Columnista
Protejámosla
El buen periodismo y la libertad de prensa han jugado un rol clave en la democracia Occidental: la han enriquecido y defendido.

Francisco José Lloreda Mera
27 de abr de 2025, 12:39 a. m.
Actualizado el 27 de abr de 2025, 12:39 a. m.
“Ninguna sociedad democrática puede existir sin una prensa libre, independiente y plural”. Estas palabras, del exsecretario general de Naciones Unidas y Premio Nobel de Paz, Kofi Annan, cada día cobran mayor vigencia. La censura, en sus diversas formas es no solo una amenaza a los principios democráticos, sino, la llave hacia el autoritarismo y las dictaduras. Una vez silenciada, amordazada o cooptada, no hay camino de regreso.
El Nazismo en Alemania se consolidó con la eliminación de la prensa libre de parte de Joseph Goebbels, ministro de Propaganda. Stalin afianzó su dictadura con la censura de medios y asesinato de periodistas. Fidel Castro nacionalizó la prensa y desde entonces la represión a los comunicadores es la constante. China controla los medios, incluso en Hong Kong. Y en Colombia, la libertad de prensa está bajo un constante asedio del Gobierno.
El buen periodismo y la libertad de prensa han jugado un rol clave en la democracia Occidental: la han enriquecido y defendido. Pero eso cambió drásticamente con la transformación digital, para bien y para mal. Un transición dura, exigente y con serios altibajos por el colapso del negocio convencional, cambios en la propiedad de los medios y hábitos de consumo insaciables, que ha sido aprovechado por quienes no creen en los valores democráticos.
Sólo en Estados Unidos han cerrado más de 2900 periódicos y en el Reino Unido 300. El 70% de los diarios en América Latina y Europa han reducido su tiraje o eliminado las ediciones diarias, transitando al medio digital. El viejo modelo de negocio colapsó; los ingresos por publicidad en medios impresos a nivel global cayó 60%. Los dispositivos digitales son la principal fuente de información obligando al periodismo a adaptarse o cerrar.
Lo más relevante de esta transición, que no cesa, es lo que sucede con el consumo de contenidos. Hace carrera una cultura de ansiedad informativa ligera, que no decanta, digiere, reflexiona, ni cuestiona la veracidad de lo que recibe. No les importa, el afán por los likes y reenviar, y reaccionar en caliente, predomina. Como si el tiempo y el mundo se fueran a acabar y se tratara de una competencia desaforada por ver rápido y seguir.
En ese escenario de inmediatez esquizofrénica, bodegueros pagos e influenciadores de distinta calaña, donde el dinero, la mentira, la injuria, la calumnia y el insulto mandan, la defensa de la democracia se dificulta. Las percepciones lideran, la verdad escasea y lo importante se envilece. La calidad del debate, de las ideas y principios no encuentra espacio en medio de una borrachera colectiva, adictiva y destructiva, que no se detiene.
Nunca antes los medios responsables -a los que les importa y preocupa el descarrile de las sociedades, sean tradicionales o no, impresos, radiales, televisivos, o digitales- han tenido una misión tan importante: cuidar la democracia. No lo harán las plataformas desestructuradas e interesadas en el instante, el afán de agradar y el enganche masivo. No porque no crean en su relevancia, simplemente no sienten sea parte de su objetivo, de su ethos.
En ese contexto, felicito de corazón y con nostalgia a El País en sus 75 años. Con aciertos y desafíos, se mantiene fiel a ese propósito superior al igual que la mayoría de los medios en Colombia. Lucha por la verdad y los intereses de la Nación, denuncia los desafueros y defiende la democracia. Francisco Zarzo dijo con una claridad difícil de igualar: “La prensa libre no solo es el arma más poderosa contra la tiranía y el despotismo sino el instrumento más eficaz y más activo del progreso y de la civilización.” ¡Progejámosla!
Francisco José Lloreda Mera
Abogado y doctor en política de la Universidad de Oxford. Se desempeñó como Ministro de Educación, Embajador en La Haya, Alto Consejero Presidencial para la Seguridad Ciudadana, y Director de El País de Cali. Actualmente es Presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo, gremio de la industria de hidrocarburos.
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