Editorial
El Papa que se necesita
La Tierra espera que el Pontífice número 266 represente una voz de esperanza, tolerancia, caridad y humanidad, que contribuya a mantener el equilibrio en un mundo...

7 de may de 2025, 03:33 a. m.
Actualizado el 7 de may de 2025, 03:33 a. m.
Expectante, el mundo estará pendiente desde hoy del cónclave que ya reúne a 133 cardenales llegados a Roma desde distintos rincones de la Tierra para elegir al sucesor del Papa Francisco: la persona que deberá ser el guía espiritual de 1400 millones de católicos existentes en todo el planeta y, al mismo tiempo, el jefe de Estado del Vaticano.
Es por eso que, en un momento de la historia especialmente marcado por la rápida circulación de la información y la proliferación de las redes sociales, llama la atención que los ‘príncipes de la Iglesia’ logren desde esta mañana mantenerse totalmente alejados del mundo exterior hasta que el humo blanco anuncie que hay un nuevo Pontífice.
Pero de lo que los cardenales no han podido sustraerse es de los pronósticos y las cábalas que, incluso desde que el Santo Padre estaba en su lecho de enfermo, se han hecho sobre el próximo Papa. ¿Progresista?, ¿conservador?, ¿dogmático? Estos calificativos y otros buscan definir al menos cómo debería ser quien inevitablemente será comparado con Francisco, que a lo largo de sus doce años en el Vaticano dejó una profunda huella en la Iglesia y en el mundo.
En la Iglesia, porque su preferencia por los más necesitados y los marginados, así como su humildad a toda prueba fueron sus mayores características, encontrando no poca resistencia al interior del clero más ortodoxo, poco dado a aceptar las reformas que requiere el catolicismo para enfrentar los desafíos espirituales de los nuevos tiempos.
Y en el mundo, porque, apelando a su condición de Jefe de Estado, Jorge Mario Bergoglio no se silenció ante sus homólogos de países como Israel, Ucrania, Rusia y Estados Unidos, sino que les hizo incesantes llamados a la pacificación y la reconciliación, al tiempo que denunciaba en todos los rincones del orbe la urgencia de cuidar la Casa Común y reclamaba el derecho de la Humanidad a un desarrollo igualitario.
Qué sucesor de Pedro es el que se necesita hoy, es entonces la pregunta que ronda tanto a los feligreses católicos como a la comunidad internacional, a veces tan desunida y desolada frente a temores cada vez más recurrentes como la posibilidad de que el uso indiscriminado de armas nucleares y los afanes expansionistas de algunas de las naciones más poderosas deriven en una tercera guerra mundial.
Y lo único claro es que, partiendo de la fe cristiana, los seguidores de la Iglesia se mantendrán en actitud orante todo el tiempo que los cardenales permanezcan deliberando y votando en la Capilla Sixtina, con la confianza de que el nombre que se pronuncie después del ya legendario ‘habemus papam’ suscitará en ellos y en él cercanía, diálogo, valentía pastoral, unidad, oración, discernimiento y misericordia.
Pero también es evidente que la Tierra espera que el Pontífice número 266 represente una voz de esperanza, tolerancia, caridad y humanidad, que contribuya a mantener el equilibrio en un mundo cada vez más plagado de guerras y divisiones, y en el que el poder parece concentrarse más en quienes insisten en negar realidades tan contundentes como el cambio climático que amenaza con destruir todo el planeta.