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Acompañar a bien morir

Concederle el merecido descanso a quien ya cumplió su misión en este mundo es un acto de generosidad.

Carlos E. Climent
Carlos E. Climent. | Foto: El País

Carlos E. Climent

Carlos E. Climent es médico de la Universidad del Valle y psiquiatra de la Universidad de Harvard. Durante30 años trabajó en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, y durante 20 se desempeñó como miembro del Panel de Expertos en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud.

6 de abr de 2025, 02:32 a. m.

Actualizado el 6 de abr de 2025, 02:33 a. m.

Cuando una persona en posición de autoridad dentro del núcleo familiar sufre una enfermedad incurable, y queda en un estado en el cual ya no puede tomar decisiones con mucha determinación, su familia enfrenta una situación complicada de manejar. Además del dolor de la pérdida, para la familia se inicia un proceso de transición cuya duración nadie sabe con certeza.

Con persistencia inexorable, aparecen las diferencias de criterio, las oleadas de desconcierto, tristeza, sentimientos de culpa, fatiga y rabia impotentes, que van y vienen, y se intercalan con la necesidad de atender los asuntos prácticos.

Nada le ahorra el dolor de la pérdida a los seres queridos. Pero hay algo que todos podemos hacer mientras estamos saludables que puede evitar sufrimiento innecesario y agotador en muchos casos.

Se trata de dejar claro, y por escrito, que, en el caso de una enfermedad irreversible, uno no quiere que le prolonguen la vida por medios artificiales.

Una guía clara a seguir en estos casos disminuye la posibilidad de incertidumbres y conflictos entre quienes quedan con la responsabilidad de tomar decisiones.

Cuando los deseos del enfermo están claros, las reuniones entre familiares y el médico de confianza pueden ser más efectivas para atenuar el sufrimiento de una agonía prolongada. Dichas reuniones permiten entre otras cosas que:

* Todos se sientan acompañados.

* Cada cual hable abiertamente lo que piensa, así los puntos de vista sean distintos.

* Se logre un acuerdo de prioridades, incluidas las espirituales, que contemple que la persona sufra lo menos posible y tenga derecho a descansar.

* Se combata la negación y se acepte la realidad.

* Se obre de acuerdo a los deseos más fervientes del enfermo, así éstos sean distintos a los de la familia.

En la gran mayoría de los casos, postergarle la muerte artificialmente a quien ya cumplió su misión en este mundo, no concediéndole el merecido descanso, no es un acto de generosidad.

De hecho, prolongar una vida exclusivamente vegetativa puede llegar a ser un acto egoísta, sobre todo cuando el incentivo del familiar responsable es evitar el dolor que inevitablemente viene con la separación definitiva.

También hay que tener en cuenta que pueden existir presiones indebidas por parte de quienes pueden tener intereses distintos a los de minimizar el sufrimiento del paciente y su familia.

Si el consenso familiar, incluyendo los deseos del paciente, es el de no prolongar la vida por medios artificiales, sino esperar a que la naturaleza defina los pasos del proceso, éste se hará en unas condiciones mucho más tranquilas y con objetividad.

Y si las cosas se prolongan, y con ello el sufrimiento, el mismo proceso de solidaridad del grupo familiar, en coordinación con el médico de confianza, puede dar lugar a modificaciones para acompañar a bien morir al ser querido.

Carlos E. Climent

Carlos E. Climent es médico de la Universidad del Valle y psiquiatra de la Universidad de Harvard. Durante30 años trabajó en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, y durante 20 se desempeñó como miembro del Panel de Expertos en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud.

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