Editorial
El futuro del aeropuerto
La región requiere mayor conectividad, ser un nodo aéreo para el suroccidente del país y una alternativa al aeropuerto El Dorado de Bogotá.
La semana pasada el Valle del Cauca celebró la decisión del Ministerio de Transporte, que determinó prorrogar, por un año más, el contrato de concesión que se tiene hace más de dos décadas con la firma Aerocali para la operación del aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón.
Dicho contrato, que ya se venció, había tenido un par de extensiones y la Aeronáutica Civil estaba lista para volver a administrar esta importante terminal aérea. Sin embargo, gracias al pedido de líderes y empresarios de la región, se hizo una nueva prórroga, mientras la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, termina la estructuración de la nueva licitación y abre esa convocatoria.
Esto dio un parte de tranquilidad para la región, pues se temía que un cambio en la administración del Bonilla Aragón pudiera generar traumas que impactarían la competitividad del departamento y del suroccidente del país.
Sin embargo, así como hoy se celebra, también es fundamental tener claro que hay que definir cuál será el futuro del aeropuerto de Cali para lograr su sostenibilidad y, sobre todo, para tener una senda de crecimiento de cara a mover más pasajeros y generar una mayor conectividad desde esta región.
Por el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón se movieron el año pasado 6,8 millones de pasajeros. Asimismo, en enero de 2024 se transportaron 519.947 personas, de las cuales 418.268 fueron pasajeros nacionales y 101.679 internacionales.
Si se quieren mejorar estas cifras, es momento de pensar en los retos alrededor del aeropuerto, es decir que esta sea una oportunidad para potenciar la infraestructura y que se convierta en un nodo de desarrollo.
Es así como, el nuevo concesionario que seleccione la ANI, y que tendrá en sus manos la operación de la terminal aérea por más de 20 años, debe tener las capacidades y herramientas para convertir a Cali en el hub de alguna de las aerolíneas que operan en el país.
La región requiere mayor conectividad, ser un nodo aéreo para el suroccidente del país y una alternativa al aeropuerto El Dorado de Bogotá, que concentra la mayoría de operaciones, razón por la cual, en muchas ocasiones, no se presta un buen servicio y se aumentan los tiempos de espera.
La nueva infraestructura es necesaria. Se habla de la ampliación de la capacidad operativa de las terminales de pasajeros y de carga. Pero, sobre todo, se necesita que el nuevo concesionario esté en capacidad de gestionar y lograr que Cali se convierta en un hub intermedio.
Ello implica conocimiento del mercado y una concesión fuerte, ágil, que logre implementar tarifas competitivas para atraer aerolíneas, pasajeros y carga.
Es hora de que la región defina cuál es el aeropuerto que se quiere, la estrategia para lograrlo y enfilar baterías para lograr esa meta ante la nueva concesión que se entregará en el 2025.