CALI
Así se mueve la baraja electoral para llegar a la Alcaldía de Cali y la Gobernación del Valle en este 2023
En medio de la excesiva politización de la vida pública, los próximos comicios mostrarán más de la riesgosa polarización.
Colombia tendrá una nueva cita con la democracia a finales de octubre de 2023. El país político, que apenas asimila los resultados electorales del año pasado, observa cómo un gran número de líderes, partidos y movimientos, con más ahínco que destreza, inundan las redes sociales y un poco menos los titulares de prensa, especialmente en las grandes ciudades.
Aunque las campañas iniciarán formalmente entre los meses de junio y julio, es cierto también que quienes aspiran a ser elegidos alcaldes, gobernadores, concejales y diputados, en las 1103 entidades locales (distritos y municipios) y 32 departamentos no solo van perfilando sus candidaturas y originando alianzas, sino que, desde hace al menos cinco meses, procuran interpretar y movilizar a la sociedad.
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En medio de la excesiva politización de la vida pública, los próximos comicios mostrarán un poco más de la inclemente y muy riesgosa polarización, en esta ocasión centrada en el presidente Gustavo Petro y en la dinámica petrismo-antipetrismo. Fragmentación social agrandada a veces por los incomprensibles pronunciamientos del primer mandatario y por las dudas que comienza a generar el proyecto ‘del cambio’ en la opinión pública.
A pesar de lo anterior y más allá de continuidades, la izquierda democrática tendrá el camino expedito para afianzarse, tras haber obtenido por primera vez la Presidencia de la República. Por su parte, la derecha deberá asumir un compromiso con la reinvención, comenzando por hallar un discurso moderno y ajustado a las necesidades sentidas del país, sin perder su norte de oposición. Y el centro… ¿aprovechará este nuevo escenario para ahuyentar la crisis provocada por sus fallidos esfuerzos colectivos? Veremos.
Santiago de Cali como foco del pasado estallido social y el Valle del Cauca con una marcada tendencia al voto de izquierda (a juzgar por la tendencia del comportamiento electoral en los últimos dos comicios nacionales) hacen de esta región una de las grandes ventanas de observación, por supuesto en la expectativa que suscitan los futuros resultados, pero en especial por la enredada gobernabilidad que arrastra.
Los futuros candidatos deben reconocer que no es poca cosa ser el eje de la región Pacífico. La vulnerabilidad al impacto de la violencia asociada al narcotráfico y la penetración de dineros provenientes de economías ilícitas; un cuarto de siglo de progreso postergado por la politiquería y el no resolver con eficacia problemáticas asociadas a seguridad, empleo, infraestructura, entre otras, ponen sobre la mesa la necesidad de actuar en función de resultados y de recuperar la confianza perdida en las instituciones.
¿Quiénes tienen opciones de ganar en Cali?
Quien obtenga la victoria en el Distrito de Cali tendrá el desafío de superar la dispersión de votos que ha acompañado los resultados en las últimas dos décadas. Además del alto porcentaje de abstención, los alcaldes elegidos en el pasado no superaron en promedio el 35% de los votos válidos. Razón de peso para iniciar sus gobiernos en contracorriente y con visos de ilegitimidad.
De los jugadores de 2019, de seguro veremos en la arena a Roberto Ortiz y a Alejandro Eder, quienes, tras su segundo y tercer lugar, respectivamente, vienen desplegando campañas ‘de manual’ a través de redes sociales y medios masivos locales, más que nada, con posturas de oposición al absorto segundo tiempo de Jorge Iván Ospina.
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Superada su faceta como concejal y, aunque ostenta una marca política afianzada que trasciende su base social, el popular ‘Chontico’ tiene debilidades notables en materia comunicativa y no logra acompañar su discurso de ideas técnicamente sólidas.
Eder, por su parte, con un mensaje centrista de renovación, expone un proyecto de ciudad que integra la visión empresarial -no así la del electorado popular-, pero, tal cual hace cuatro años, deberá modelar con mayor asertividad su imagen y ampliar su reconocimiento social.
¿Habría continuismo? Por cuenta de la ineficiencia en su gestión, los escándalos de corrupción y el lastre asociado al clientelismo -cimentado desde la campaña misma-, quien sea asociado con el actual Alcalde tendrá pocas opciones de competir, pues el daño que supuso el actual mandato de Ospina -declarado petrista- a cualquier iniciativa de izquierda en la ciudad es incalculable.
Sin embargo, el factor sorpresa podría ser Deninson Mendoza, de cuya trayectoria se recuerda su paso por la Secretaría de Desarrollo Económico del Valle durante el mandato de Dilian Francisca Toro.
Ondeando una bandera de ‘independiente’, pero con un calculado malabarismo, el hasta hace pocos meses gerente de Telemedellín no solo goza de la simpatía de la nueva ‘élite’ progresista local, sino que además, y en medio de su renuncia a este medio televisivo, recibió la unción de su exjefe, el alcalde Daniel Quintero, otro abierto apologista de Petro.
¿Y Tulio Gómez? El reconocido empresario bien podría ser otra gran sorpresa. Aunque se ha hablado de una posible alianza con Eder, a juzgar por recientes sondeos de opinión, el también propietario del América de Cali tiene una imagen favorable entre muchos sectores y luce competitivo, entre otras, por lo que significaría un rostro nuevo en la contienda.
Por los lados de la derecha se posan nubarrones. Aunque en los últimos meses ha hecho carrera el nombre del exministro de Justicia Wilson Ruiz, con muy bajo reconocimiento en la opinión pública, también el del excandidato presidencial John Milton Rodríguez, jefe de Colombia Justa Libres, partido cristiano sin mayor caudal de votantes, y el del actual concejal Roberto Rodríguez, así como el del exsenador Gabriel Velasco, por las huestes uribistas.
Tan escasas son las opciones de la derecha, que este último, tal vez el de mayor visibilidad entre una parte del empresariado, pero derrotado en su aspiración de continuar como senador, se especula podría incluso ser candidato a la Gobernación del Valle. Lo cierto es que aún no se entrevé lo que podría ser un proyecto de unidad con una clara línea divisoria al petrismo. Aunque van tarde, aún están a tiempo.
¿Quiénes se alinearán por la Gobernación del Valle del Cauca?
A diferencia del debate caleño, no son muchas las certezas para la conformación del partidor de la Gobernación del Valle. Descartada la renuncia de Alexander López a su curul en el Senado, el oficialismo desiste momentáneamente de participar con candidato propio. Entre tanto, por los lados del centro y la derecha no se observan aún candidaturas fuertes con alguna posibilidad de competir al poder establecido de Dilian Francisca Toro.
Como se pudo analizar una vez surtida la segunda vuelta presidencial de 2022, es factible que haya un acuerdo entre las fuerzas petristas y las de la actual directora del Partido de la U, quienes, como se pudo leer con los resultados electorales en el Valle -y ante las dudas-, enfilaron esfuerzos por evitar el ascenso de Rodolfo Hernández al solio de Bolívar.
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Otras opciones viables para conformar el tarjetón serían las del excongresista Fabio Arroyave, quien en marzo pasado confirmó su aspiración y buscaría el aval del Partido Liberal. Un escalón abajo se podría esperar la confirmación de figuras alternativas como los exrepresentantes a la Cámara por la Alianza Verde Catalina Ortiz y Juan Fernando Reyes Kuri, este último también arropado con el ‘trapo’ rojo.
Como están las cosas, no habrá quién pueda hacer frente al movimiento Nueva Generación y una buena parte de la estructura política de Dilian, quien, en cabeza propia o en quien disponga, tendrá un camino fértil para continuar en el Palacio de San Francisco y mantener el dominio en al menos un tercio de los 42 municipios del Valle.
¿Tendremos los ciudadanos campañas con valor?
Contadas excepciones como varias de las referidas, el universo de candidaturas se percibe débil en contenido y forma. Para quienes ya se lanzaron al agua -antes de tiempo-, competir con altura y agregando valor al debate debe ser una máxima. Por ello, desde el rol que me asiste, van algunas recomendaciones para hacer de la futura contienda una que aporte decididamente a un mejor clima social y político de la región:
Es necesario contar con una diferenciación mínima: construir un argumento sólido que invite a votar por sí mismo y no por el resto. La política electoral es un ritual de persuasión: todo se concentra en el mensaje y cada cosa comunica (gestualidad 44%, escenario 44 %, contenido 12 %). Forjar una imagen positiva real, no impostada, y entender que las campañas no son una fuente de descalificación de los otros. Y ojo, las alianzas solo se evidencian cuando se concretan, no se presumen ni se exhiben.
No perder de vista que los electores tienden a ser consistentes en sus preferencias electorales, por idiosincrasia, por valores políticos o por intereses económicos. Además de la imagen, la conexión con la opinión es el programa: es necesario demostrar seguridad en los planteamientos, manejo de datos y no presentar ni asegurar ninguna información que sea susceptible de ser modificada.
Bien por aquellos convencidos de ejecutar sus campañas apegados a la técnica y el mercadeo político. Sin embargo, deben saber que este no reemplaza habilidades y competencias que se requieren del candidato y su equipo, menos su carisma o capacidad de negociación. El entrenamiento y la preparación son ineludibles para el éxito.