¿Cuántos fusibles tiene aún Petro?

Hace poco un juez absolvió a Luis Carlos Restrepo, excomisionado de paz de Álvaro Uribe Vélez. Restrepo dejó su cargo en 2009, su caso duró 16 años para llegar a primera instancia. En noviembre de 2024, la Procuraduría General de la Nación condenó en primera instancia a Luis Fernando Andrade, expresidente de la ANI del gobierno de Juan Manuel Santos, con una inhabilidad de 8 años. Andrade renunció a la ANI en 2017.

Ese será siempre el riesgo de quienes le ‘sirven al país’ en ciertos cargos: la sombra de los procesos de toda índole a los que se verán enfrentados se proyecta entre mínimo 10 años y puede llegar hasta 20 en su futuro. El retiro tranquilo de los exfuncionarios es un espejismo que solo lo disuelve la prescripción de las acciones.

Pienso en esto por todos los ministros del gobierno que firmaron el decreto convocando una consulta popular de legalidad dudosa y tufo extorsivo, con cara de prevaricato. El presidente Gustavo Petro les había dicho que si no firmaban se iban; para él, la objeción de conciencia no vale contra la obediencia debida; da órdenes desde la comodidad de la inmunidad constitucional. Solo puede investigarlo la inútil comisión de acusaciones, nunca le pasará nada.

Otra cosa son los que firman y ejecutan la constelación de irregularidades que alumbran este gobierno: hablo de ministros, directores de departamentos administrativos, secretarios generales, jefes jurídicos, gerentes de empresas públicas, miembros de juntas directivas que tendrán que contener el aire por dos décadas luego de dejar sus cargos. Tendrían que tener control de por lo menos tres periodos presidenciales, fiscales generales, procuradores y contralores. A la hora de los problemas, Petro los dejará solos, arriesgando su libertad y sus patrimonios, enredados en procesos penales, fiscales y disciplinarios.

Esos funcionarios son los fusibles del presidente. Un fusible, dice la Real Academia Española es un aditamento de las instalaciones eléctricas para que “cuando la corriente sea excesiva, la interrumpa fundiéndose”.

Fusibles ya quemados son Sandra Ortiz, Olmedo López, Sneyder Pinilla, Iván Name, Andrés Calle, Carlos Ramón González. Por quemarse están Cielo Rusinque por las inspecciones al Consejo Nacional Electoral dizque para proteger derechos de los consumidores, pero realmente para desquitarse porque no estaban siguiendo el libreto presidencial. También el gelatinoso Luis Gilberto Murillo, que fue capaz de chambonear sobre la chambonada de Álvaro Leyva con los pasaportes. Los de la SAE y su ridículo juego de negarse a traspasar las acciones de Triple A. No olvidemos a los de Ecopetrol gastando millones de dólares para averiguar si Ricardo Roa representa un riesgo reputacional. Ah, bueno, Roa mismo. Y los que doblaron la cerviz para decir que Moisés Ninco tenía experiencia por haber hecho una actividad de colegial, para cumplir la orden presidencial de instalarlo en la embajada en México.

También están en fila los que están en los cuadros de firmas de las resoluciones y decretos cambiando los perfiles para habilitar a menesterosos en cargos concebidos para expertos.

Los fusibles están en un rango inferior a los caraduras acostumbrados a doblar las normas para sus fines personales como Armando Benedetti acusado por la Corte Suprema de Justicia, o Daniel Quintero imputado por la Fiscalía General de la Nación, o Irene Vélez, la supervisora de los contratos de su marido. Ellos tendrán algo de protección presidencial. Los otros solo tendrán su fe en ‘el proyecto’ del iluminado, el Moisés bíblico, el último Aureliano, en quien reencarnó Simón José Antonio de la Santísima Trinidad.

Pero ojo, el electricista no se funde, lo hace el fusible.