Columnistas
Las rabias acumuladas
La salud de muchos problemas vitales consiste en no esconderse detrás de los síntomas.
Los conflictos insolubles, los reclamos guardados, las injusticias sufridas en silencio o los estados recurrentes de angustia y depresión, son demoledoras para la salud física y el equilibrio emocional de las personas y generan un estrés crónico. Son el origen de la gran mayoría de los problemas psicosomáticos.
Salvo circunstancias de fuerza mayor, en donde es imposible actuar, les cabe una responsabilidad directa de sus síntomas a los que tienen al menos una de las siguientes características:
* Sufren de miedo crónico.
* Son incapaces de hablar con franqueza de aquellas cosas que les incomodan.
* No enfrentan, ni a tiempo ni efectivamente, los asuntos cotidianos pendientes.
* Están convencidos de que los conflictos se pueden resolver sin sufrimiento.
* Piensan que reclamar un derecho es ser agresivo.
* No pueden sacudirse de los parásitos que dominan su vida.
* Detestan la realidad y por eso tienden a preferir vivir en la mentira o a creer en la magia.
Las dolencias físicas de los pacientes que cargan con sus problemas sin enfrentarlos, pueden afectar los sistemas nervioso, endocrino, gastrointestinal, y cardiopulmonar, entre otros. No sobra añadir que frente a una crisis que afecta la salud mental, cada organismo tiende a expresar sintomáticamente de forma relativamente consistente. Para desconcierto del paciente, a veces es uno, a veces son varios los sistemas comprometidos, pero para cada persona los síntomas tienden a ser los mismos. Podríamos decir que cada uno de nosotros tiene sus propios “órganos de choque”.
Por ejemplo, si en las crisis anteriores fueron las cefaleas, los mareos, los vértigos o los dolores variados los que torturaron al paciente, esos mismos síntomas tienden a repetirse en cada situación de conflicto. Lo mismo ocurre con las afecciones diversas del tracto gastrointestinal que pueden, dependiendo del individuo, ir desde el reflujo hasta el sangrado de hemorroides, o desde la gastritis al colon irritable. También están los síntomas cardiovasculares, las dificultades sexuales diversas, las descompensaciones endocrinas, o el eczema y la psoriasis, para mencionar unos pocos ejemplos.
Todos los trastornos físicos, sin excepción, están mediados por las emociones, incluyendo las que son perturbadoras y que el paciente prefiere ignorar por variadas y complejas razones. Esta dinámica conlleva a que el paciente, con o sin la ayuda de un médico, trate el síntoma desconociendo la base del problema. El cuadro clínico patológico puede deteriorarse mucho cuando se derrumban las defensas inmunitarias, las cuales son muy sensibles a la frustración, el miedo y las desilusiones.
Para ayudar a estos pacientes, lo fundamental es que, una vez tratada la emergencia médica, se les otorgue el valor justo a los factores emocionales. Esta mirada integral e introspectiva a las verdaderas causas de los problemas, puede acelerar la recuperación del paciente, reducir o suspender exámenes, procedimientos y tratamientos innecesarios, y clarificar las prioridades emocionales.
Este puede ser el inicio de un fundamental proceso hacia la recuperación de la salud perdida, pues le permite al paciente aceptar que la solución consiste en no seguir escondiéndose detrás de los síntomas físicos.
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