El pais
SUSCRÍBETE

Columnista

El camino y el propósito correcto

El método es sucio y desleal, pues se amenaza con paros nacionales, ‘muros de la infamia’ y manipulación de la narrativa...

Juan Pablo Liévano, nuevo director de Supersociedades. | Foto: Foto: Colprensa

25 de may de 2025, 12:42 a. m.

Actualizado el 25 de may de 2025, 12:42 a. m.

El país se encuentra profundamente dividido. Esta división es resultado de la conducta del Gobierno, que pretende instrumentalizar al ‘pueblo’ y sus necesidades para impulsar una revolución que transforme por completo las instituciones.

Para muchos, el camino es el de la libertad y la economía de mercado, donde los individuos compiten libremente y construyen su propia prosperidad, con el propósito de alcanzar el bienestar general. Para el Gobierno, en cambio, el camino es el estatismo, un Estado leviatán que todo lo abarca, donde el individuo se somete a un Estado que debe satisfacer todas sus necesidades. El propósito debería ser también la prosperidad general, pero lo perverso es que se busca favorecer a grupos específicos. Por ello, debemos analizar tanto el camino como el propósito, junto con las propuestas concretas: si debemos avanzar dentro de un modelo de libertad y economía de mercado, con propuestas complejas pero eficaces, o dentro de un modelo seudocomunista con propuestas simplistas pero irreales.

No hay que equivocarse. El Presidente está ejecutando un proceso de imposición mediante el uso de los recursos públicos y el acoso a los demás poderes, a los medios de comunicación, a los empresarios y a todos aquellos que se interpongan en su visión y objetivo. Cuanto mayor es la oposición, más beligerante y agresivo se vuelve. Como en el ‘Texas Hold’em’, en cada mano se apuesta todo, en un ‘all in’ donde cada vez es más difícil resistir. Su objetivo último es la consulta popular y ganar las próximas elecciones.

Con esa intención, presentó nuevamente al Senado las doce preguntas previamente rechazadas, con pequeños cambios, a las que se adicionaron cuatro preguntas de la reforma a la salud. La realidad es que la mayoría votaría que sí a las preguntas iniciales, pues, como decía Pambelé, es mejor ser rico que pobre. Respecto a las otras cuatro preguntas, también es difícil votar que no, ya que apuntan a un mundo ideal casi imposible de rechazar. Es decir, las preguntas son tramposas y manipuladoras y no solucionan nada. Además, las primeras ya fueron rechazadas y, volverlas a presentar, sería inconstitucional, al ser una conducta contraria a la independencia de los poderes y el principio de colaboración armónica entre ellos. El Ejecutivo no puede imponer su voluntad presionando al Senado hasta conseguir las mayorías. Las segundas preguntas configuran una reforma a la salud, la cual aún se encuentra en trámite en el Congreso.

El método es sucio y desleal, pues se amenaza con paros nacionales, ‘muros de la infamia’ y manipulación de la narrativa, es decir, acoso y chantaje para lograr que se apruebe la consulta o las reformas a la medida del Gobierno y de sus intereses politiqueros. En este escenario, los únicos verdaderamente perjudicados serán los ciudadanos.

Pero la respuesta no es ceder: es hacer lo correcto. Por eso, cuanto más intenten imponernos un mal camino o propósito, más debemos oponernos. El camino debe ser el de la libertad y la economía de mercado. El propósito, la prosperidad general, no la de los sindicatos, ni la de un grupo, un sector, o solo de los formales, y con el objetivo político de ganar las próximas elecciones.

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Columnistas