Columnistas
Qué le estará pasando a nuestro país
Si la moral del mundo va para atrás, ¿qué se hicieron los hombres que hacen el bien?

10 de may de 2025, 03:20 a. m.
Actualizado el 10 de may de 2025, 03:20 a. m.
Esta pregunta que encabeza mi opinión hoy, está en la mente y el corazón de muchos colombianos y ya la había escuchado hace tiempo en dos bambucos muy de nuestra región; de artistas que son como los voceros de los sentimientos de los que no son escuchados y se convierten en grito, para despertar las conciencias de quienes pudiendo dar una respuesta de consuelo y confianza, la han cambiado por un plato de lentejas.
“De la noche a la mañana nos cambiaron de libreto, y entre sombras se tejieron hilos de sangre y veneno, y la tierra, nuestra herencia, de sus hijos tiene miedo; de que la venda un día un aprendiz de caudillo con disfraz de culebrero”, pero también además de la Saavedra, ‘en nuestra herencia’, lo dice Gerardo Arellano, en otro bambuco: “Qué le estará pasando a nuestro país, ahora las cosas andan de mal en peor, no puede uno callarse teniendo voz; si la moral del mundo va para atrás, ¿qué se hicieron los hombres que hacen el bien? Siempre la misma cosa, no habrá poder, para que la justicia traiga la paz, hay que sacar al diablo” de nuestro país.
En el año 2017 del 1 al 3 de diciembre, en Bogotá, se realizó un encuentro inédito de jóvenes católicos que quieren asumir responsabilidades políticas al servicio de los pueblos latinoamericanos, auspiciados por la Comisión Pontificia para América Latina y el Celam; con el beneplácito y aliento del papa Francisco, quien les puso al frente tres realidades para reflexionar: “La política es una de las formas más elevadas de la caridad, porque sirve al bien común. Caemos con frecuencia en la tentación de pensar que el laico comprometido es quien se dedica al servicio de la iglesia, en la parroquia y no le hemos formado ni apoyado para que sea quien intervenga en la verdadera política, en la buena política, que es un servicio y una lucha por el bien común y no por el personal o de grupo y una tercera reflexión: ¿Dónde están los cristianos, que evangelicen la política y dinamicen la sociedad con el evangelio del amor, del servicio, de la misericordia?” Estas posiciones las repitió varias veces en encuentros también en Roma.
En otra oportunidad en encuentros de jóvenes profesionales de la economía que incursionaban en política, al referirse a la paz, aludiendo al poeta Péguy, les dijo que es como una flor muy frágil que trata de florecer entre las piedras de la violencia; porque sabemos bien que la búsqueda del poder a cualquier precio lleva al abuso y a la injusticia. De ahí que la política sea un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, si bien cuando quienes se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad, puede convertirse en instrumento de opresión, marginación y destrucción.
En Bogotá, les decía: “Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo y la vida de los pobres; es imperioso que los gobernantes, levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos”.
“Qué le estará pasando a nuestro país; qué se hicieron los hombres que hacen el bien, para que la justicia traiga la paz”, hay que entender que estamos en el mundo, como lo dijo Jesús a Pilatos, para dar testimonio de la verdad y entender que el que quiera ser el primero, debe ser el servidor de todos y no sembrar más dolor y sufrimiento con lo que hacemos, porque como lo dice la canción: “Pero el tiempo cobra todo y la vida es gran maestra, el que siembra desamores, mañana recoge penas”. Aprovechemos este tiempo de perdón, de misericordia, de esperanza, y empecemos una vida nueva.
Sacerdote, párroco en María Madre de la Iglesia en Vipasa y Prados del norte, fue director del Centro de Investigaciones de la Arquidiócesis de Cali, profesor de Teología en el Seminario Mayor San José de Panamá, y párroco en Buga y en Cúcuta. Escribe para El País desde 1999