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Geopolítica y narcodictadura

Venezuela reproduce el modelo practicado en Cuba: recurrir a la invención de un enemigo externo y al bloqueo como coartada.

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Willy Valdivia Granda es director ejecutivo de Orion Integrated Biosciences y especialista en inteligencia artificial aplicada a la defensa, la salud pública y la seguridad nacional.
Willy Valdivia Granda es director ejecutivo de Orion Integrated Biosciences y especialista en inteligencia artificial aplicada a la defensa, la salud pública y la seguridad nacional. | Foto: Willy Valdivia

24 de sept de 2025, 02:26 a. m.

Actualizado el 24 de sept de 2025, 10:27 p. m.

Geopolítica y narcodictadura

Willy A. Valdivia Granda

En los últimos dos meses, los Estados Unidos han triplicado su capacidad bélica en el mar Caribe. Un mensaje inequívoco dirigido al Cartel de los Soles. Un despliegue que suma destructores, cazas de combate, drones armados, submarinos con capacidad de lanzar decenas de misiles y apoyar una fuerza expedicionaria que incluye alrededor de 4500 marinos, infantes de marina y fuerzas especiales.

En respuesta, la narcodictadura venezolana oculta su fragilidad con el espectáculo Caribe Soberano 200. Maniobras militares caricaturescas, ejecutadas con equipos corroídos por la corrupción y civiles forzados a empuñar fusiles como carne de cañón. Así, Venezuela reproduce el modelo practicado en Cuba: recurrir a la invención de un enemigo externo y al bloqueo como coartada.

Cuba aporta inteligencia, respaldo político y una maquinaria propagandística en Latinoamérica que infla la falacia de una “agresión militar hemisférica”. Su régimen no solo sobrevive gracias al petróleo y los alimentos subsidiados de Venezuela, sino también explotando a su población. Envía a más de 22.000 médicos al extranjero -incluidos operadores de inteligencia- bajo esquemas de explotación salarial, y vende como mercenarios desechables más de 6000 combatientes isleños en Ucrania al servicio de Moscú. También alberga bases de inteligencia chinas en Bejucal (Mayabeque), El Salao (Santiago de Cuba), así como en Wajay y Calabazar (La Habana).

A esta balanza se suma la posición del gobierno colombiano. Su canciller, ha calificado como una “exageración” el despliegue militar estadounidense. Tal apreciación, respaldada por el presidente Petro en su discurso ante la ONU, omite dos verdades inocultables. La primera: el 67 % de la cocaína que circula en el mundo y el 90 % de la que cruza por Venezuela proviene de Colombia. Esa misma cocaína causa unas 32.000 muertes por sobredosis cada año. Son cifras que pulverizan la retórica oficial de “ser potencia mundial de la vida”. La segunda: el llamado “imperio invasor” ha destinado, solo entre 2017 y 2024, más de 3500 millones de dólares en ayuda humanitaria a los países que acogen a millones de venezolanos. Incluso 345 millones fueron entregados directamente al propio régimen de Caracas. Este hecho no debe ser ignorado.

Para Washington, la alianza -Caracas y La Habana- abre una oportunidad estratégica contra ambas dictaduras y la influencia extrahemisférica de China, Rusia e Irán. Una dinámica que podría influir en los comicios de 2025-2026 en Chile, Perú, Colombia y Brasil.

En el escenario militar, un error, un accidente o una provocación puede escalar hacia un intercambio de fuego. El desenlace: la súbita caída del dictador venezolano y un vacío de poder que podría resultar en el éxodo de cerca de un millón de venezolanos. En este escenario, la Organización de Estados Americanos se proyecta como una sombra minúscula. Dependiente de Washington, que aporta cerca del 50 % de su presupuesto, y asfixiada por los pagos atrasados de varios de sus miembros, la OEA sobrevive sin rumbo.

Colombia no debe caer en el juego de Venezuela. Con Cuba sosteniendo la farsa y la OEA sumida en la inacción, lo que se desvanece es la frágil credibilidad internacional del país y de su gobierno. Y cuando esa credibilidad se pierde, lo que sigue es aislamiento.

Willy Valdivia Granda es director ejecutivo de Orion Integrated Biosciences y especialista en inteligencia artificial aplicada a la defensa, la salud pública y la seguridad nacional. Con más de 20 años de experiencia, ha colaborado con organismos internacionales, asesorado a la Unión Europea y liderado proyectos en América Latina, Europa, Asia, Medio Oriente y África. Actualmente, también se desempeña como profesor adjunto en una universidad de Estados Unidos.

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