Columnista
Espejismos
Como todas las encuestas lo señalan, el tema de la seguridad es una de las grandes preocupaciones de los colombianos...

26 de jul de 2025, 01:32 a. m.
Actualizado el 26 de jul de 2025, 01:32 a. m.
Una mirada superficial a la situación del país puede llevar a conclusiones equivocadas. La economía muestra algún crecimiento, la tasa de cambio estable, el desempleo baja, la inflación parece controlada, etc.
Desafortunadamente, las cosas son más complejas. El relativo dinamismo de la economía está sustentado en el consumo, mientras que la inversión muestra un comportamiento muy pobre. Consumo que se explica en gran medida por los buenos precios de productos como el café y el oro, por las remesas que llegan del exterior, pero, también, por recursos originados en la corrupción y el narcotráfico, entre otros.
La inflación se ha podido contener por cuenta de la prudencia del Banco de la República y la tasa de cambio muestra un comportamiento que está muy asociado a lo que ocurre en el mundo con el dólar y, además, al ingreso de inversiones externas de portafolio que le apuestan a comprar baratos los títulos de deuda de Colombia, pues esperan un regreso a la senda de seriedad en el manejo macroeconómico que ha caracterizado a Colombia.
Se siente, entonces, una cierta euforia que se palpa en cosas como los restaurantes, los aeropuertos, las ventas de carros, etc. Sin embargo, como se dice coloquialmente, “la procesión viene por dentro”.
La situación fiscal es muy grave, tenemos riesgos de enfrentar apagones en un futuro no muy lejano, el abastecimiento de productos tan esenciales para el colombiano como el gas seguramente tendrán costos mayores o desabastecimiento.
Los problemas del sistema de salud son cada vez más angustiantes, las personas que contaban con programas de apoyo para la compra de su vivienda propia quedan frustradas, los estudiantes que tenían sus esperanzas en Icetex, quedan sin opciones diferentes de acudir a las universidades públicas, muchas de ellas politizadas y con capacidades limitadas.
Como todas las encuestas lo señalan, el tema de la seguridad es una de las grandes preocupaciones de los colombianos y, si el Gobierno sigue pensando que la salida es dando toda clase de gabelas a los delincuentes, esta será cada día será peor.
En fin, el reto para las elecciones que vienen es poder mostrar a los colombianos que esa burbuja es muy frágil y que es necesario manejar el país con la prudencia de un buen hombre de negocios o de un jefe de familia responsable.
Es decir, poniendo orden a las finanzas, recuperando todo lo que han destruido o debilitado, cuidando las relaciones con el resto del mundo y dando prioridad a lo que es más urgente y sentido por todos, como es la situación del sistema de salud y la recuperación de niveles razonables de seguridad.
Esa tarea requiere construir consensos, fortalecer todo aquello que una al país y, sobre todo, construir confianza y no confundirse con los espejismos del consumo.
Los colombianos somos capaces de superar las dificultades y hemos demostrado que podemos salir adelante a pesar de lo desafiantes que puedan ser los retos. Pero se necesita un líder que construya y ejecute, no que reduzca todo a la retórica y al odio.
Ingeniero industrial, Presidente de Asocaña por casi veinte años, consultor privado y miembro de múltiples juntas directivas en los sectores financiero, industrial, energético, servicios, educativo y de investigación. Escribe para El País hace más de veinte años.