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Inteligencia artificial: la urgencia de una gobernanza global
No podemos dejar esto solo en manos de pocas empresas o de unos pocos gobiernos.
27 de jul de 2025, 01:29 a. m.
Actualizado el 27 de jul de 2025, 01:29 a. m.
Bill Gates ha venido evolucionando su postura sobre la inteligencia artificial (IA) desde su publicación en Gates Notes en diciembre de 2023. En los últimos meses, ha hecho un llamado contundente a repensar la gobernanza global. Su mensaje es claro: se necesita más liderazgo político y menos prisa comercial. La IA debe contar con marcos regulatorios internacionales que eviten que esta revolución tecnológica amplifique la desinformación y profundice las brechas de desigualdad en acceso, oportunidades y derechos entre regiones y poblaciones.
Gates ha sido enfático al manifestar que necesitamos reglas globales para una tecnología global. No podemos dejar esto solo en manos de pocas empresas o de unos pocos gobiernos. Ello significaría el debilitamiento definitivo de la democracia.
Lejos de una visión apocalíptica, Gates ve en la IA una oportunidad para mejorar la productividad, transformar la educación, acelerar la innovación científica y ampliar el acceso a servicios ciudadanos, especialmente en países en vía de desarrollo. Imagina diagnósticos médicos accesibles y personalizados donde hay escasez de profesionales; tutores basados en IA que personalicen el aprendizaje de acuerdo con el ritmo de cada estudiante, cerrando brechas educativas, acrecentadas por el uso de tecnología en las últimas décadas, o incluso la posibilidad de que esta tecnología actúe como palanca para programas de desarrollo, como ocurrió con la expansión de la telefonía móvil en África y su impacto en territorios marginados geográficamente.
El mensaje de fondo es sencillo, pero poderoso: estas herramientas solo serán verdaderamente revolucionarias si garantizamos acceso equitativo. De lo contrario, corremos el riesgo de que sus beneficios se concentren en los países ricos y agraven las desigualdades globales. La clave no está en frenar la innovación, sino en orientar su desarrollo hacia propósitos éticos y sociales. Esto exige que gobiernos, empresas, academia y filantropía trabajen de forma coordinada para asegurar un uso responsable de la IA.
Aunque parezca una discusión reservada a potencias como EE.UU., China, India o la Unión Europea, los países en vía de desarrollo -como Colombia- no pueden quedarse al margen. Es fundamental prepararnos y actuar frente a la necesidad de atraer inversiones estratégicas y diseñar políticas públicas que posicionen al país ante estos nuevos desafíos, tanto en la región como en el marco de un esquema para el sur global por nuestra posición geopolítica que cada vez adquiere mayor relevancia. La velocidad del desarrollo tecnológico no debe atropellarnos; debemos acompañarla, entenderla y generar los mecanismos de gobernanza necesarios para enrutar su crecimiento.
En la reciente campaña presidencial en EE.UU., donde la IA tuvo una presencia marginal, ello generó que hoy no haya claridad sobre el papel que debe jugar la administración Trump en los esfuerzos de gobernanza global. Por tanto, no se generaron los mecanismos de accountability necesarios por parte de actores políticos, económicos y sociales, dejando varios interrogantes abiertos. Aún hay tiempo para actuar. Colombia debe elevar este tema en su agenda pública, exigir posturas claras sobre el futuro de la IA y evitar que esta discusión quede sepultada bajo la búsqueda desesperada de agenda y legado por parte de un gobierno en su tramo final. La inteligencia artificial no es un tema del futuro, es una urgencia del presente y necesitamos escuchar en este año electoral posturas claras al respecto.
Psicólogo con un MBA de doble titulación de la Universidad Icesi y la Universidad de Tulane, así como una Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown. Fue Viceministro de Educación Superior y gerente de Proyectos de Educación, Gobernabilidad y Desarrollo en la Región Andina para la Fundación Ford.