Columnistas
«Amar como Jesús amó»
Si estamos unidos a Cristo, podemos amar verdaderamente de este modo.

18 de may de 2025, 12:51 a. m.
Actualizado el 18 de may de 2025, 12:51 a. m.
Por monseñor César A. Balbín Tamayo, obispo de Cartago
Podríamos comenzar esta reflexión con una constatación: decir tanto en tan poco. Con solo unas pocas palabras: «ámense los unos a los otros como yo los he amado», y no solo porque las palabras son pocas, sino porque lo pedido, lo mandado, nos supera, nos desborda.
Jesús habla de un «mandamiento nuevo». ¿Qué es lo novedoso? Lo encontramos en el Antiguo Testamento, donde Dios ya había dado el mandato del amor; pero ahora este mandamiento es nuevo porque Jesús añade algo muy importante: Como yo los he amado, así ámense también ustedes, los unos a los otros. La novedad radica en «amar como Jesús ha amado». Todo nuestro amar está precedido por su amor y se refiere a este amor, se inserta en este amor, se realiza precisamente por este amor: por el amor de Jesús. Jesús es amor. Es también una definición de Dios, en una sola palabra: Dios es amor.
El Antiguo Testamento no presentaba ningún modelo de amor, sino que formulaba solamente el precepto de amar. Jesús, en cambio, se presenta a sí mismo como modelo y como fuente de amor. Se trata de un amor sin límites, universal, capaz de transformar también todas las circunstancias negativas y todos los obstáculos en ocasiones para progresar en el amor. Y en los santos de esta ciudad vemos la realización de este amor, siempre desde la fuente del amor de Jesús.
El capítulo 13 de la Primera Carta a los Corintios, del apóstol Pablo, es el mejor compendio del amor, sin dar una definición, nos dice lo qué es el amor, y de cómo al final solo permanecerá el amor, porque la fe y la esperanza pasarán, el amor, no.
Al darnos el mandamiento nuevo, Jesús nos pide vivir su mismo amor, vivir de su mismo amor, que es el signo verdaderamente creíble, elocuente y eficaz para anunciar al mundo la venida del reino de Dios. Obviamente, solo con nuestras fuerzas somos débiles y limitados. En nosotros permanece siempre una resistencia al amor y en nuestra existencia hay muchas dificultades que provocan divisiones, resentimientos y rencores. Vivimos en un mundo de profundas tensiones, conflictos, guerras, odios y divisiones. Y todo brota del corazón del hombre.
Pero el Señor nos ha prometido estar presente en nuestra vida, haciéndonos capaces de este amor generoso y total, que sabe vencer todos los obstáculos, también los que radican en nuestro corazón. Si estamos unidos a Cristo, podemos amar verdaderamente de este modo. Amar a los demás como Jesús nos ha amado solo es posible con la fuerza que se nos comunica en la relación con él, especialmente en la Eucaristía, en la que se hace presente de modo real su sacrificio de amor que genera amor: es la verdadera novedad en el mundo y la fuerza de una glorificación permanente de Dios, que se glorifica en la continuidad del amor de Jesús en nuestro amor.
Mensaje escrito por el Arzobispo de Cali y sus obispos auxiliares para los lectores de El País.