos que ingresan desde ese país a suelo estadounidense. China, por su parte, elevó los aranceles al 84 % a partir de este jueves.
Para el Mandatario de EE. UU. los aranceles a las importaciones chinas, además de ser una medida proteccionista a la economía de su país de lo que él considera que por años ha sido una estafa por parte de Pekín, es una sanción a la nación asiática por tolerar el tráfico de sustancias químicas para la producción de fentanilo, la droga sintética que más adicción genera y más personas mata cada año en su país.
China considera que la de Trump es una medida chantajista, que no cederá a sus presiones y que va a “combatir los aranceles hasta el final” y con las herramientas que tiene para compensar la turbulencia económica, aumentando el riesgo de escalar esta guerra comercial a una confrontación centrada en honores y egos.
El simple anuncio de un aumento en las tasas arancelarias por parte de la Casa Blanca a los productos que importa desde diferentes lugares del planeta generó pánico bursátil en el mundo y las principales bolsas de valores se desplomaron en tres días y registraron caídas acumuladas de hasta 10 % y 15 %.
Un panorama poco esperanzador y que demanda de toda la diplomacia internacional para buscar una salida negociada a esta crisis comercial, mediante un diálogo directo que genere compromisos reales, y no limitar el manejo de las relaciones exteriores a los aplausos o a los likes de cibernautas en las redes sociales.
Detrás de la guerra arancelaria no está en juego solamente el poder y la hegemonía económica de Estados Unidos y de China; lo que se está debatiendo allí son los intereses de ocho mil millones de consumidores alrededor del planeta, el futuro de millones de empresas y, por ende, el empleo y la economía de 195 países.
Está el mundo entonces frente a un momento crucial en el que es necesario guiarse por principios económicos que tengan como base la cooperación, la solidaridad y el acuerdo como pilares de una paz económica estable, y no circunstancias resueltas de manera temporal y construidas artificialmente sobre la base de la presión y la fuerza.
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