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Por el camino del autogolpe

El camino que usted ha escogido para replicar al congreso no es el de los argumentos, sino el del chantaje a base de miedo.

Antonio de Roux
Antonio de Roux. | Foto: El País

19 de may de 2025, 01:35 a. m.

Actualizado el 19 de may de 2025, 01:35 a. m.

La molestia del Gobierno Nacional por la no aprobación de la reforma laboral y por el rechazo que hiciera el Senado a la consulta popular, estaba cantada. Pero tal circunstancia no lo habilita para actuar por fuera de la Constitución y llevarnos al caos.

Hacer lo que vienen haciendo el presidente Petro y sus alfiles, entre quienes se cuentan el ministro Benedetti y el exalcalde Quintero, representa nada más ni nada menos que un intento de autogolpe de Estado. Este término alude, entre otras conductas, a la clausura o intento de clausurar el poder legislativo por parte de quien desempeña el Ejecutivo, valiéndose al efecto de mecanismos de acción extraconstitucionales.

Para no ir muy lejos, tal fue lo que aconteció en Perú, cuando Pedro Castillo, cabeza del Ejecutivo, anunció su decisión de cerrar el Congreso, y más recientemente en Corea del Sur, cuyo presidente, Yoon Suk–Yeol, apeló al estado de emergencia para suprimir la asamblea legislativa del país. Las dos situaciones terminaron con el derrocamiento y encausamiento de los mandatarios auto golpistas.

Aquellos intentos se parecen mucho a la dinámica que Gustavo Petro ha desatado para eliminar al legislativo o someterlo a voluntad. La diferencia es que aquí no se ha usado la amenaza de la fuerza militar, sino la representada por asambleas populares, cabildos, comités de barrio, colectivos y movilizaciones efectuadas por un ‘pueblo’ a cuyo nombre se proponen las tropelías.

Los cuestionamientos a los partidos frente a la negación de la consulta popular son improcedentes. Hay otros medios para reconsiderar los beneficios laborales caídos, como lo han propuesto el liberalismo y la U, entre otros. Pero esas colectividades tienen razón al oponerse a una consulta que sería montaje electorero anticipado para beneficio exclusivo del ejecutivo y sus socios.

Por eso, Presidente, debemos decirle respetuosamente, pero con toda firmeza, que son inaceptables los llamamientos suyos a violentar el Congreso mediante procedimientos como la convocatoria de asambleas populares, la manipulación de las centrales obreras -juntas de acción comunal y autoridades indígenas-, el perfilamiento de los congresistas, y la promoción de un paro nacional. Siendo este el caso y sumando la crispación que usted propicia más la presencia desbordada de actores armados, tendríamos explosiones incontrolables de violencia con tomas, asonadas, bloqueos, daños y pérdida de vidas.

El camino que usted ha escogido para replicar al congreso no es el de los argumentos, sino el del chantaje a base de miedo. Es también el de la destrucción del Estado de derecho, la eliminación del proyecto transformador en democracia de la izquierda sensata y, sin más, la entronización del peor autoritarismo. Ni se diga lo que podría suceder si termina de hundirse la perversa reforma de la salud, o si la Corte Constitucional declara inexequible esa reforma pensional que en no muchos años dejará desamparados a quienes hoy son jóvenes.

Debe saber, Presidente, que la ruptura institucional instigada por su gobierno no triunfará. Somos más quienes deseamos avanzar propiciando soluciones sostenibles con armonía. Aunque para continuar su desvarío pudiera sentirse alagado por las mayorías pasajeras que ha conformado a base de mermelada, en el largo plazo los tribunales y los ciudadanos no le absolveríamos.

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