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Editorial

Cali grita por silencio

El ruido, que es una forma invisible de contaminación, ha escalado a tal punto que incluso compromete la calidad de vida de los caleños.

Los parlantes pequeños pueden emitir un sonido potente.
Cali es la segunda ciudad más ruidosa de Colombia, después de Barranquilla. | Foto: Creación de la IA de Bing image creator

10 de may de 2025, 03:13 a. m.

Actualizado el 10 de may de 2025, 03:13 a. m.

La noticia circuló hace unos días: Cali es la segunda ciudad más ruidosa de Colombia, después de Barranquilla. Como lo dice el artista Óscar Muñoz, esta es una capital que cree que la felicidad se logra con los parlantes a todo volumen, lo cual, por supuesto, es una falacia.

Según los reportes del Dagma, la Comuna 17, la Autopista Suroriental con Carrera 66 y con Avenida Pasoancho, Juanambú, Granada, Vipasa, El Peñón, Ciudad Córdoba y Valle Grande, son las zonas de la ciudad más escandalosas.

El ruido, que es una forma invisible de contaminación, ha escalado a tal punto que incluso compromete la calidad de vida de los caleños, que cada vez más gritan por el silencio.

Durante el 2025, por ejemplo, y según datos del Dagma, más de 35 medidas preventivas se han impuesto a establecimientos que violan los límites de decibeles permitidos. La cifra es síntoma de un problema estructural: una ciudad que no se escucha a sí misma y que no respeta el derecho de sus habitantes al descanso.

En el papel, lo que está permitido son 65 decibeles en zonas residenciales durante el día y 55, máximo, en la noche. Pese a ello, bares, discotecas, estancos, fábricas y a veces los vecinos invaden con decibeles desbordados la intimidad de los hogares, mientras las autoridades apenas alcanzan a imponer sanciones que a la larga muchos comerciantes ignoran o sortean.

No son pocos los establecimientos que retoman actividades al día siguiente de haber sido sancionados, lo cual es un reflejo preocupante de impunidad y falta de gobernanza. El Estado, en Cali, como en el resto del país, cada vez se respeta menos.

Aunque no son solo los sitios de rumba, las grandes fábricas y los vecinos con el equipo a todo volumen, los que generan altos niveles de ruido. También los carros. De hecho, según los estudios más recientes, son los vehículos los principales generadores de ruido ambiental. Lo anterior quedó demostrado el pasado domingo, en la mañana, durante el día sin carro, cuando el silencio reinó en Cali.

El exceso de ruido conduce a la insatisfacción ciudadana. Según la encuesta Cali Cómo Vamos, casi la mitad de los caleños se sienten afectados por el exceso de ruido en los barrios. El malestar es aún mayor entre las mujeres y en los estratos populares. A veces, pedirle al vecino que baje el volumen de su equipo de sonido es el inicio de una riña.

El Dagma en todo caso ha anunciado la modernización de sus herramientas de control, como la reactivación de estaciones de medición y la instalación de sensores en establecimientos, medidas urgentes y necesarias para enfrentara la problemática.

Aunque combatir el ruido en Cali requiere también de educación en cultura ciudadana, voluntad política y hacer cumplir la ley. El silencio, no se debe olvidar jamás, también es un derecho fundamental.

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