Columnistas
Cuando el remedio es peor que la enfermedad
Los efectos indeseables producidos por la utilización de varias medicinas simultáneamente son más frecuentes.

11 de may de 2025, 01:26 a. m.
Actualizado el 11 de may de 2025, 01:26 a. m.
Los progresos de la medicina moderna han conducido a la súper especialización, algo muy positivo al respecto de lo cual debemos sentirnos muy agradecidos. La parte menos positiva del progreso es que, hoy, un solo médico no puede manejar la totalidad de los problemas clínicos sin el concurso de los especialistas. Situación que se hace más crítica en la edad avanzada cuando aumentan las posibilidades de sufrir varias dolencias, que requieren consultas paralelas con varios profesionales simultáneamente.
En consecuencia, el paciente termina tomando muchos medicamentos que invariablemente interactúan entre ellos, generando efectos secundarios muchas veces impredecibles.
Como la sintomatología que llevó al paciente a consulta persiste, cada especialista por su lado prescribe nuevos medicamentos para corregir los síntomas que van apareciendo.
La utilización de múltiples medicamentos para combatir los problemas médicos se origina en la dificultad que plantean algunos cuadros clínicos, especialmente en el caso de las personas de edad. Pero también influyen el insuficiente tiempo de contacto médico-paciente y la presión comercial que rodea a los nuevos productos farmacéuticos que están saliendo al mercado todos los días. De estos últimos, es prudente tener en cuenta que solo unos cuantos justifican su utilización y pocas veces reemplazan los más antiguos de probada eficacia.
Al paciente le corresponde recordarle al médico la lista de lo que está tomando, y solicitarle que se comunique con los colegas que han formulado otros medicamentos, para determinar cuáles se pueden suspender sin mayores riesgos.
Al médico le corresponde conocer, informar y alertar a los pacientes sobre las interacciones indeseables que pueden darse cuando se usan diferentes medicamentos al mismo tiempo. Cuando hay una prescripción múltiple de medicamentos, en el caso de un paciente que no mejora, podría ser aconsejable suspender-previa consulta con los colegas implicados- algunos de los medicamentos por un tiempo prudencial. Tal medida puede servir para “limpiar” el organismo en aquellos casos en los cuales no se ve un progreso, sino más bien un deterioro del cuadro clínico.
En otras palabras, lo que debería ocurrir (en un mundo ideal) es que los distintos especialistas se pusieran de acuerdo en las medidas a tomar cuando el paciente no mejora. Y que en ese diálogo se tuviera en cuenta el riesgo de las interacciones medicamentosas, o sea los efectos indeseables producidos por la utilización de varias medicinas simultáneamente.
Si ninguna de las recomendaciones anteriores logra mejorar el estado del paciente, este tiene todo el derecho de buscar otra opinión. Y acudir donde un profesional, ya sea un internista, un médico de familia o un generalista. Alguien con el tiempo suficiente para juzgar la necesidad de continuar con todos los medicamentos que está recibiendo y que pueda evaluar el caso desde una perspectiva más amplia y así evitar que el remedio sea peor que la enfermedad.
Carlos E. Climent es médico de la Universidad del Valle y psiquiatra de la Universidad de Harvard. Durante30 años trabajó en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, y durante 20 se desempeñó como miembro del Panel de Expertos en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud.