Columnista
Diplomacia estratégica y no ideologizada
Urge que el Gobierno recupere la relación diplomática y de cooperación bilateral con EE. UU. retomando las prioridades estratégicas de largo plazo del país y nuestra región.

13 de jul de 2025, 02:28 a. m.
Actualizado el 13 de jul de 2025, 02:28 a. m.
La reciente ‘normalización’ formal de relaciones entre Colombia y Estados Unidos -manifestada en el regreso de embajadores a sus respectivas sedes- ha generado expectativas moderadas sobre una posible mejora en los vínculos bilaterales. Después del nuevo momento crítico bilateral, queda la pregunta sobre si estos gestos protocolares e incluso la carta del presidente Gustavo Petro que algunos medios mencionan como retractación frente a declaraciones polémicas, pueden realmente sanar una relación cada vez más tensionada y compleja.
La alianza estratégica entre Colombia y EE. UU. ha sido históricamente uno de los pilares de nuestra política exterior, y en nuestro hemisferio se ha reconocido como una de las más sólidas interacciones de Washington en América Latina. Sin embargo, bajo el gobierno Petro, los discursos y posiciones diplomáticas de Colombia han indicado giros de una política exterior que parece caer en la diplomacia de ideologías, por encima de principios y acuerdos sustentados en prioridades nacionales.
Hay dos ejemplos evidentes. Uno de ellos es la actitud de Colombia frente a regímenes autocráticos como Venezuela o Nicaragua que se percibe vacilante o laxa, y no corresponde a la que se tenía en el pasado, cuando Colombia era un referente en las alianzas de países comprometidos con la defensa de la democracia y los derechos humanos. Otro, es el resultado en la lucha contra el narcotráfico y el delito transnacional, que el mundo observa con preocupación al constatar los récords en siembra y producción de coca, las nuevas posiciones de Colombia en organismos multilaterales sobre el enfoque de esta lucha, los modelos de ‘paz total’ internos que no han sido exitosos y la suspensión de algunas extradiciones que nos aleja de una tradición de cooperación internacional judicial.
A esto se suma que, si bien en materia del desarrollo sostenible el país mantiene posiciones internacionales fuertes a favor de la protección ambiental, la respuesta al cambio climático y la cooperación internacional, se buscan al mismo tiempo acercamientos comerciales y económicos con países como los Brics que no han sido los que tradicionalmente han invertido en Colombia ni son los que impactan con más peso en nuestro comercio exterior, ni se destacan globalmente por sus logros en gestión ambiental o en derechos humanos.
El problema diplomático coyuntural con EE. UU. se puede superar en el corto plazo. Sin embargo, en el mediano y largo plazo, la estabilidad de la relación entre los dos países dependerá de hasta dónde se recupera la confianza entre nuestros estados. Urge que el Gobierno recupere la relación diplomática y de cooperación bilateral con EE. UU. retomando las prioridades estratégicas de largo plazo del país y nuestra región. Entre ellas, la cooperación en seguridad y justicia conforme a compromisos internacionales, la lucha contra el narcotráfico generador de violencia y muerte en nuestro país, el fortalecimiento de la democracia y el Estado de Derecho, la cooperación y el comercio que favorecen el desarrollo social y económico.
La reanudación de las funciones diplomáticas son solo un paso inicial; el futuro depende de que la relación bilateral se libere de visiones ideologizadas. La solución no está en enviar cartas, sino en la disposición de los dos países para construir una nueva etapa sobre bases estratégicas comunes, realistas y sostenibles, en la que prime la coherencia y se abandone el tono de confrontación del gobierno Petro y pronunciamientos sin sustento en discursos y redes sociales, generadores de controversia internacional. Por encima de los partidos políticos que han liderado los gobiernos de turno, históricamente EE. UU. y Colombia han sido capaces de identificar los intereses comunes fundamentales, y trabajar por ellos con base en políticas exteriores con visión de Estado, que convocan a todo tipo de actores estatales, sociales y económicos. El respeto institucional y el trabajo diplomático por una política exterior construida alrededor de prioridades nacionales siempre serán más efectivos que enfrentamientos movidos por ideologías que –como ha ocurrido en otros países– solo generan errores de cálculo, pérdida de oportunidades, tensiones inconvenientes y aislamiento internacional.
Psicóloga de la Universidad del Valle con Maestría en Ciencia Política de la Universidad Javeriana, Estudios en Negociación de Conflictos, Mediación y Asuntos Internacionales. Columnista, concejal de Cali durante 2 períodos y senadora de la República durante 16 años. Presidenta del Congreso de la República, Ex embajadora de Colombia ante las Naciones Unidas, Ex ministra de Relaciones Exteriores.