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Mi casa y mi familia

El País -mi casa y mi familia- celebra por estos días sus 75 años. Y si hoy yo pudiera hablarle al doctor Rodrigo le recordaría ese episodio de mi primer Consejo de Redacción.

Ossiel Villada Trejos
Ossiel Villada Trejos | Foto: El País

Ossiel Villada

25 de abr de 2025, 03:19 a. m.

Actualizado el 25 de abr de 2025, 03:19 a. m.

Entré a la ‘cancha’ con el escarabajo negro del miedo atenazado a mi pecho. Como el canterano que debuta en un clásico y siente las piernas petrificadas ante el estadio lleno.

Estaba ahí, en la sala de juntas del tercer piso, todo el cuerpo de editores. Una excelsa tripulación de viejos bucaneros, curtidos ya en grandes batallas del oficio. Y a la cabeza estaba él, capitán de mar y tierra, con ese aire de misterio que suele emanar de la sabiduría profunda.

Su presencia me despertaba admiración y curiosidad, pero especialmente, miedo.

Después de todo, se trataba de Rodrigo Lloreda Caicedo, una de las mentes más brillantes que ha dado este país. Y yo no era más que un chiquillo reportero debutante, que asistía a su primer Consejo de Redacción en uno de los periódicos más importantes de Colombia.

Pero el doctor Rodrigo, director de El País en ese lejano 1992, me leyó por completo. Y esa tensa mañana fue conmigo, como solía ser con todos: cálido, noble, tolerante, generoso.

Algo en mí debió causarle gracia -quizá la irritante impertinencia de mis 22 años o el hambre insaciable de aprendizaje con la que nací o ese aire de perro callejero que me diferenciaba de sus periodistas de academia-, el caso es que me adoptó como una especie de ‘grumete’ de su barco.

Me motivó a leer sobre política, filosofía e historia. Cuando supo que estudiaba Economía, empezó a hacerme preguntas ‘corchadoras’ y a recomendarme lecturas y autores.

Asistir a sus consejos de redacción era asistir a una clase irrepetible. Exigente, riguroso, inflexible frente al ejercicio de la ética periodística, era dueño de una prosa fluida y armoniosa en la que podía mezclar hechos históricos, conceptos científicos, citas literarias, estadísticas precisas y reflexiones preciosas para explicar cualquier tema. Un hombre universal que honró siempre el uso de la palabra -esa delicada y poderosa materia prima de la Humanidad-, con asepsia, decencia y elegancia.

Los periodistas jóvenes de El País no éramos sus hijos, pero siempre nos trató con nobleza y ternura. A veces, en esos consejos de redacción, hacía aviones de papel que terminaba tirándome hasta el otro lado de la mesa.

El doctor Rodrigo se fue, primero hacia las oscuras aguas de la política y después hacia la luminosa eternidad, pero me dejó en El País una casa y una familia que me amó. Kiko me honró con su amistad. Alfredo me ayudó a financiar mis estudios de posgrado. Diego me toleró y confío siempre en mí. María Elvira le abrió cielos a mis alas más allá del periodismo. Felipe me enseñó que para innovar hay que divertirse.

Maestros como Luis Cañón me grabaron en la piel y en el alma, eso que Gabo describió con palabras precisas: “Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso...”

Con gente entrañable de El País como Judith, Henry, Julio, Vicky, Olguita, Edward, Isabel, Hugo Mario, Alfredito, Alda, César, Paola, Gerardo, Norita, Aymer, Ingrid, Pedro Felipe, Carolina y muchos otros, aprendí lo que es naufragar, pero nunca dejar de bailar. Y nadie nos quita lo bailao.

Con Diana hicimos en El País el mejor diseño de nuestras vidas: una pequeña inteligencia superior llamada Luciana. Y en El País obtuve sustento y cimiento para Laura del Mar, el otro gran tesoro de mi vida.

El País -mi casa y mi familia- celebra por estos días sus 75 años. Y si hoy yo pudiera hablarle al doctor Rodrigo le recordaría ese episodio de mi primer Consejo de Redacción. Y tal vez le diría que no aprendí mucho sobre periodismo, pero su empeño no fue en vano. Porque si en las esquinas de mi barrio aprendí que una cosa es ser varón, aquí aprendí que otra es ser hombre. ¡Larga vida a El País!

Ossiel Villada

Periodista y economista. Está vinculado desde hace 24 años a El País, donde hoy ejerce como Jefe de Redacción Online. Melómano apasionado, autodidacta obsesivo y enamorado eterno de Cali. Nadie le quita 'lo bailao'

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