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Caritas fundamentalis est
La caridad, como vocación que nos llama a todos, es un concepto muy profundo. Es esa fibra que todos tenemos dentro y que nos permite ponernos en los zapatos del otro...

Juan Esteban Ángel
5 de may de 2025, 01:37 a. m.
Actualizado el 5 de may de 2025, 01:38 a. m.
El pasado 21 de abril murió el papa Francisco. Se ha ido uno de los líderes religiosos más importantes del mundo. Fue el primer pontífice latinoamericano que ha tenido el catolicismo en toda su historia. Tuvo la franqueza de profundizar en el debate de muchos temas que han sido complejos en la Iglesia, especialmente sobre el papel de las mujeres, el celibato y la homosexualidad, los cuales siempre han sido de dura discusión dentro de la misma. Pero el legado más potente que nos dejó el papa Francisco fue el de intentar acercar mucho más la Iglesia a su gente, a abrir sus puertas para que muchos encuentren en ella un remanso de paz y de desarrollo espiritual.
Todo esto lo hizo invocando un pilar fundamental: la caridad. La caridad no es entendida como limosna de domingo, ni como dar lo que sobre, o asistencialismo vacío. Francisco habló y vivió la caridad como amor verdadero y como el motor más amplio para nuestras vidas que como seres humanos podemos tener, que permite a través de nuestros actos transformar, tanto al que da como al que recibe.
‘Caritas’ es una de las palabras latinas fundamentales para expresar el amor. En el contexto teológico y filosófico, en especial en la tradición cristiana, Caritas se distingue de otros tipos de amor como ‘eros’ -amor apasionado o de deseo- y ‘philia’ -amor fraternal o de amistad- y enfatiza en el amor como benevolencia, entrega y preocupación por el bien del otro, inspirado en el amor de Dios hacia la humanidad. El papa Benedicto XVI, en su encíclica Caritas in veritate, una de las más profundas que me he leído, decía que caridad y verdad son inseparables: “Sin caridad, la verdad se endurece y se vuelve insoportable; sin verdad, el amor pierde fuerza y se diluye en sentimentalismos vacíos”. Igualmente, señaló que el desarrollo no se puede reducir al simple crecimiento económico. Para ser verdadero y auténtico, debe poner al hombre como primer capital que hay que cuidar y valorar, y el desarrollo de este debe comprender componentes sociales y económicos.
Juan Pablo II, en Familiaris Consortio, también habló de la caridad, no solo como acción filantrópica, sino como la capacidad y llamado al amor, y una dimensión intrínseca de la vocación humana, orientada al desarrollo pleno de cada uno y de los demás, a través del servicio y de la entrega.
La caridad, como vocación que nos llama a todos, es un concepto muy profundo. Es esa fibra que todos tenemos dentro y que nos permite ponernos en los zapatos del otro, y sentir su alegría y su dolor, como si fueran nuestros. Se trata de ir más allá del individualismo y establecer vínculos verdaderos con los demás, basados en el amor y el respeto por su dignidad. Si hablamos de lo económico, el desarrollo debe ser integral, y, en palabras del propio Francisco, debe implicar un crecimiento que incluya el alma, la ética, los valores y la cultura.
Desde una perspectiva cristocéntrica, el papa Francisco nos enseñó que la caridad no es un acto aislado; esta trasciende la limosna y se convierte en una expresión existencial del amor de Dios, el motor que mueve el desarrollo y la humanidad hacia un mundo más justo. Esta nos recuerda que nuestra vocación esencial, seamos creyentes o no, debe ser ese llamado que todos tenemos de cuidar del otro y al planeta, viviendo en la verdad y practicando una preocupación genuina por los demás y por su bienestar. Desarrollarla es esencial para nuestra realización integral como individuos. Está en nosotros que, con determinación, tomemos su camino de una manera activa, que nos permita transformar nuestras vidas y las de quienes nos rodean. @Juanes_angel
Juan Esteban Ángel
Economista y MBA con énfasis en negocios internacionales. Exsecretario general de la Gobernación del Valle y Privado de la Alcaldía de Cali. Exdirector del Comité Intergremial y Empresarial del Valle. Actualmente, fortaleciendo la economía solidaria desde el Grupo Coomeva. Hincha del Deportivo Cali. Esposo de María Angelica, papá de Manolo y Agustín.
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