Editorial
¿Cobrar o no cobrar?
Hoy Cristo Rey es más que una estatua. Tiene un componente ambiental que se debe proteger, una historia que es necesario contar bien, un corredor turístico al que hay que valorar y proteger.
En pocas semanas se entregarán las principales obras de recuperación del parque integral de Cristo Rey, propuesta que desde su concepción generó polémica por el manejo de sus recursos y por la forma en que fueron planteadas sus cinco etapas. Ahora, en su fase final, surgen nuevas inquietudes sobre el que es uno de los proyectos de renovación y transformación del espacio público con más impacto para Cali.
Con un costo inicial proyectado de $28.000 millones, la transformación de Cristo Rey terminó valiéndole a la ciudad cerca de $90.000 millones, el triple de lo presupuestado. Los recursos salieron del bolsillo de los caleños y también de la CVC que invirtió en uno de los tramos de la obra.
Hoy la polémica se agita porque la Administración Municipal estudia la posibilidad de cobrar su entrada para con esos ingresos gestionar su mantenimiento. Frente a la propuesta, hay quienes piensan que el proyecto integral debe ser autosostenible y no generar una carga económica para la ciudad, mientras otros defienden que es una obra que se realizó con el dinero de los caleños y que por ende debe ser gratuito su acceso.
Si bien el debate es atractivo en especial para las redes sociales, lo que se debe pensar es en un serio plan de gobernanza, que determine los beneficios o no de cobrar la entrada a este emblemático espacio. Hay que definir, en todo caso, de dónde saldrá el presupuesto para el mantenimiento y conservación de Cristo Rey, con el fin de preservar la calidad y seguridad de los espacios.
Involucrar a la comunidad local en esa decisión será determinante, porque si bien es un atractivo turístico para quienes visiten la capital del Valle, es ante todo un lugar para el disfrute de los caleños. Por eso se deben considerar aspectos sociales, económicos, ambientales y culturales en la planificación y gestión de sus espacios.
Hoy Cristo Rey es más que una estatua. Tiene un componente ambiental que se debe proteger, una historia que es necesario contar bien, un corredor turístico al que hay que valorar y proteger. En ese sentido se deben establecer mecanismos de monitoreo y evaluación para medir el impacto y efectividad de la gestión en la conservación del espacio y a partir de ello definir con precisión y técnicamente si se debe cobrar o no la entrada al mirador.
Esa operación a futuro es la que requiere un plan serio de gobernanza, que permita mantener bien y como un gran atractivo turístico de la ciudad al que, sin duda, es uno de sus mayores símbolos. Superada la polémica por los altos costos y la forma como se construyó el proyecto de renovación de Cristo Rey, ahora el reto de la Administración Municipal es generar el mecanismo para que caleños y visitantes disfruten de este lugar especial de manera responsable y con acceso equitativo.
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