Opinión
Lo que les da la gana
El abuso sexual atraviesa el campo del poder donde parece natural la conducta abusiva. Es ‘paisaje’, es lo normal.
¿Qué tienen en común Trump, Rubiales, Putin, por nombrar solo algunos? Lo primero, elemental, son hombres. Varones, de ‘pelo en pecho’, a los que les importan un higo las normas. Ellos ¡las hacen! Las interpretan a su manera y las aplican como les dé la gana. Ellos son varones. En el campo en el que se desenvuelvan, política, deporte, arte, familia, para ellos la única norma vigente que existe es su propio deseo, su atropelladora lógica, lo que les da la gana. Y entonces, nos preguntamos ¿por qué se carga la humanidad con tanta rabia? ¿Por qué existe tanta intolerancia en cualquier lugar para enceguecerse en las reacciones contra lo establecido? ¿Por qué la calle se ha convertido en el escenario de la protesta desenfrenada que no respeta límites?
Una interpretación elemental: la casa, el hogar, el trabajo, el recinto cerrado, es el lugar donde el varón amedrenta con su ley. En Colombia, el lugar más peligroso para una mujer o un niño es su propio hogar. En silencio, en el encierro, el hombre ha hecho lo que se le da la gana. Impone su criterio… nadie lo ve y la indefensión de su víctima es combustible para el abuso. El caso de Luz Mery es un solo ejemplo de cómo el hogar, sí el hogar, se transforma en una tumba… No hay manera para defenderse. La intimidad del recinto cerrado fomenta la agresión masculina. En cambio, en la calle está la libertad, el desborde, la ira desmesurada en busca de un equilibrio. Y miles de ojos observando, captando la agresión. Que fue lo que le pasó a Rubiales, presidente de la Real Federación Española. La mirada colectiva lo atrapó en su abuso de poder. Por más explicaciones que dé, tiene que irse y responsabilizarse de su atropello. Porque él y muchos más deben aprender que el cuerpo de la mujer no les pertenece. El abuso sexual atraviesa el campo del poder donde parece natural la conducta abusiva. Es ‘paisaje’, es lo normal. Tanto que ni siquiera cae en cuenta de lo que hizo. Solo ahora, ante la indignación mundial, patalea explicando. Pero ¿le habría hecho lo mismo a un hombre futbolista?
Rubiales es hoy el exponente del abuso masculino diario porque la agresión machista es continua y permanente. ¿Qué va a pasarle a USA con la desfachatez de Trump? Imagine lo que sigue… Putin hace lo que su ira o ego determinen y el mundo padece su abuso. La cultura patriarcal, sin nacionalidad, ha tenido como objetivo a lo largo de la historia, el abuso contra la mujer, el niño, la naturaleza. Esa soberbia masculina de acomodar el mundo a su deseo está tocando límites. La impotencia femenina la heredan hijos e hijas, las nuevas generaciones, que ya no quieren seguir bajo el yugo del machismo. No queremos más de lo mismo. Por eso la rebeldía, la intolerancia, la rabia. ¿No le llama la atención que en esa liga de abusadores no haya ni una sola mujer? Ni una sola. ¿Para la naturaleza femenina, dadora de vida, acaso, es lógico la consideración por el otro? El desenfreno masculino es aterrador y ha llevado al desbalance donde fallamos como humanidad. Para este varón no existe nada diferente a su voluntad. Hay mujeres machistas que ‘adoran’ ese poder masculino. Pero hay muchas otras despertando y es obvio que el equilibrio, inicialmente, no se logra por consenso. No es hora de ceder. Es el momento de exigir, reclamar, protestar. ¡No más!