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¿Y si el gerente está mentalmente ido?
Un buen gerente es consciente de sus limitaciones para cumplir los objetivos propuestos. Por eso se rodea de quienes tienen las habilidades y fortalezas para construir equipo y sacarlo adelante.
Los desastrosos episodios de esta semana, que comenzaron con la retención de Marelbys Meza, la exniñera del hijo de Laura Sarabia y que determinó su salida del gobierno y la renuncia a la embajada de Venezuela de Armando Benedetti, no concluyen. El viernes en la noche fue encontrado sin vida el coronel Óscar Dávila, investigado por la práctica de polígrafo a Marelbys, en un proceso donde la pregunta es: ¿Quién solicitó hacer el polígrafo? ¿Quién ordenó chuzar los teléfonos de las empleadas? Las grabaciones conocidas muestran deslealtad, ordinariez, resentimiento, que nos hacen prever que vienen muchos destapes en el horizonte y todo esto se está dando en un gobierno que no lleva ni un año.
Muchos hacen la analogía con el proceso 8000 y con los detalles del gobierno Samper, siempre recordado por la financiación irregular de la campaña y porque estuvo cuatro años defendiéndose para conservar el poder. Yo me iré por otro lado, invitando a recordar el gobierno de Virgilio Barco, donde la lealtad y la gerencia técnica fueron ejes de su equipo. Recordemos que Barco (1921-1997) fue diagnosticado con cáncer y a mediados de su gestión comenzaron a hacerse evidentes los síntomas de Alzheimer.
Un gobernador de un importante departamento me contaba que él llamaba al presidente y la llamada se encauzaba hacia el secretario general de la Presidencia Germán Montoya, quien resolvía con eficiencia todos los requerimientos que llegaban al gobierno central. Jamás se notó en términos de eficiencia gerencial, la ausencia del Presidente. La razón: había lealtad y calidad profesional en el equipo.
Germán Montoya (1920-2020) era un destacado empresario paisa, fundador de GM Colmotores, quien a los 66 años aceptó ser la mano derecha de Barco. En ese equipo de amigos y gerentes incondicionales se sumaron entre otros Gustavo Vasco, Fernando Cepeda Ulloa y hasta el capellán de Palacio, nuestro inolvidable Fray Luis Javier Uribe, que tenía condiciones profesionales óptimas como lo vimos cuando dirigió la Universidad de San Buenaventura en una de sus mejores épocas.
Ese sanedrín, como se le llamó, no llevaba agenda propia; la suya era la de un gobierno que orientado por Barco manejaría el esquema Gobierno - Oposición pero con la impronta de eficiencia como lo había demostrado cuando fue Alcalde de Bogotá, logrando la transformación física e institucional de la capital del país. Cuánto debería Petro aprender de esta trayectoria de quien detentó esas posiciones y contrario al presidente de hoy, quien por donde pasa deja huella de buena oratoria de balcón pero pésimo liderazgo al interior de su equipo; mal ejemplo en su conducta personal , en el manejo de su agenda; en la atención a sus ministros y a los temas nacionales.
Un buen gerente es consciente de sus limitaciones para cumplir los objetivos propuestos. Por eso se rodea de quienes tienen las habilidades y fortalezas para construir equipo y sacarlo adelante. Un reto tan grande como liderar el país, no se logra con una mano derecha de 29 años ni con aliados reconocidos por su afición a licor y a las drogas y mucho menos, con expectativas de lucrarse con base en la gestión pública.
Para hacer historia, se requieren objetivos nobles y cumplibles, diseñar la estrategia adecuada; lograr la estructura pertinente y seleccionar excelentes seres humanos y con las calidades profesionales requeridas para hacer realidad ese propósito. Un buen equipo comprometido y liderado puede lograrlo como lo hizo Barco a pesar de su Alzheimer. No estoy seguro que lo logre Petro con su megalomanía, desorden de vida y una colcha de retazos burocrática, diseñada para que le hagan venias a su egolatría descomunal.