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La difícil misión de convivir con un narcisista

Las víctimas de los narcisistas suelen negar la gravedad de sus consecuencias y cuando entienden lo que está ocurriendo, pueden aceptarlo de dientes para afuera.

Carlos E. Climent
Carlos E. Climent. | Foto: El País

6 de jul de 2025, 02:07 a. m.

Actualizado el 6 de jul de 2025, 02:08 a. m.

Una de las tareas más complejas en el ejercicio de mi profesión es decir a las personas algo que no quieren escuchar ni aceptar. Convencer a alguien que la persona con la que convive es un narcisista no es una tarea fácil. Ello implica no solamente reconocer algo doloroso, sino que requiere empezar un proceso para hacer algo al respecto.

No olvido la reacción de una mujer que un día llegó a mi consultorio y me entregó una copia de “La Locura Lúcida”, un libro que yo había publicado unos meses antes, y me dijo: “Este libro está equivocado porque en él usted insinúa que una persona con las características de mi marido es narcisista, y eso no es verdad”. La buena señora me dejó el libro y no volví a saber de ella.

Las características de las personas con un trastorno narcisista de la personalidad son las siguientes:

- Son fríos. No aman a nadie, ni sienten empatía por nadie, pero son unos expertos para fingir el afecto.

- Son omnipotentes y están preocupados con fantasías de éxito ilimitado.

- Se consideran especiales. Están, erróneamente, convencidos que son mejores que los demás, tienen una visión tergiversada sobre el éxito de su labor, y por ende exigen admiración excesiva.

- Se creen con derecho a las cosas sin merecerlas. Se aprovechan de los demás y siempre los manipulan en su propio beneficio.

- Son envidiosos, arrogantes y siempre quieren tener la razón.

- Son tercos y agresivos, y por lo tanto las personas cercanas que logran identificar sus características no se entrometen ni los enfrentan. Sus víctimas se someten pasivamente a sus manipulaciones y de esa forma la situación se perpetúa, no infrecuentemente, por vidas enteras.

Ejemplos hay muchos. Unas veces es el cónyuge, otras es uno de los padres, uno de los hijos, un pariente, un amigo, un colega, o cualquier otra persona cercana. La convivencia con estos personajes puede convertirse en una pesadilla, pero inexplicablemente, sus víctimas los protegen a pesar de la vida mediocre, humillada y de maltratos que llevan.

Las víctimas de los narcisistas suelen negar la gravedad de sus consecuencias, tienden a racionalizar dichas conductas, y cuando entienden, a nivel intelectual, lo que está ocurriendo, pueden aceptarlo de dientes para afuera, pero no hacen nada al respecto.

El narcisismo no es una condición inusual. Son muchas las familias que tienen uno o más de estos personajes. Pero las historias familiares se “editan” y se transmiten de generación en generación en forma de mitos, relatos falsos, distorsiones de la verdad y a veces flagrantes mentiras, que sobreviven a pesar de los argumentos lógicos en su contra.

En esa forma, estos relatos son acogidos por familias enteras porque la negación y la fantasía tienen acogida y hacen “sentir bien” a la gente. Por fortuna, unas cuantas víctimas son capaces de preguntarse si quieren seguir viviendo una vida infeliz o prefieren algo mejor.

Las que salen adelante son las que aceptan la patología de su allegado narcisista, buscan apoyo, y a través de un proceso de fortalecimiento y clarificación, empiezan a poner las condiciones para una convivencia más justa. Y si no ven progresos ponen límites y distancia.

Carlos E. Climent es médico de la Universidad del Valle y psiquiatra de la Universidad de Harvard. Durante30 años trabajó en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, y durante 20 se desempeñó como miembro del Panel de Expertos en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud.

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