Columnistas
Cali verde
Es el robo permanente del espacio urbano público a espaldas de las autoridades, con la colaboración de muchos compradores, que no lo ven
Debido a que en todas las grandes ciudades las áreas rurales y naturales que las rodean ya quedan muy lejos de la mayor parte de su área urbanizada, aquellas deben contar con espacios libres en su interior, con prado y árboles, ya sean parques o zonas verdes, que son lugares públicos para el esparcimiento haciendo deporte, jugando, paseando o descansando, y que contribuyen a amortiguar el ruido del tránsito automotor. Y que junto con los árboles de las calles, avenidas y paseos proporcionan oxígeno, capturan contaminantes del aire, regulan la temperatura e incrementan la biodiversidad, lo que es cada vez más importante debido al cambio climático.
Por eso con alguna frecuencia se recuerda que Cali precisa de más áreas verdes, considerando que la ciudad ha crecido mucho, muy rápido y sin orden, pero rara vez se menciona que se continúa construyendo irresponsablemente en las ya existentes; y no hay que olvidar que hace unos años se propuso construir un edificio grande en la mitad del Parque del Acueducto. Todo debido al usual desconocimiento de lo urbano, paisajístico y arquitectónico de las autoridades municipales, y a la total falta de control efectivo por parte de estas, pues están permeadas por una corrupción en aumento y cada vez más extendida a todos los niveles y de diversas formas.
Por ejemplo, al sur de Cali se pretende construir un alto edificio de apartamentos que se apropia de parte de una larga zona verde para su antejardín, y además volverlo de uso privado; y más al sur, en el extremo de un parque, ya se construyó un bloque de apartamentos y quieren hacer otro, no previstos en su diseño original; y al norte dos altos edificios fueron construidos en la esquina de un parque; en San Antonio se ocupan los solares de las casas; en las faldas de la cordillera se continúa permitiendo construcciones, o se tolera que se invadan después de quemarlas; y al monumento de Cristo Rey se lo rodea de construcciones que tapan su base viéndolo desde abajo.
Como se escribió en esta columna hace casi 25 años (Se roban a Cali, 10/03/1999) las construcciones en parques y zonas verdes (autorizadas o piratas, pequeñas o grandes) son, junto con su deplorable arquitectura, la burda privatización del cielo, el paisaje y las vistas a la ciudad; en últimas, la negación del derecho de los ciudadanos a lo bello de su ciudad. Es el robo permanente del espacio urbano público a espaldas de las autoridades, con la colaboración de muchos compradores, que no lo ven, pues no se informan antes al respecto, o que no les importa; y sobre todo a la falta de una pertinente educación cívica y estética para todos los caleños.
Hay que insistir en que cuando se utilicen áreas verdes para ampliar vías, se las compense en otra parte. Y en la posibilidad de un parque metropolitano en los terrenos que rodean la actual Base Aérea Marco Fidel Suarez, antes de que se les ocurra urbanizarla, que la ciudad y su área metropolitana (en espera de ser oficializada) tanto necesitan, y que estaría muy convenientemente ubicado justo al medio de las dos. Ya fue propuesto en esta columna hace casi 20 años (El Guabito, 22/09/2005), se insistió hace casi cinco (Sí, pero no, 15/08/2019 y Nueva York – Cali, 11/07/2019) y del que se escribió hace unos días (Parque El Guabito, 12/10/2023).