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Editorial

Guerra arancelaria

China considera que la de Trump es una medida chantajista, que no cederá a sus presiones y que va a “combatir los aranceles hasta el final”...

Xi Jinping y Donald Trump
Una guerra arancelaria y comercial colmada de incertidumbre y enfilada especialmente hacia China, país al que Washington le elevó los aranceles, en principio, en un 54 % y al que el gigante asiático respondió con un gravamen del 28 % a los artículos importados desde esa nación norteamericana. | Foto: Getty

Editorial .

10 de abr de 2025, 02:43 a. m.

Actualizado el 10 de abr de 2025, 02:45 a. m.

El comercio mundial vivió ayer, literalmente, un ‘9 de abril’ con la entrada en vigencia de las tarifas arancelarias impuestas por el gobierno del presidente Donald Trump a los productos que ingresan al mercado estadounidense desde distintos lugares del mundo.

Una guerra arancelaria y comercial colmada de incertidumbre y enfilada especialmente hacia China, país al que Washington le elevó los aranceles, en principio, en un 54 % y al que el gigante asiático respondió con un gravamen del 28 % a los artículos importados desde esa nación norteamericana.

Convertido ahora en un pulso que amenaza con arrastrar el mundo entero hacia una recesión económica, Trump contratacó a Pekín como represalia por ser el único Gobierno que desafió sus decisiones, y elevó al 125 % el gravamen a los artículos que ingresan desde ese país a suelo estadounidense. China, por su parte, elevó los aranceles al 84 % a partir de este jueves.

Para el Mandatario de EE. UU. los aranceles a las importaciones chinas, además de ser una medida proteccionista a la economía de su país de lo que él considera que por años ha sido una estafa por parte de Pekín, es una sanción a la nación asiática por tolerar el tráfico de sustancias químicas para la producción de fentanilo, la droga sintética que más adicción genera y más personas mata cada año en su país.

China considera que la de Trump es una medida chantajista, que no cederá a sus presiones y que va a “combatir los aranceles hasta el final” y con las herramientas que tiene para compensar la turbulencia económica, aumentando el riesgo de escalar esta guerra comercial a una confrontación centrada en honores y egos.

El simple anuncio de un aumento en las tasas arancelarias por parte de la Casa Blanca a los productos que importa desde diferentes lugares del planeta generó pánico bursátil en el mundo y las principales bolsas de valores se desplomaron en tres días y registraron caídas acumuladas de hasta 10 % y 15 %.

Un panorama poco esperanzador y que demanda de toda la diplomacia internacional para buscar una salida negociada a esta crisis comercial, mediante un diálogo directo que genere compromisos reales, y no limitar el manejo de las relaciones exteriores a los aplausos o a los likes de cibernautas en las redes sociales.

Detrás de la guerra arancelaria no está en juego solamente el poder y la hegemonía económica de Estados Unidos y de China; lo que se está debatiendo allí son los intereses de ocho mil millones de consumidores alrededor del planeta, el futuro de millones de empresas y, por ende, el empleo y la economía de 195 países.

Está el mundo entonces frente a un momento crucial en el que es necesario guiarse por principios económicos que tengan como base la cooperación, la solidaridad y el acuerdo como pilares de una paz económica estable, y no circunstancias resueltas de manera temporal y construidas artificialmente sobre la base de la presión y la fuerza.

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