Columnistas
Geopolítica patas arriba
Tenemos un mundo de competencias entre potencias, militarización, falta de consensos en temas básicos, inoperancia de las instituciones internacionales, polarización social...

Marcos Peckel
23 de abr de 2025, 03:39 a. m.
Actualizado el 23 de abr de 2025, 03:40 a. m.
Como decía el gran escritor estadounidense Mark Twain, “la historia no se repite, pero rima”, a lo que agregaríamos que algunas veces rima más que otras. Esto a raíz de las transformaciones geopolíticas del mundo actual comparado con otras del pasado.
El concierto de Viena de 1815 que organizó Europa y el mundo, pues en aquellos años la mayoría del planeta estaba bajo dominio europeo tras los estragos de las guerras napoleónicas, mantuvo una paz medianamente estable por casi un siglo. Ese orden postnapoleónico no colapsó súbitamente con la Primera Guerra Mundial, sino que comenzó a resquebrajarse previo a Sarajevo. El balance de poder negociado en Viena se fue desbalanceando a medida que los imperios iban armándose y creciendo económicamente, y la lógica de la guerra seguía siendo el mecanismo para expansión territorial e influencia política desembocando en la Primera Guerra Mundial.
El final de la Primera Guerra Mundial abrió las puertas del nuevo orden mundial alrededor de los Estados con la fundación en la Conferencia de París en 1919 de la Liga de las Naciones. Sin embargo, el tratado de Versalles con el que se organizó el mundo, lejos de traer estabilidad y paz, sembró las semillas de la Segunda Guerra Mundial.
Terminada la conflagración global con la derrota del Eje, enterrada la Liga e inaugurada la ONU en 1945, el mundo aterrizó en el marco de la Guerra Fría, orden que tampoco concluyó inesperadamente, sino que tuvo capítulos previos que apuntaban a que el final de la Unión Soviética era inminente, comenzando por hechos estructurales internos marcados por una economía estancada, retraso tecnológico, secesionismo y sociedad postrada. El Sindicato Solidaridad en Polonia y el marcado descontento social en los países de la Cortina de Hierro fueron el puntillazo final del comunismo y de la Guerra Fría.
Comienza entonces el periodo geopolítico actual, marcado en sus inicios por la dominación de EE. UU. como hegemón, la consolidación del sistema internacional alrededor de los valores occidentales y las instituciones creadas tras la Segunda Guerra Mundial. La prevalencia relativa de la democracia liberal, solución pacífica de conflictos entre Estados, el Banco Mundial y el FMI como bastiones de la estabilidad financiera y del dólar estadounidense como moneda de cambio, la OMC para asegurar el libre comercio y Naciones Unidas para mantener un semblante de compromiso con la paz y seguridad mundial.
Este orden comenzó a socavarse con el ataque terrorista a las torres gemelas y las dos desastrosas guerras que emprendió EE. UU. en Afganistán e Irak, ambas derrotas estratégicas para Washington, tras lo cual el hegemón norteamericano se resquebrajó. En su lugar tenemos un mundo de competencias entre potencias, militarización, falta de consensos en temas básicos, inoperancia de las instituciones internacionales, polarización social principalmente en sociedades democráticas, clases medias que pierden su zona de confort, nacionalismos y tribalismos desaforados, migración, desigualdad tecnológica, protagonismo geopolítico de las grandes empresas tecnológicas y de actores no estatales, fragilidad de los Estados e incapacidad de responder a las crecientes demandas de sus ciudadanos y lo más grave, quizás, retorno de las guerras entre Estados.
La llegada de Trump al poder y sus primeras acciones fortalecen los síntomas de una degradación del sistema internacional basado en normas, y apuntan a que la misma potencia que creó el orden mundial después de 1945 lo deshace para favorecer sus renovados intereses en los que los términos derechos humanos, democracia, libre comercio y cambio climático brillan por su ausencia. Incertidumbre es la única palabra que aplica y esto está lejos de buenos augurios.
Marcos Peckel
Profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Analista internacional para varios medios en Colombia y el exterior. Colaborador y columnista de El País desde el 2001.
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