Cultura
La empresa familiar que mantiene vivo el antiguo arte de los vitrales en Cali
Fundada en 1948, a la fecha más de 4000 iglesias del país conservan sus monumentales obras religiosas.
6 de jun de 2025, 01:36 p. m.
Actualizado el 6 de jun de 2025, 09:41 p. m.
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El 3 de diciembre del 2023, en el pueblo de Bainbridge, perteneciente al estado de Nueva York, murió el artista colombiano Leandro Miguel Velasco Pardo, tenía 90 años. Ningún medio nacional informó sobre su fallecimiento, solo un obituario de la Funeraria Wilson —que se encargó de las exequias— y más como una formalidad, tuvo la reverencia de reseñar su vida y obra.
“Leandro nació en Cali, Colombia, Sudamérica, el 12 de junio de 1933. Fue profesor de arte en las escuelas locales. El 23 de noviembre de 1963, el mismo día del asesinato del presidente Kennedy, se mudó a la ciudad de Nueva York, donde trabajó diseñando vitrales, mosaicos y esculturas, mientras pintaba en su tiempo libre”.

“Entre sus obras maestras se incluyen el diseño de tres mosaicos para el techo de la Iglesia de la Inmaculada en Washington D. C., y varios mausoleos en cementerios de Nueva Jersey. Sus diseños de vitrales aparecieron en la portada de la revista Time en diciembre de 1971. Expuso en su país, en Estados Unidos y en el extranjero, con muestras en París, Londres, Venecia, Bélgica, Japón y América Latina. En 1985, se mudó a la región de Bainbridge, donde abrió un estudio en un granero restaurado. No se celebrará un servicio religioso formal”, así quedó resumido en la nota necrológica.
Solo para complementar, podríamos mencionar que al menos 2500 iglesias, santuarios y catedrales de municipios y ciudades de Colombia, así como otros templos religiosos de Venezuela, Ecuador, Panamá, Chile, Costa Rica, Honduras, Puerto Rico, Aruba y Estados Unidos, cada día son iluminados por los monumentales vitrales diseñados por Leandro Velasco, auténticas obras de arte que despiertan, con formas y colores, la fe de los creyentes.
Todos los vitrales que creó durante su larga trayectoria fueron contratados y realizados por la Casa Velasco, el taller de vidrieras sacras y artísticas más antiguo de Colombia, fundado por José Velasco Santamaría, empresario español y padre de Leandro, quien junto a Pascual de Ayala y Galán, trajeron en 1948 el antiguo arte de la vitralística a Cali.
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Alfonso Velasco Pardo, hermano menor de Leandro, tiene 85 años y es el actual gerente de la Casa Velasco, ubicada en el barrio San Fernando Viejo, donde aún funciona el taller con varios jóvenes aprendices que se encargan de convertir los diseños —encargados a artistas locales, tras la muerte de Leandro— en enormes obras de arte formadas por cientos y hasta miles de vidrios coloridos, unidos por tiras de plomo fundido.
Don Alfonso vive solo en la casa taller, su familia está radicada en Estados Unidos, pero él —con 10 stents en su corazón— se obstina en mantener vivo el legado de su padre y hermano, “somos de los pocos vitralistas que seguimos trabajando con los materiales y las técnicas artesanales, las mismas que usaban los maestros que hicieron los vitrales de las catedrales góticas, por eso se mantienen hasta hoy”, comenta.

No solo herramientas y materiales se observan: largas mesas de corte y pintura, un horno, retazos de vidrios coloridos, soldadores de plomo, estructuras metálicas, pinceles, brochas, plumillas, lijas y cortavidrios. Además, en el taller se conservan los bocetos originales de los diseños que Leandro Velasco creó —partiendo de pasajes bíblicos y a solicitud del clero católico— durante más de 60 años. Son cientos de dibujos al pastel, acuarelas y acrílicos que, por sí mismos constituyen obras de arte y patrimonio cultural.
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El arte vitralista tiene grandes maestros holandeses, alemanes, italianos y franceses, su oficio fue tan reconocido que, por lo menos, en el caso de Hermann von Münster (1330 – 1392), quien realizó los vitrales para la fachada de la catedral gótica de Metz, en Francia, al morir fue sepultado dentro del mismo templo como muestra de agradecimiento. En su epitafio lo reconocen: “Aquí yace el maestro Harman, el vidriero de Münster en Westfalia, que hizo la gran vidriera de este lugar”.

“¿Cuántos maestros vitralistas de tanta trascendencia tiene Colombia? Hasta ahora, solo mi hermano. Yo he intentado que lo reconozcan como lo que es, un gran artista, pero no me han prestado atención. Si no fuera por la iglesia, donde hay muchos sacerdotes y obispos con buena formación artística, que valoraron desde el principio el arte de Leandro, no nos mantendríamos”, se queja don Alfonso.
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La historia de la Casa Velasco empezó cuando los padres que regentaban la iglesia de San Judas Tadeo, ubicada en la Avenida Sexta, se comunicaron con José Velasco Santamaría para proponerle que coordinara la realización y montaje de los vitrales que llevaría este templo.
“Estábamos en 1948, y como mi padre conocía bien la industria vidriera y la comercializaba en Colombia, los curas, que también eran españoles, le hicieron la oferta para que empezara su empresa, además, como mi hermano Leandro acaba de salir del colegio y ya tenía definida su vocación artística, esto sería una buena forma de emplear su talento”, recuerda.
Pascual de Ayala y Galán, un maestro vidriero español fue el socio con el que inició su empresa José Velasco, “mi padre lo convenció de venir a Colombia, no solo para encargarse de la obra de San Judas Tadeo, su objetivo a largo plazo era que Ayala y Galán se formaran a los aprendices caleños, entre ellos, a mi hermano”.
En un principio, la empresa se llamó Vidrieras Artísticas de Colombia, pero tras el temprano fallecimiento de Ayala y Galán, en 1954, el socio fundador decidió cambiar el nombre a Casa Velasco & Compañía, puesto que como copropietaria quedó registrada su esposa Blanca A. Pardo y, además, tres de sus hijos eran colaboradores del taller de vitrales.
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El segundo maestro que llegó de España a la Casa Velasco fue Alberto Martorell Portas, que se había formado en La Escuela de Artes de París, al lado de artistas como Joan Miró y Pablo Picasso. Sin embargo, para mediados de la década del 50, Leandro ya estaba realizando sus propios diseños, por lo que, en adelante, los vitrales que fueron encargados terminaron asignados a uno, o a los dos artistas, dependiendo del tamaño.

“El maestro Alberto se quedó aquí en Cali por más de 30 años, trabajando con nosotros, de él aprendió mucho mi hermano. Ambos trabajaron en el vitral de la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús, en el barrio Valle del Lili, pero mientras mi hermano diseñó los vitrales de la iglesia de Bello, en Antioquia, Alberto trabajó en la de San Fernando Rey, en Cali. De los más de 4000 vitrales que hemos realizado, unos 1500 fueron de Martorell y el resto de mi hermano”, afirma don Alfonso.
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Una de las obras más reconocidas de la Casa Velasco, sin duda, son los tres vitrales del Santuario de Nuestra Señora de Fátima, lugar de peregrinaje mariano ubicado en el barrio Granada de Cali. Sin embargo, en este caso, los diseños de estas obras fueron creados por el padre benedictino Martín Canyís Rovira (1912 – 2001), reconocido artista del clero, a quien la comunidad de Hermanas Reparadoras encargaron el arte del templo.
“Mi hermano trabajó de la mano del padre Canyís para realizar estos vitrales, estuvo en todo el proceso desde los primeros dibujos que fueron aprobados, hasta el montaje final”.
La obra fue contratada en 1962 por $73.500 pesos de la época y fue entregada en diciembre de 1963. Son tres estructuras monumentales y de una belleza sublime que aún siguen cautivando: el vitral de la fachada, que representa el nacimiento de Cristo, con unas dimensiones de 85 m2; el vitral detrás del altar, dedicado a la parusía o segunda venida de Cristo, con 74 m2; y el vitral de la capilla mariana, que simboliza el recibimiento de la luz, de 68 m2.
Solo en Cali, según cuentas de don Alfonso, serían por lo menos 35 las iglesias que poseen vitrales de la Casa Velasco, entre ellas, la parroquia de San Fernando Rey, la Sagrada Familia (barrio Popular), San Judas Tadeo, Sagrado Corazón de Jesús (Valle del Lili), Santa Rosa, San Juan Bosco, Niño Jesús de Praga (Salomia), y otros vitrales privados en el Club Colombia, Liceo Benalcázar y el Seminario de Cali.
Sus vitrales también están, por mencionar algunos, en la capilla del cementerio de Pereira, la iglesia del Divino Niño y Monserrate de Bogotá, las Catedrales de Duitama y Moniquirá en Boyacá, la Catedral de Manizales, los templos Palestina y de Salamina en Caldas, las iglesias de Floridablanca y Vélez en Santander.
Periodista y escritor, entre sus publicaciones destaca el volumen de ensayos ‘Libro de las digresiones’. Reportero con experiencia en temas de cultura, ciencia y salud. Segundo lugar en los Premios Jorge Isaacs 2022, categoría de Ensayo.