Colombia
Colombia protege un tesoro de 9 kilos de oro, 1.500 esmeraldas y más de 200 gemas en Bogotá
Estas riquezas están bajo protección estatal mientras avanzan los procesos jurídicos y de seguridad que determinarán su destino.

8 de oct de 2025, 06:19 p. m.
Actualizado el 8 de oct de 2025, 06:19 p. m.
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Bajo la custodia del Estado, un conjunto de nueve kilos de oro, cerca de 1.500 esmeraldas y más de 200 gemas preciosas permanece resguardados en bóvedas oficiales de Bogotá. Más que un cúmulo de piedras y metales valiosos, este tesoro representa la magnitud de la riqueza natural del país y el esfuerzo institucional por proteger un legado que combina historia, biodiversidad y cultura.

Colombia, reconocida mundialmente por la pureza de sus esmeraldas y la calidad de su oro, ha reunido estas piezas a través de decomisos, hallazgos y adquisiciones patrimoniales derivados de operativos judiciales y arqueológicos. Hoy, todas se encuentran bajo custodia federal, protegidas por estrictos protocolos de seguridad, con vigilancia permanente, control técnico especializado y documentación detallada para garantizar su trazabilidad.
Aunque su valor económico es incalculable, la importancia de este conjunto trasciende lo comercial. Muchas de las piezas provienen de contextos históricos y culturales que narran fragmentos del pasado colombiano: algunas fueron extraídas ilegalmente y recuperadas por las autoridades, otras pertenecen a zonas arqueológicas o a antiguas civilizaciones prehispánicas. Preservarlas significa asegurar que una parte del legado nacional continúe siendo patrimonio de todos los colombianos.
Desde tiempos ancestrales, el oro ha ocupado un lugar central en la cosmovisión de los pueblos originarios. Las narigueras, pectorales, máscaras, poporos y figuras rituales creadas por los indígenas no solo eran joyas, sino expresiones espirituales que representaban su conexión con la naturaleza y lo divino. Con la llegada de los españoles, la orfebrería evolucionó y fusionó técnicas europeas con saberes indígenas, dando origen a piezas religiosas y ornamentales de enorme valor histórico.

Junto al oro, la esmeralda ha sido otro símbolo del país. Su abundancia se debe a una inusual combinación de condiciones geológicas únicas presentes en la Cordillera Oriental, donde la mezcla de lutitas negras y fluidos hidrotermales dio origen a las gemas verdes más puras del planeta. Estas piedras, utilizadas desde tiempos antiguos en rituales y objetos sagrados, hoy son parte esencial del patrimonio mineral colombiano.
Entre las joyas más emblemáticas de esta herencia destaca “La Lechuga”, una custodia barroca elaborada entre 1700 y 1707 por el orfebre español José Galaz. Hecha con más de nueve kilos de oro de 18 quilates, está adornada con 1.485 esmeraldas, un zafiro, 13 rubíes, 28 diamantes, 62 perlas barrocas y 168 amatistas. Originalmente perteneciente a la Iglesia de San Ignacio de Bogotá, fue utilizada para exponer la Sagrada Hostia y, desde 2017, forma parte del Museo de Arte del Banco de la República, tras haber sido exhibida incluso en el Museo del Louvre de París.
Su resguardo plantea desafíos: garantizar la seguridad a largo plazo, mantener una cadena de custodia transparente y asegurar los recursos para su conservación.