Columnistas
¿Nadie levantará la voz?
En la medida en que más escándalos son conocidos, la respuesta del presidente Petro ha sido envalentonar más su discurso y su narrativa.

12 de may de 2025, 01:14 a. m.
Actualizado el 12 de may de 2025, 01:14 a. m.
El gobierno del presidente Petro ha protagonizado escándalos casi a diario, mientras el país vive una coyuntura de permanente desgaste y división por cuenta de cada uno de sus desaciertos. Y si algo ha brillado por su ausencia absoluta es precisamente la falta de autocrítica en la izquierda que hoy avala prácticas que durante décadas denunció.
Lejos de reconocer errores o buscar corregir el rumbo, el tono y el carácter cada vez más autoritario y beligerante del Presidente ha despertado toda clase de preocupaciones e inquietudes sobre el futuro de nuestra democracia y nuestra política. En la medida en que más escándalos son conocidos, la respuesta del presidente Petro ha sido envalentonar más su discurso y su narrativa. El mandatario, mientras tanto, insiste en que cada denuncia hace parte de tramas para desestabilizar su administración.
La lista de los escándalos que han sido responsabilidad del gobierno nacional es larga y bien conocida por la ciudadanía: la corrupción en la Ungrd, el desastre por el desmonte del sistema de salud, los pésimos manejos de Ecopetrol, las denuncias del pago de sobornos a congresistas, las indecorosas cartas del excanciller Leyva –y todo lo indecoroso que relatan–, y el caso del enfrentamiento público de Sarabia y Benedetti son algunos de los que más han sonado. Quienes prometieron gobernar con decencia han liderado una administración llena de contradicciones y desde la flexibilidad ética han aceptado las más cuestionables prácticas de la política tradicional.
Todo esto debe llevarnos a preguntar por qué no hay voces de peso nacional en la izquierda que desde la autocrítica rechacen prácticas tan cuestionables que en nada coinciden con su programa ideológico. Los ruidosos aplausos del fanatismo pretenden ocultar una realidad contradictoria y dejan en evidencia una clara falta de democracia interna en el petrismo. Pero desde la ciudadanía debemos exigir una dosis de decencia y reflexión en los sectores políticos de la izquierda que hoy gobierna, porque no todo vale en la política. Menos aún cuando quienes hoy controlan el poder prometieron transformar la cultura electoral de la nación.
Debemos recordar que en gobiernos pasados, ante episodios de escándalo y de desacuerdo sobre lo fundamental, se dieron grandes fracturas en partidos de la derecha. Voces como la de Germán Vargas Lleras, por solo mencionar uno de los más conocidos ejemplos, se enfrentaron a la intención reeleccionista del expresidente Uribe en su momento. En cambio, en las filas de la izquierda colombiana no ha existido un movimiento de autocrítica y decencia capaz de rechazar la manera en que tantos políticos ajenos a la izquierda aterrizaron en la administración y controlan las entrañas del poder.
Estos hechos indican que la estructura dentro del partido de gobierno carece de cualquier reflexión interna y funciona de la manera más personalista imaginable. Lo que muchos no han entendido, quizás por estar ocupados aplaudiendo los errores y peleas innecesarias que ha desatado el presidente Petro, es que durante décadas la izquierda colombiana tendrá que cargar el peso de los escándalos de este gobierno por cuenta de la falta de autocrítica.
Posdata: la mejor noticia política en los meses recientes es el hundimiento del proyecto que autorizaba el transfuguismo. Se trataba de una estrategia que le permitía al gobierno cambiar las normas y reconfigurar a toda conveniencia sus fuerzas antes de las elecciones de 2026.
Politólogo de la Universidad de los Andes con maestría en Política Latinoamericana de University College London. Es analista político para varias publicaciones nacionales e internacionales, y consultor en temas de política pública, paz y sostenibilidad.