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Dios nos quiere mejores

Jesús ve la profundidad del alma y por eso sana. Hemos de aprender de este evangelio, lo mejor para sentirnos siempre perdonados, acogidos, renovados y sanados...

Oración a la Sangre de Cristo
La Pascua es la nueva creación de Dios, quien le restituye al hombre lo que el pecado le arrebató. | Foto: Getty Images

Arquidiócesis de Cali

Mensaje escrito por el Arzobispo de Cali y sus obispos auxiliares para los lectores de El País.

6 de abr de 2025, 02:34 a. m.

Actualizado el 6 de abr de 2025, 02:35 a. m.

Por monseñor Rodrigo Gallego Trujillo, obispo de Palmira

En el quinto domingo de Cuaresma, la liturgia nos presenta hoy una serie de detalles que confluyen para entender cómo Dios siempre busca que todo sea nuevo “miren que hago nuevas todas las cosas”, (Ap 21,5); eso significa que Dios no es un Dios de remiendos y, el mismo Jesús lo dice cuando nos habla de no poner un remiendo con tela nueva a un manto viejo (Cf. Mt 9,16).

Por eso, la Pascua es la nueva creación de Dios, quien le restituye al hombre lo que el pecado le arrebató. De allí, que el texto del evangelio de hoy (Juan 8, 1-11), -el perdón de la adúltera- nos muestra toda la fuerza profunda de la misericordia de Dios que no se fija en el pecado, sino en el pecador, que no condena, sino que absuelve; que no hiere en la herida, sino que sana la herida para que, donde hubo muerte, pueda florecer lo mejor que es Dios mismo.

Llama la atención el gesto de Jesús: escribir en el suelo, indicando, quizá, que se centraba en lo esencial y evitaba desviarse hacia las distracciones que los fariseos quieren presentar ante el caso de una mujer en quien, de modo implacable, quieren aplicar la ley, pasando por encima de una historia no comprendida, de una realidad no compartida, de una herida no sanada.

Jesús ve la profundidad del alma y por eso sana. Hemos de aprender de este evangelio, lo mejor para sentirnos siempre perdonados, acogidos, renovados y sanados: “Vete y en adelante no peques más”, (Juan 8, 11). Que esta sea una consigna en nuestra vida para reemprender siempre el camino, contemplar el horizonte lejano y no anquilosarnos en un pasado que no cambia. Que lo anunciado el profeta Isaías (Is 43, 16-21) con la figura del desierto que se transforma en bosque, sea la expresión para entender que el perdón trae vida nueva. La Pascua que se aproxima, sea tiempo muy especial en medio del Jubileo, en contra de la desesperanza que es propia de quien no cree en el poder absoluto de Aquel que todo lo puede. Perdonar es sanar.

Arquidiócesis de Cali

Mensaje escrito por el Arzobispo de Cali y sus obispos auxiliares para los lectores de El País.

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