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Editorial

Autoridad y educación

Esta es una de las herencias nefastas de la falta de autoridad y de control así como de la permisividad que reinaron durante la anterior administración local.

Caravana de motos
En las imágenes publicadas en medios de comunicación y redes sociales sobre lo ocurrido en la noche del 9 de mayo, se ve a cientos de motociclistas circular por las principales vías de Cali. | Foto: El País

13 de may de 2025, 02:34 a. m.

Actualizado el 13 de may de 2025, 02:34 a. m.

La caravana de motos que circuló sin autorización el viernes anterior en Cali, generó mucho más que un problema de movilidad. Fue otra muestra de la incapacidad para controlar el desorden, hacer vale la autoridad y preservar la seguridad de los caleños, problemas con los que lidia la capital del Valle desde hace años, que si bien requieren de procesos de formación ciudadana, también necesitan de la estricta aplicación de las leyes y las sanciones que estas contemplan.

En las imágenes publicadas en medios de comunicación y redes sociales sobre lo ocurrido en la noche del 9 de mayo, se ve a cientos de motociclistas circular por las principales vías de Cali, muchos con parrilleros hombres pese a la prohibición vigente, otros sin los cascos de protección y algunos transitando en contravía o haciendo peligrosas piruetas. Tan grave como ello son las denuncias de disparos al aire con armas traumáticas –que pueden ser tan mortales como cualquier arma de fuego-, el uso de pólvora o los atracos que se habrían cometido durante el evento.

Son todos hechos que merecen ser revisados en detalle por las autoridades y que no pueden quedarse en una disculpa de quienes convocaron la caravana. Primero porque desde el comienzo se transgredieron las normas al no solicitar los permisos respectivos a las autoridades y además porque ya son múltiples las experiencias negativas que ha tenido la ciudad con las llamadas ‘rodadas motorizadas’, que son ilegales mientras no cuenten con autorización y acompañamiento, y ponen en riesgo la seguridad ciudadana.

Esta es una de las herencias nefastas de la falta de autoridad y de control así como de la permisividad que reinaron durante la anterior administración local. Pero también es el reflejo de una sociedad que durante décadas no ha sido educada para la convivencia, el respeto por las normas y con sentido de propiedad sobre su ciudad.

Se debe reconocer que tanto desde la Secretaría de Movilidad como desde la cartera de Seguridad de Cali, con el apoyo de la Policía Metropolitana, fue posible determinar quiénes estuvieron tras la convocatoria de la caravana no autorizada, se les conminó a ofrecer disculpas públicas y se les impondrán las sanciones económicas contempladas en el Código de Tránsito.

Sin embargo, esto no parece suficiente para evitar que acciones como las del viernes se repitan en la capital del Valle, con todas las consecuencias que tienen para la movilidad, la tranquilidad y la seguridad. Es imposible pretender que un puñado de guardas de tránsito o algunas decenas de uniformados de la Policía controlen caravanas conformadas por cientos o miles de motociclistas, por ello es imprescindible imponer correctivos ejemplarizantes que cohíban a quienes quieran participar en ellas a futuro.

Todo ello tiene que estar acompañado por procesos de formación ciudadana desde la primera infancia, en los que se enseñe sobre la observancia de las normas, el acatamiento a la autoridad y se sienten las bases para construir una sociedad respetuosa, capaz de convivir en orden y con tranquilidad.

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