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Exclusivo | Víctima del atentado en Meléndez reveló cómo sobrevivió a la explosión junto a su perro: “Me jalaba”
Los hechos ocurrieron el 10 de junio de 2025. Denunció que no ha recibido apoyo de la Alcaldía.

25 de jul de 2025, 04:04 p. m.
Actualizado el 25 de jul de 2025, 08:20 p. m.
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Lo que parecía un martes normal en el que Jhon Jairo Díaz sacaría a pasear a uno de sus perros antes de irse a trabajar se convirtió en el día en que su vida cambió para siempre, pues el 10 de junio de 2025 estalló una motocicleta bomba en inmediaciones de la Estación de Policía de Meléndez, justo cuando el hombre pasaba, por lo que estuvo 31 días hospitalizado.

Como cada mañana, le dio la vuelta a la manzana junto a Kenzo, su mascota. “Yo ya había pasado por la estación, seguí caminando y el perro se me devolvió; yo pensé que iba a oler hierbitas, por lo que lo jalé y en el momento cuando volteé la cabeza para llamarlo, sentí la explosión”, narró Díaz.
Pensó que se trataba de un accidente de tránsito, ya que todo pasó en cuestión de segundos: “Miré que la moto se levantó en llamas y cayó. Así mismo también cayó la personas que las cuidaba”, víctima mortal, quien estaba colocándole cartones a los vehículos para que no se calentaran con el sol.
Sintió que algo le golpeó fuerte en el pecho y rápidamente miró a su alrededor; Kenzo continuaba a su lado, pero Jhon trataba de entender lo que había sucedido. “Yo llevaba al perro de la correa con una mano y empezó a jalarme muy fuerte hacia atrás. Lo miré a él primero porque me preocupaba que le hubiera pasado algo; yo no sentía nada, pero cuando intenté caminar hacia atrás, sentí dolor en la pierna”.

“Cuando me miré la pierna, vi que me estaba saliendo un chorro de sangre y comencé a sentirme mal. Traté de agarrarme la pierna y caminé por el separador de las vías, pero sentí que ya no podría y tenía un dolor en el pecho muy fuerte”, relató.
En ese momento no lo sabía, pero una esquirla le había perforado el muslo derecho y la tráquea; además, su pulmón izquierdo estaba colapsando.
“Perdí el conocimiento aproximadamente por dos minutos; cuando escuché la ambulancia ya recobré el sentido. Miré que me habían amarrado un torniquete en la pierna, llegaron los paramédicos, me subieron a la ambulancia e inmediatamente me llevaron a la Fundación Valle del Lili”, contó.
Díaz reconoció que nunca imaginó ser víctima de un hecho similar, pues hace casi treinta años que vive en Cali con su esposa, aunque son oriundos de El Bordo, Cauca, una zona afectada por la violencia. “Creía que aquí estábamos seguros con nuestros dos hijos, más aun teniendo cerca al Ejército y a la Policía”.
“Un milagro”
Mientras que Jhon Jairo era trasladado a la clínica por los paramédicos, su esposa, Zully Madrid, viajaba con su hijo desde Popayán hacia Cali, salvándose por poco de otra tragedia.
“Hacía 10 minutos que había pasado por Villa Rica (Cauca), yo vi un bus que estaba estacionado en el peaje, pero nunca pensé una cosa así”, afirmó la mujer refiriéndose al atentado terrorista en el que un policía murió luego de que el bus que la mujer vio estacionado explotara.
Minutos antes había hablado con su esposo pidiéndole que le guardara desayuno, a lo que él le respondió que sacaría a pasear al perro y aprovecharía para comprar arepas. Por ello, cuando escuchó en una emisora que una bomba acababa de explotar en Meléndez, presintió de inmediato que Jhon Jairo había sido afectado.
“Le dije a mi hijo, ‘bomba en Meléndez y su papá está en la calle con Kenzo’, entonces le pedí que le marcara y él no contestaba”, narró Zully.
Debido a la angustia, indicó que no recuerda detalles del recorrido, pero sabe que le dijo a su hijo: “A su papá lo cogió la bomba porque él siempre contesta el teléfono, no importa dónde esté”.
Durante varios minutos, el viaje continuó entre llantos y gritos de impotencia; mientras tanto, Zully y su hijo intentaban contactar a los familiares más cercanos para avisarles que él estaba paseando al perro en el momento de la explosión.

“Cuando pasé por La Morada (Jamundí) me llamó la paramédica y me dijo que estaban en el Valle del Lili; en ese momento paré el carro y me bajé”, expresó la mujer. Tras respirar, calmar los nervios y cambiar de puesto, su hijo tomó el volante y llegaron a la clínica, donde le pudo dar la mano a su esposo por escasos minutos.
“Él solo me decía ‘me duele mucho el corazón’ y me sacaron. Luego empezaron a llegar muchos heridos: los de Villa Rica, los de Jamundí y otros de Cali”, añadió Zully, quien dijo que “es un milagro que mi esposo esté vivo”.
Un dolor indescriptible
Ante Jhon, Zully era fuerte, pero en sus momentos de soledad se permitía sentir el dolor de tener a su esposo luchando por su vida.
Al hombre le realizaron exámenes innumerables para conocer el motivo de su dolor de pecho: “Me dijeron que el corazón estaba bien, pero luego de los rayos X me explicaron que el pulmón estaba colapsando porque estaba lleno de sangre”, explicó.
Tras drenar el pulmón, le realizaron cinco cirugías para estabilizarlo, reconstruir su tráquea, que resultó afectada por una esquirla y remover de su muslo un clavo de tres pulgadas que se incrustó en el momento de la explosión.
Semanas más tarde, los problemas continuaron pues se formó un cultivo bacteriano en su pulmón, por lo que, aun después de ser dado de alta, una enfermera va a su casa tres veces al día para colocarle un antibiótico.

Luego de las subidas y bajadas llegó lo que Zully calificó como un milagro, pues su esposo fue dado de alta y el 10 de julio pudo volver a su casa junto a ella, su hijo y sus mascotas: Kenzo “el perro sobreviviente”, como lo apodaron, y Pinky, una pequeña perrita que no se les separa ni un minuto. Su hija mayor desde el exterior también está atenta a la salud de su papá.
Aunque da gracias por estar vivo, Jhon Jairo sigue sufriendo las consecuencias del atentado, ya que, además de los dolores físicos, desde que ocurrieron los hechos no ha podido abrir su local comercial en el Centro Comercial Holguines, aunque tiene que seguir pagando los servicios y la administración.
“A mí me da miedo que yo me vaya para el local y él retroceda; tocaría volver a la clínica”, explicó su esposa, quien se niega a dejarlo solo.
Además, reconoció que les da miedo salir de casa luego del atentado y que no han recibido apoyo psicológico. “En la clínica estaban todos los especialistas para atenderme, pero ahora me tocó pedir cita en la EPS y me la dieron para el 12 de septiembre”, dijo Díaz, explicando que su esposa ha tenido que hacer muchas diligencias para que Sanitas le autorice la realización de exámenes y citas médicas.
No han recibido ayuda

Dos días después del atentado, mientras Jhon Jairo estaba intubado, el alcalde de Cali, Alejandro Eder, visitó la Fundación Valle del Lili y le informó a las víctimas que estaban tras los agresores; sin embargo, no hubo más contacto con él.
“De la Personería o el Gobierno no hemos tenido apoyo ni psicológico, ni económico, absolutamente nada. De la Alcaldía tampoco, el Alcalde fue y nos dijo que estaba allí para ayudarnos, pero eso fue todo”, expresó Díaz.
Por este motivo, la familia solicitó colaboración, ya que tras la explosión han sufrido problemas psicológicos y económicos. “Pedimos que apoyen mucho más a las víctimas de este conflicto, porque nosotros no tenemos la culpa de lo que está pasando”.
Comunicadora social de la Universidad Santiago de Cali. He sido reportera en temas étnicos, tengo experiencia como periodista comercial y judicial. Disfruto la moda, las tendencias y soy apasionada por la lectura, el café y las buenas historias.